Moreno/Lambert: El bloque más podrido:
Hijo de Perón cohabita con hijo de Mitterrand
Traducido de Workers Vanguard No. 247, 11 de enero de 1980. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 10, febrero de 1982.
Durante los últimos tres años el aventurero argentino Nahuel Moreno ha embestido constantemente al “Secretariado Unificado de la IV Internacional” (SU) en búsqueda de algún punto que sirviera de motivo para provocar una escisión en esta banda caótica de renegados del trotskismo. Después de romper con el Socialist Workers Party (SWP) norteamericano por su línea de “socialistas de Departamento de Estado” en Portugal en 1975, coqueteó durante casi un año con la mayoría del SU encabezada por Ernest Mandel, y luego decidió establecer su propia Fracción Bolchevique (FB) en 1978. Engalanado con una plataforma de izquierdismo abstracto acusando a Mandel de seguidismo tras el eurocomunismo y al SWP de neokautskismo, Moreno inició una campaña filibustera por toda América Latina, captando a puñados de, militantes en varios países con incursiones relámpago y expulsiones burocráticas. Luego partió para Europa con la esperanza de sacar tajada de las secciones en crisis perpetua del SU en el viejo mundo ― presentando un aparato eficaz, bien financiado, siempre en movimiento con una nueva campaña para atraer la atención de las masas. Recorriendo por todo el mundo en busca de zonas candentes, Moreno por fin encontró su vehículo: la lucha contra el tirano nicaragüense Somoza, dirigida por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Pero no resultó de acuerdo a lo esperado. Al principio Moreno ideó la Brigada Simón Bolívar (BSB) como aparato publicitario para la FB y como grupo de presión para empujar al FSLN hacia la izquierda. Pero poco después de la huida en julio del dictador títere Somoza, la BSB (dirigida por los morenistas) se vio en apuros con la cúpula sandinista. Bastó una semana durante la cual la BSB organizó sindicatos y urgió a las milicias locales a no rendir sus armas, para que la nueva junta se deshiciera de ella. El 17 de agosto, la BSB fue acorralada y despachada: en aviones a Panamá donde varios de los brigadistas fueron golpeados por la Guardia Nacional. Eso pudo haber sido el fin del episodio, si el SWP y los representantes mandelistas en Managua no hubieran apoyado públicamente las deportaciones. Quizás Moreno haya perdido la ocasión para una maniobra en gran escala en Nicaragua, pero sí logró su pretexto para escindir al SU. En una serie de diktats [mandos y desmandos], el Secretariado Unificado emitió órdenes a la FB de suspender sus actividades y expulsó a los dirigentes de la aliada Tendencia Leninista Trotskista (TLT); la FB y la TLT, por su lado, se marcharon con sus tropas ― ni siquiera molestándose en asistir al “XI Congreso Mundial” del SU para protestar las expulsiones.
Después de la ruptura del SU en octubre pasado, ha surgido ahora una nueva conglomeración internacional competidora que pretende representar “a la mayoría de organizaciones, corrientes y militantes que pueden legítimamente reclamarse de la IV Internacional”. Moreno se ha asociado con la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) francesa de Pierre Lambert, con la TLT lambertista y los satélites de la OCI agrupados en el Comité de Organización por la Reconstrucción de la IV Internacional (CORCI) para formar el “Comité Paritario por la Reorganización (Reconstrucción) de la IV Internacional”. El Comité Paritario dirige sus ataques contra la política liquidacionista del SU sobre Nicaragua y particularmente contra la “dirección castrista” del SWP. Estos son comparados con la ofensiva revisionista de Michel Pablo en 1951-53, entonces a la cabeza del Secretariado Internacional. En su declaración conjunta fundando al Comité Paritario la CORCI/FB/TLT hacen un llamado a:
“… una discusión común e internacional de todos los elementos, fuerzas y organizaciones que se sitúan sobre el terreno del Programa de Transición, y en vista de la reconstrucción y de la recomposición de la Internacional y de sus organizaciones en una IV Internacional reunificada”
― Cuarta Internacional, diciembre de 1979
Esta discusión será organizada alrededor de una “conferencia democrática abierta a todas las fuerzas que se reclaman del trotskismo”.
