Los “afganos” y el 23-F
Primera impresión en Spartacist No. 10, febrero de 1982.
El tejerazo del 23 de febrero de 1981 representó un ensayo general del amenazado golpe militar que ha condicionado la “democracia española” durante los últimos años. Así representó una prueba para toda la izquierda del país. ¿Qué hicieron entonces los “afganos” catalanes y el PSUC del famoso V Congreso? Al principio, Comisiones Obreras llamó a una huelga general de 48 horas en Cataluña. Pero ya para la mañana del 24 (mientras las Cortes quedaban en manos de los golpistas), ésta había sido reducida a un paro de dos horas.
En el cinturón industrial de Barcelona — sobre todo el Baix Llobregat y Valles Occidental, baluartes de los “afganos”— sí hubo huelga total el día 24, abarcando a decenas de miles de trabajadores. Pero no hubo movilizaciones de masas en ninguna parte, y por la noche del 24 la dirección del PSUC se reunía en su sede de la Calle Ciutat. Expresaba así su confianza en las fuerzas burguesas del “orden público” para restablecer la “normalidad”. Nada de organizar milicias obreras, marchar sobre los cuarteles o cualquier cosa que recuerde a la respuesta obrera al 19 de julio de 1936.
Posteriormente, a fines de marzo, la “IV Conferencia Comarcal” del PSUC de Valles Occidental (controlado por los “afganos”) aprobó una resolución “Por la defensa de la democracia…”, llamando a la construcción de “una amplia corriente de opinión antifascista, que aísle a los golpistas y que exija que el peso de la Ley recaiga sobre ellos con todo el rigor que la defensa consecuente de la Constitución exige.” Con estas palabras los presuntos “comunistas y punto” del PSUC se dirigen al estado burgués para depurar los ultras a los cuales éste acudirá en momentos de crisis revolucionaria.
Igual que el PCE carrillista, el “PSUC-Comunista” ha probado que sólo es un “partido para la paz civil”. Hoy día, los trotskistas de la tendencia espartaquista internacional son los únicos en defender el programa leninista de movilización obrera para aplastar a los golpistas contrarrevolucionarios.
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