Carrusel seudotrotskista
Bajo el dominio creciente del reformista SWP norteamericano, actualmente dirigido por Jack Barnes, el SU ha cometido crímenes en contra de la causa obrera en Nicaragua ―inclusive han sido acusados (y no lo han negado) de haber actuado como soplones, entregando la Brigada Simón Bolívar al FSLN. Para organizaciones que se definen como trotskistas, la lista de traiciones cometidas por el SWP/SU es verdaderamente imponente: otorgando apoyo político a un gobierno colaboracionista de clases, pronunciándose por alianzas frentepopulistas con fuerzas capitalistas, pidiendo “ayuda” imperialista para la junta “revolucionaria” de gobierno, oponiéndose a nacionalizaciones “arriesgadas” y a reivindicaciones sindicales “irresponsables”, elogiando el desarme de las masas, aprobando la represión burguesa contra la izquierda y ordenando la disolución de los dos grupos simpatizantes del SU dentro del país. Esto no fue un accidente del cual se pueda hacer sólo responsable la perfidia de un Pedro Camejo o del desvergonzado SWP. Tal claudicación servil ante la bonapartista “dirección revolucionaria” sandinista es el resultado inescapable de las bases sobre las cuales se fundó el Secretariado Unificado.
El SU fue formado en 1963 por el SWP y los lugartenientes europeos de Pablo con un programa de apoyo político al supuesto “marxista natural” Fidel Castro y su estado obrero burocráticamente deformado en Cuba. Pero mientras ambos lados rechazaban el programa trotskista de la revolución permanente y la necesidad de una vanguardia proletaria independiente, las partes componentes del SU estaban divididas por impulsos oportunistas opuestos en terrenos nacionales muy diferentes. Así, esta falsa IV Internacional se ha desmoronado frente a cada auge en la lucha de clases. Una disputa sobre el guerrillerismo latinoamericano provocó una década de lucha fraccional a fines de los años 60 y principios de los 70. En 1974-76 el SU estaba al borde de una escisión en torno a Portugal y Angola, cuando la minoría SWP y la mayoría mandelista se encontraron en lados opuestos de las barricadas. Pero no obstante la disolución subsiguiente de las fracciones, y aunque Nicaragua era (por parte de ambos lados) más bien un pretexto que una causa, la campaña resuelta de Moreno logró arrancar un 25-30 por ciento de los miembros del SU.
Aunque en un solo punto, su política hacia el triunfante FSLN en Nicaragua, el Comité Paritario está a la izquierda del Secretariado Unificado, el nuevo bloque morenista/lambertista no ofrece ninguna alternativa para aquellos que aspiran al trotskismo. Es más, este matrimonio de conveniencia es aún menos compatible que el propio SU: la OCI es una organización socialdemócrata sosa con un caso pronunciado de estalinofobia, mientras que Moreno es un aventurero buscando construir una internacional personal con el programa de infiltrar toda clase de régimen nacional bonapartista “tercermundista”. Así que antes de la toma del poder por los sandinistas, el hombre de la OCI en Managua (Fausto Amador) atacaba al FSLN desde la derecha, tachándoles de “aventuristas” por organizar una segunda ofensiva para derrocar a Somoza, mientras que la BSB morenista se basaba en la sola consigna de “apoyar la lucha del pueblo sandinista”. Moreno, el camaleón político, pasó varios años haciéndose pasar por peronista en Argentina, luego cambió al castrismo, de ahí a la social democracia, y ahora anda de juerga izquierdista; a diferencia de estas andanzas el reformismo de Lambert es consistente ― igual al SWP, aclamó la campaña contrarrevolucionaria del Partido Socialista Portugués financiada por la CIA en 1975. He aquí el bloque seudotrotskista más podrido de la historia.
Tanto así que ¡hasta el SU considera que puede acusar al Comité Paritario justamente de ser una combinación sin principios! En respuesta, Stéphane Just, portavoz de la OCI/CORCI, se jacta de que “… no intentamos enmascarar las divergencias que existen entre nosotros.” Y aún después de la anunciada “conferencia abierta”, “… cada uno de nosotros conservará su fisonomía y posiciones políticas propias” (Informations Ouvrieres, 24 de noviembre – 1 de diciembre). Y en una entrevista publicada en otro número del periódico de la OCI, Moreno reconoce, refiriéndose al Comité Paritario, que “por el momento se trata de un frente único…”. Sin embargo, los dos, Just y Moreno, llaman a los componentes del Comité Paritario “a luchar por la construcción de partidos revolucionarios” ¿basados en cuáles posiciones? Evidentemente lo que buscan es que ambos lados sigan construyendo sus propios satélites, hasta que llegue la ruptura inevitable, cuando cada uno recoja sus peones y se marche. Entretanto la TLT está perdiendo rápidamente su “fisonomía propia” (sus posiciones políticas siempre fueron tomadas prestadas, primero del SWP y después de la OCI). La TLT francesa, organizada en la Ligue Communiste Internationaliste (LCI) desde su expulsión/salida del SU, ha establecido un “comité de contacto permanente” (Circular No. 1 de la LCI) con la OCI; y laLettre d’Informations Ouvrieres del 11 de diciembre informa que “la OCI y la LCI se consideran segmentos del mismo partido obrero revolucionario.”
La bancarrota de ambos lados en la escisión del SU se revela por el simple hecho de que de ella surgieron dos bloques, cada uno compuesto de un elemento reformista y otro centrista. Moreno y Lambert no son políticamente más cercanos que Mandel y Barnes. Es más, durante 1976- 77 fue Barnes/Lambert en contra de Mandel/Moreno, y antes de eso Barnes/Moreno/Lambert en contra de Mandel y Cía. en el perpetuo carusel seudotrotskista. En el caso de la OCI, ésta es una metodología constante que ya ha rendido frutos: la fórmula del Comité Paritario es idéntica al programa federalista en base al cual se construyó el malhadado CORCI… y debido al cual se hundió. Durante muchos años Lambert tuvo diferencias no resueltas con su socio mayor en el bloque, el POR boliviano de Guillermo Lora, en cuanto a la participación de éste en un “Frente Antiimperialista Revolucionario” con el general nacionalista [Juan José] Torres, y otras diferencias con los seguidores argentinos de Lora en Política Obrera por seguir tras la cola de Perón. Luego, en enero de 1979 la OCI rompió con la casi totalidad de sus aliados latinoamericanos. La acusación: capitulación al nacionalismo burgués, en particular al peronismo (¡qué sorpresa!). Ahora Lambert vuelve a lo mismo con una reedición del CORCI. Es la “unidad” del mínimo común denominador, y no la del programa bolchevique.
¿Y Cuba, qué?
En sus declaraciones desde la ruptura del SU, los dirigentes del Comité Paritario han hecho todo lo posible por pintarse como luchadores consecuentes contra el pablismo. Según Nahuel Moreno, “Aún si la revolución nicaragüense fue el detonador de la crisis actual”, sus orígenes se remontan a la “crisis terrible provocada en la IV Internacional por la desviación pablista de los años 1951-53” de decretar un entrismo profundo en los PCs leales al Kremlin. También acusa a Pablo/Mandel de cometer uno de los “crímenes políticos más grandes en la historia del movimiento obrero” por haber dado apoyo crítico al gobierno burgués boliviano en 1952. Y en una resolución presentada en la reunión decisiva del Secretariado Unificado el otoño pasado, la Fracción Bolchevique notó que la posición del SWP sobre Nicaragua era de “aplicar la táctica de Pablo frente al FLN argelino” (Lettre d’Informations Ouvrieres, 10 de octubre). No sólo apoyando políticamente al FLN, Pablo entró en su seno y él mismo se convirtió en consejero técnico del gobierno burgués de Ben Bella después de la independencia.
Para poder luchar en contra del programa político que originó la capitulación actual del SU al régimen sandinista en Nicaragua, es necesario analizar sus orígenes. El entrismo “sui generis” en los partidos estalinistas pro-Moscú, Bolivia 1952, Argelia 1964 ― todas son traiciones pablistas como es también la línea del SWP/SU hacia el FSLN. El dirigente de la TLT, C. Némo cita además el apoyo mandelista al “foquismo” (guerrillerismo guevarista), el seguidismo subsiguiente tras “nuevas vanguardias de masas” en Europa y el fomentar ilusiones en el eurocomunismo. Pero ¿por qué estos ejemplos específicos? ― ¿no han hecho caso omiso de algo? Lo que aquí vemos es la auto amnistía por medio de una presentación selectiva de la historia. Moreno pasa por alto un intervalo importante en su supuesta lucha implacable contra el pablismo ― la “reunificación” de 1963 y los años siguientes. Y hay un ejemplo que no cita ― en realidad, el más apropiado ― Cuba.
Los paralelos entre los acontecimientos actuales en Nicaragua y los primeros años del régimen castrista son inescapables. Las fuerzas fundamentales en juego son las mismas: un ejército guerrillero victorioso en una alianza inestable con liberales burgueses criollos, enfrentando a los Estados Unidos temporalmente poco dispuestos a intervenir directamente. (Pero mientras que Castro se vio forzado a tomar medidas cada vez más radicales frente al hostigamiento imperialista, Carter busca conciliar al nuevo régimen ― el cual, por su parte, dirige sus ataques contra aquellos que quieren ir más allá de los límites capitalistas que ha impuesto a la revolución antisomocista). El SWP tiene razón en recalcar la identidad fundamental de su línea anterior y actual. Hoy en día Barnes aprueba la expulsión de la BSB y brinda consejos al FSLN sobre la mejor forma de deshacerse de los “ultra izquierdistas”, mientras que Mandel va a la cola; Jaime Wheelock, el comandante sandinista de izquierda, sigue siendo el favorito del SU a pesar de sus invectivas antitrotskistas. Ya principios de los años 60, cuando el régimen castrista prohibió la publicación del periódico del POR cubano, encarceló a sus dirigentes y destruyó las placas de imprenta de La revolución traicionadade León Trotsky, mientras Guevara denunciaba al trotskismo como instrumento de Washington ― en ese entonces también el SWP (y Moreno) guardó silencio o incluso disculpó la represión burocrática.
Cuba es una cuestión clave para trotskistas porque allí por primera vez una dirección pequeñoburguesa radical sin previos lazos con el estalinismo (a diferencia de China, Vietnam o Yugoeslavia) tomó el poder y expropió a la burguesía prácticamente en su totalidad, estableciendo un sistema económico colectivista. Esto planteó interrogantes fundamentales para la teoría y el programa de la revolución permanente. La respuesta del SWP, y la base de la formación del Secretariado Unificado fue echar por la ventana al “viejo trotskismo”: el campesinado podía reemplazar a la clase obrera como la fuerza directriz, y donde anteriormente el partido leninista-trotskista era considerado indispensable ahora el “instrumento contundente” de una banda guerrillera bastaría. (El hecho de que haya resultado un régimen bonapartista contrario a la democracia obrera, que en su política exterior necesariamente seguía la línea nacionalista-estalinista de conciliación con el imperialismo, no era de importancia para los pablistas). Moreno también siguió este camino; de hecho, hasta 1968 él era un pro castrista aún más entusiasta que sus mentores en el SWP. Sin embargo, Lambert responde con una seudo ortodoxia irreflexiva, negando tozudamente que había ocurrido una revolución social en Cuba. Durante dos décadas la OCI calificó al régimen de Castro de “estado capitalista fantasma”.
Así que convergiendo desde direcciones opuestas los lambertistas y morenistas se vieron cargados con posiciones sobre Cuba que les dificultaban una lucha contra el SWP/SU sobre Nicaragua. (Barnes y Mandel al menos pueden reivindicar una línea consecuente en su oportunismo.) Como consecuencia, en los últimos meses tanto la OCI como la Fracción Bolchevique han sacado documentos en donde por primera vez caracterizan a Cuba como aproximando a un estado obrero deformado. Pero las dos han hecho el viraje furtivamente. La FB sufre de una oportuna amnesia temporal ―olvidando la adhesión anterior de Moreno a la posición del SU― declarando simplemente que Castro y Cía. son una “dirección con una política pequeño burguesa burocrática colocada al frente de un estado obrero que nunca llegó a degenerar porque nació deformado.” (“Resolución sobre América Latina”, septiembre de 1979). La OCI quiere, por un lado, mantener su antigua posición, calificándola como una variante ― “plausible al tiempo que fue formulada” ― que no se realizó. En su lugar, “Fue otra variante la que se materializó: la constitución de un estado obrero parecido a los estados obreros burocráticos desde sus inicios” (La Vérité No. 588, septiembre de 1979). ¡Sólo tardaron 19 años en darse cuenta!
El espectro espartaquista
La Tendencia Leninista-Trotskista había llamado a cambiar la posición del SU sobre Cuba desde hace algún tiempo, y así no podían desechar la importancia de la cuestión tan fácilmente como lo tratan de hacer la FB y la OCI. Pero su afirmación de que “La nueva dirección del Socialist Workers Party se alinea con la política castrista” (Tribune OuvrièreNo. 1, noviembre de 1979) es evidentemente absurda: ¡el apoyo del SWP al castrismo data de 1960! Esto es un intento descarado por parte de los dirigentes de la TLT de disculpar su propio papel como discípulos del dirigente del SWP Joe Hansen en la mal nombrada Fracción Leninista-Trotskista (FLT), que atacó al guerrillerismo guevarista/mandelista desde la derecha. Lo mismo en el caso de Moreno, quien formaba parte de la dirección de la FLT hasta su ruptura con ella en 1975. ¿Qué decir, entonces, del llamado de Moreno, a mediados de los años 60, por “desarrollar un aparato técnico estrictamente subordinado a la disciplina de OLAS”, la fracasada “internacional” de Castro? Y no olvidemos la afirmación por parte de Hansen, de que la consigna de OLAS por una guerra de guerrillas continental “hace eco a la tradición bolchevique” (véase “For Workers Polítical Revolution in Cuba”, Workers VanguardNos. 223 y 224, 19 de enero/2 de febrero de 1979).
Sobre todo, los varios componentes del Comité Paritario buscan evitar el confrontarse con el programa y la lucha de la tendencia espartaquista internacional. Sólo la TEI ha avanzado una posición trotskista coherente sobre la cuestión cubana, y desde su origen como la Tendencia Revolucionaria (TR) del SWP ha luchado consistentemente para destruir políticamente a los liquidadores pablistas. La TR fue única en analizar, ya en ese entonces, el origen del estado deformado cubano y su significado para el programa trotskista (véase “Cuba y la teoría marxista”, Cuadernos Marxistas No. 2). Oponiéndose a la resolución de la dirección del SWP, “Por una pronta reunificación del movimiento trotskista”, que luego sirvió de documento de fundación del Secretariado Unificado, la Tendencia Revolucionaria presentó una contrarresolución en el congreso del SWP de junio de 1963 que declara:
“13. La Revolución Cubana ha expuesto las múltiples infiltraciones que el revisionismo ha hecho dentro de nuestro movimiento…. Así los trotskistas son desde luego los defensores más militantes e incondicionales de la Revolución Cubana, así como del estado obrero deformado que nació de ella, contra el imperialismo. Pero los trotskistas no pueden poner su confianza en, o dar su apoyo político, por muy crítico que sea, a un régimen gubernamental hostil a los más elementales principios y prácticas de la democracia obrera, aunque nuestra orientación táctica no es la que sería hacia una casta burocrática endurecida.
“14. Lo que es cierto de la orientación de los revisionistas hacia el régimen de Castro es todavía más aparente en lo que respecta al régimen de Ben Bella que gobierna ahora en Argelia con el programa de una revolución ‘socialista’ en cooperación con el imperialismo francés…. Como revolucionarios, nuestra intervención en ambas revoluciones, como en cualquier estado existente, debe estar de acuerdo con la posición de Trotsky: ‘No somos un partido de gobierno; somos el partido de la oposición irreconciliable’ (En defensa del marxismo). Esto puede tan sólo dejar de aplicarse en relación con un gobierno genuinamente basado en la democracia obrera.
“15. La experiencia desde la Segunda Guerra Mundial ha demostrado que la guerra de guerrillas basada en los campesinos bajo una dirección pequeño burguesa no puede llevar más allá de un régimen burocrático antiobrero. La creación de tales regímenes ha sido posible bajo las condiciones de decadencia del imperialismo, la desmoralización y desorientación causada por la traición estalinista, y la ausencia de una dirección revolucionaria marxista de la clase obrera. La revolución colonial puede tener un signo inequívocamente progresista sólo bajo una tal dirección del proletariado revolucionario. Para los trotskistas el incorporar a su estrategia el revisionismo sobre la cuestión de la dirección proletaria en la revolución es una profunda negación del marxismo-leninismo, cualquiera que sea el beato deseo expresado al mismo tiempo de ‘construir partidos marxistas revolucionarios en los países coloniales’.”
― “Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional” (junio de 1963), Cuadernos Marxistas No. 1
He aquí un programa para luchar contra el pablismo que proporciona una orientación efectiva al armar a los comunistas para pruebas cómo Nicaragua. Y no fue escrito recién ayer.
Reforjar la IV Internacional
Aquellos dentro o en los alrededores del SU que aspiran a ser trotskistas se encuentran frente a una decisión difícil. Si permanecen dentro del SU deben prepararse a soportar, aprobar y llevar a cabo más traiciones como la de Nicaragua, o aún peores ― incluyendo la entrega de sus propios compañeros. Si apoyan a Barnes, más vale que tengan principios lo suficientemente “flexibles” como para aguantar la “neutralidad” proimperialista del SWP durante la invasión sudafricana a Angola. Si siguen a Mandel, pueden terminar al lado de Jimmy Carter apoyando a reaccionarios islámicos contra las tropas soviéticas en Afganistán, tal como sucedió con el IMG [International Marxist Group] británico. Y bien sean mandelistas o partidarios del SWP, se encontrarán recitando “allah akbar” [Dios es grande] y aclamando al “progresista” Jomeini en Irán mientras los verdugos del ayatolá siegan a kurdos, árabes, trabajadores petroleros y mujeres (y desde luego sentencian a muerte a sus propios camaradas). Este es el salario común y corriente del pablismo;
¿Y qué fue de aquellos que le dieron la espalda al SU para seguir al Comité Paritario? Es cierto que hoy día en Europa, Moreno luce bastante izquierdista ―firme contra el eurocomunismo, por un “partido trotskista” en Nicaragua, “luchar contra el pablismo” ― y no hay duda que su Fracción Bolchevique ha atraído a genuinos izquierdistas repugnados por el historial de traiciones del SU. Pero más que nada Moreno es un charlatán. De reformista en Argentina, ahora aparenta ser centrista. De Moreno el peronista, el castrista, el maoísta, el socialdemócrata, ¡llegamos a Moreno el guerrillero heroico y el luchador atrevido contra el pablismo! Pero si se le ofrece un puesto ministerial dará la vuelta completa. Critica a Mandel/Pablo/Lora sobre Bolivia, pero el mismo Moreno apoyó políticamente a Perón contra guerrilleros de izquierda. En el Panamá, donde miles de estudiantes de izquierda protestan en contra del dictadura Torrijos (amigo no sólo de Fidel Castro, sino también del Chase Manhattan) cuyas tropas golpearon a miembros del BSB, los morenistas abogan por él apoyo a la lucha supuestamente “progresista” de éste contra el imperialismo. Y desde luego están los escándalos financieros ―por ejemplo, ¿qué pasó con el dinero destinado a apoyar las actividades de Hugo Blanco dirigidas a organizar a los campesinos en el Perú?
Moreno, el que critica a Mandel por su capitulación ante el eurocomunismo, hoy día se alinea con la OCI, políticamente algo a la derecha de Willy Brandt. ¡Júntense a Lambert y más vale que les guste servir de cubierta, ideológica de la CIA! En Francia los lambertistas votaron por el candidato del frente popular, el líder socialista François Mitterrand, para presidente. En Portugal, respaldaron al PS de Mario Soares cuando éste recibía dinero de la CIA y estaba en alianza con los fascistas que quemaban las oficinas del PC. En Alemania llaman por una “asamblea constituyente nacional” y la “reunificación incondicional” ―es decir, por la liquidación de las conquistas socioeconómicas de Alemania Oriental a través de una reunificación capitalista. La OCI es tan estalinofóbica que para ella el “eurocomunismo” no era sino un complot tramado en Moscú; el carácter de clase de la burocracia del Kremlin es definido simplemente como “burgués”, aunque esté basada en las formas de propiedad establecidas por la Revolución de Octubre; e internacionalmente la URSS es supuestamente parte de una “Santa Alianza contratada por la burocracia con el imperialismo”, la cual fue establecida en Potsdam y Yalta y no fue afectada por vicisitudes tales como la guerra fría.
El carácter sin principios del Comité Paritario es subrayado por su mismo nombre. He aquí lo que dijo Trotsky sobre tales combinaciones diplomáticas:
“La idea de ‘paridad de formaciones’, es decir, de tendencias, es intrínsecamente absurda y viciosa. Las tendencias no son iguales en efectivos; pero lo que es más importante es el distinto valor político e ideológico de las tendencias. Hay tendencias buenas y malas, progresistas y reaccionarias. Los aventuristas, para quienes nada es sagrado, bien pueden acomodarse a todas las tendencias posibles. Pero los marxistas están obligados a luchar despiadadamente contra las tendencias sin principios y a no hacer alianzas con ellas sobre bases de igualdad. La paridad de tendencias quiere decir la paridad del marxismo, centrismo, aventurismo, etc.”
― L.D. Trotsky, The Crisis of the French Section
En la versión contemporánea, estilo Lambert/Moreno, los componentes del bloque ni siquiera pueden ponerse de acuerdo en un nombre que exprese una meta común. No es del todo evidente cuales son las diferencias existentes entre la “reconstrucción” (OCI), “reorganización” (FB) y “reunificación” (LCI) de la IV Internacional. Claramente, el intento de las tres formulaciones es el de dejar campo para maniobras con elementos de la dirección del SU. Igualmente claro es el marcado contraste entre ellas y la perspectiva indicada por la consigna de la TEI, “Por el renacimiento de la IV Internacional”. Como dijimos en nuestra “Carta al CORCI ya la OCI”:
“Nuestra consigna implica la necesidad de pasar por un proceso fundamental; no es posible tan sólo encajar unos cuantos pedazos, picarlos un poco quizás, y con ellos reconstruir el edificio.”
― Spartacist No. 4 (edición en español), mayo de 1977
También está la “conferencia abierta” anunciada por el Comité Paritario como un foro de debate de las cuestiones fundamentales que enfrentan los que se reclaman del trotskismo. Diversas organizaciones centristas europeas situadas a la izquierda del SU se agarrarán de ésta como de un salvavidas. Incapaces de elaborar por sí mismas un programa coherente sobre cuestiones tan fundamentales como los frentes populares, el carácter de clase de la Cuba castrista, el pablismo y la IV Internacional, algunas de ellas han puesto sus esperanzas en que el caudillo argentino pueda unirlas en forma bonapartista antes de que se sumerjan por última vez en el pantano seudotrotskista. Entretanto, la conferencia se ha vuelto aparentemente menos abierta. Ya a mediados de noviembre la OCI restringía la asistencia a “quienes se reclaman, con razón, de la continuidad de la IV Internacional”. Esto incluye explícitamente al SU (“El Secretariado Unificado de la IV Internacional es invitado a participar…”), y dejamos a nuestros lectores la tarea, de adivinar quién podría ser excluido por el “con razón” de la OCI.
Los lambertistas ya han dado una indicación en su manera acostumbrada de expresarse. El día 13 de noviembre en la entrada de una sala de reuniones en París, una guardia de orden de la OCI atacó físicamente a un grupo de militantes de la Ligue Trotskyste de France, sección simpatizante de la TEI, cuando se encontraban vendiendo su prensa. Poco después el dirigente de la LCI, Némo, dirigió su ataque contra “sectas… como los espartaquistas” que “no hacen nada sino mantener la división de nuestro movimiento para el solo beneficio de los aparatos burocráticos” (Informations Ouvrieres, 17-24 de noviembre)” Y en el segundo número de Tribune Ouvrière (24 de noviembre) la LCI defiende al SWP contra los “provocadores espartaquistas que caracterizan al SWP como reformista”. Para “justificar” sus calumnias y su gangsterismo los lambertistas han estado diciendo recientemente que la tendencia espartaquista está fuera del marco del movimiento obrero.
¿A qué expertos recurrieron para llegar a tal veredicto? ¿George Meany y Zbigniew Brzezinski? ¡Son ellos quienes inspiran la política de la OCI! Pero si la TEI debe ser descartada como “provocadores”, ¿de quién se supone que somos agentes? Según los lambertistas, lo somos del Kremlin, y subrayan nuestra oposición a la invasión china a Vietnam, nuestro apoyo a las tropas cubanas en Angola contra Sudáfrica, y nuestra negativa a hacer causa común con Jimmy Carter a favor de los disidentes soviéticos. Según el SWP, lo somos del imperialismo estadounidense, porque nos negamos a respaldar a Jomeini en Irán y apoyamos el derecho a la autodeterminación de los somalíes contra la Etiopía apoyada por Cuba y la URSS. ¡Qué curioso que no pueden ponerse de acuerdo! La práctica de tachar de agentes en base a posiciones políticas es una especialidad del estalinismo, pero en realidad común entre los reformistas es su manera preferida de tratar de descartar a los revolucionarios. Así, los mencheviques rusos repitieron la calumnia zarista de que Lenin era un agente alemán; y los verdugos socialdemócratas alemanes calificaron a Luxemburgo y a Liebknecht de agentes rusos.
La LCI dice que nos autoproclamamos la IV Internacional. Por el contrario, hemos declarado francamente que la TEI es una tendencia en lucha por reforjar el partido mundial del socialismo revolucionario. Y como componente importante de nuestra lucha para construir grupos de propaganda combativos, hemos utilizado la táctica de reagrupamientos revolucionarios a través de un proceso de escisiones y fusiones con fuerzas en ruptura con el revisionismo y en busca del camino al trotskismo auténtico. Luego del fermento revolucionario en Portugal en 1974-76, la tendencia espartaquista internacional presentó como base principista para tales reagrupamientos el proyecto de una declaración por trotskistas expulsados u obligados a salir del SU (ver “Reforge the Fourth Internacional!”, Workers Vanguard No. 143,4. de febrero de 1977). Concentrado en la lucha contra el frentepopulismo, por un partido leninista y por el poder soviético en Portugal, sus nueve puntos incluían:
• No a cualquier apoyo electoral o político a los frentes populares; por una oposición condicional a los partidos obreros en coaliciones explícitas o implícitas de colaboración de clases;
• Mantener la teoría trotskista de la revolución permanente; por una dirección proletaria de la lucha nacional/social;
• Apoyo militar a las fuerzas nacionalistas pequeñoburguesas en lucha contra el imperialismo, pero ningún apoyo político en absoluto a tales fuerzas; por partidos trotskistas en todos los países;
• Defensa incondicional de todos los estados obreros deformados/degenerados contra el imperialismo; por la revolución política contra las burocracias; ningún apoyo político a fracciones y camarillas estalinistas en pugna;
• Contra la violencia dentro del movimiento obrero;
• Por fracciones comunistas en los sindicatos, basadas en el Programa de Transición;
• Por la táctica comunista del frente unido desde arriba; por la táctica de reagrupamientos para unir a los revolucionarios subjetivos en el partido de vanguardia; por el desenmascaramiento intransigente del centrismo;
• Rechazo a las pretensiones de las “internacionales” pretendidamente trotskistas de representar la IV Internacional destruida por el pablismo en 1951-53;
• Reforjar una IV Internacional democrático-centralista que no se detendrá hasta alcanzar la dictadura del proletariado.
Hoy debemos agregar que fue este programa el que preparó a la TEI para presentar, en forma única, una perspectiva revolucionaria en Irán, exigiendo “Abajo el sha, abajo los mullahs” cuando prácticamente toda la izquierda alababa a Jomeini; e igualmente nos llevó a exigir la victoria militar para los insurgentes nicaragüenses encabezados por el FSLN al mismo tiempo que llamábamos, no por un régimen bonapartista sandinista (como lo hizo Moreno y como ahora hacen el SWP/SU), sino por un gobierno obrero y campesino y por un partido trotskista auténticamente independiente. Acontecimientos como la invasión china a Vietnam han mostrado la capacidad política marxista de la tendencia espartaquista, que hace una década previó la actual alineación antisoviética del régimen maoísta con el imperialismo. Nuestra presencia en la industria, modesta pero real, nos ha permitido llevar a cabo un trabajo comunista ejemplar en los sindicatos así como la reciente manifestación de 500 obreros negros y trotskistas en Detroit contra las provocaciones fascistas. E internacionalmente, la TEI pudo celebrar el año pasado su primera conferencia delegada, la cual mostró tanto la solidez política como la combatividad de nuestra tendencia.
Ni bloques podridos de traición pablista, ni “internacionales” personalistas de aventureros errantes. ¡Completemos la lucha anunciada por el entonces revolucionario SWP en 1953 en su “Carta abierta a los trotskistas a través del mundo”!: “Las líneas de división entre el revisionismo de Pablo y el trotskismo ortodoxo son tan profundas que no es posible ningún compromiso, bien sea político u organizativo.” ¡Por el renacimiento de la IV Internacional!