El Salvador: ¡Por revolución obrera!
¡Triunfo militar a los insurgentes de izquierda!
Traducido de Workers Vanguard No. 304, 30 de abril de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 12, febrero de 1983.
Los varios liberales y radicales pequeñoburgueses que quieren “terminar la guerra” en El Salvador se enfrentan a un problema político imposible: cómo dar respuesta a la Spartacist League (SL), que lucha por que los izquierdistas salvadoreños ganen la guerra en contra del imperialismo estadounidense y de su junta militar. CISPES (Comité en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador), PAM (Movilización Popular Antiguerra), los “palomas” del Partido Demócrata y los reformistas seudosocialistas han hecho lo imposible para aislar a los trotskistas de la SL. Se han cogido de los brazos, formando grupos grandes de matones para impedir nuestra participación en las marchas, y repetidamente han acudido a la policía en contra de la Fila Antiimperialista iniciada por la SL. Pero muchos de sus propios partidarios todavía no comprenden porqué los que levantan la bandera del “Triunfo militar a los insurgentes de izquierda” en El Salvador deben ser apartados de las protestas en torno a El Salvador. Sobre todo porque los rebeldes están ganando en el campo de batalla, y porque la reciente “victoria” en el simulacro de elecciones de los asesinos ultraderechistas convierte la palabrería sobre una “solución política” negociada en utopismo completo y nada menos que suicida.
Los radicales y liberales junto con los reformistas buscan defender lo indefendible, y esto los lleva al frenesí. Pretenden que el conflicto salvadoreño es simplemente una agresión norteamericana, es decir, no hay una guerracivil; y que no tiene nada que ver con la Guerra Fría de EE.UU. contra los soviéticos. Pero el Pentágono no ha hecho de El Salvador el tercer país en importancia como destinatario de la ayuda militar estadounidense, y no gasta U$ 52.300.000 millones en cohetes MX, bombarderos B-l y demás, simplemente para proteger las plantaciones de café de los hermanos Hill y para oprimir a los campesinos. Los intereses en juego en Centroamérica son de importancia mundial, y en el conflicto entre el imperialismo norteamericano y la Unión Soviética – sobre Polonia, Afganistán y otras partes – estos pacifistas de Guerra Fría se alínean no solamente con los Demócratas liberales pero también con Reagan/Haig. Quieren esconder este hecho básico, y es por eso que deben excluir a la Spartacist League que dice la verdad sin ambages. Nuestra demanda por un triunfo definitivo de los rebeldes en El Salvador y nuestra defensa del bloque soviético en contra del imperialismo entorpece sus intentos de acomodarse con la burguesía.
Asimismo estos sinvergüenzas vendidos, quienes piden y provocan la intervención de la policía capitalista para expulsar a los comunistas, recurren a calumniosas acusaciones contra la SL, tachándonos de policías. La misma gente que orgullosamente lee los saludos de Teddy Kennedy e invita a congresistas Demócratas como oradores oficiales en su manifestación en Washington el 27 de marzo nos acusa a nosotros, a los que llamamos por “Romper con los Demócratas – Por acción obrera para derribar a Reagan”, ¡de ser agentes dé los capitalistas! Pretenden que los “espartaquistas ayudan a Reagan – ¡a causa de nuestra llamada por la derrota del imperialismo norteamericano, por el triunfo militar de los guerrilleros del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y por la revolución obrera en toda la región! Pero aun, aquellos que han sido bien entrenados en el método estalinista de la Gran Mentira encuentran dificultades en hacer aceptar esta línea, así que han inventado un nuevo truco. De repente los “palomas” que han preconizado un arreglo entre el Frente Democrático Revolucionario (FDR) opositor y la carnicera junta militar dicen: “¿Por qué este lío? ¿Acaso hay alguien que no apoye un triunfo militar izquierdista en El Salvador?”
El problema, según dicen, es que los “trotskos” (que hoy en día, se pronuncia “espartacos”) tienen el mal gusto de decirlo en alta voz. El comentarista Alexander Cockburn escribió en el Village Voice (6 de abril de 1982) que “la línea de la SL de triunfo al FDR/FMLN es irrecusable”, pero … “deberían dejar de comportarse como pendejos” dado que “es probable que la mayoría de los manifestantes en la marcha principal también favorecen el triunfo del FDR/ FMLN”. La semana siguiente este órgano de la opinión radical/liberal publicó en lugar destacado una carta que (después de un intento de justificar la masiva represión policíaca en contra de la SL el 27 de marzo con mentiras tales como que los espartaquistas anduvimos “armados con cachiporras”) pretende mañosamente que “Lo decimos oficialmente: CISPES se pronuncia por la autodeterminación salvadoreña por la vía del triunfo militar o por la negociación ….” Hasta el reformista Socialist Workers Party (SWP) está cantando esta música, afirmando que “el hecho de que un componente importante del nuevo movimiento antiguerra apoye conscientemente la victoria de las fuerzas rebeldes representa un factor positivo para este movimiento” (Perspectiva Mundial, 19 de abril de 1982).
Bueno, como remarcó cínicamente Stalin, el papel aceptará todo lo que se escribe sobre él. Es una autocondena elocuente: he aquí los “palomas” en torno a El Salvador apoyando el programa que repetidamente durante el último año han buscado silenciar. Atrapados entre la espada de la cuestión rusa y la pared del frente popular, que es siempre y en todas partes la cuestión de la revolución, se oponen a un triunfo militar de la izquierda en El Salvador porque sus padrinos, los Demócratas liberales, bien comprenden que esto abre la puerta a la revolución social en Centroamérica. Se niegan a defender a Cuba y la URSS porque se trata de revoluciones anteriores, no importa cuan degenerada o deformadas burocráticamente, cuya destrucción es buscada por todas las alas de la burguesía-tanto halcones como palomas. Y siendo que la exclusión y la calumnia no alcanzan a ocultar su claudicación, no hay más remedio que recurrir a la mentira.
Quién apoya el triunfo militar izquierdista
Clarifiquemos algunos hechos fundamentales. CISPES jamás ha llamado por el triunfo de los guerrilleros del FMLN en El Salvador. Al contrario, marchan bajo la bandera “Apoyar reconocimiento franco-mexicano del FDR”, que representa una movida diplomática por sectores imperialistas más clarividentes para atajar la revolución social en Centroamérica al negociar una componenda, la llamada “solución política”, entre los izquierdistas salvadoreños y la junta militar. El presidente socialista de Francia, Mitterrand detalló sus propósitos anticomunistas en una entrevista reciente: … los Estados Unidos deben comprender que al oponerse a las exigencias del pueblo crean oportunidades para Cuba y la Unión Soviética” (New York Times, 26 de abril de 1982). Si muchos de los manifestantes en Washington apoyaban una victoria rebelde, no se debe al CISPES, ni tampoco al SWP que no ha hecho mención previa de la cuestión, salvo en su condena de la posición de la SL como “ultraizquierdista”.
El SWP reformista está jugando un doble juego, como mínimo, sobre la cuestión de tomar partido por los insurgentes salvadoreños. Para el consumo internacional, Fred Feldman sostuvo en las páginas de Perspectiva Mundial que, “En un grado mucho mayor que durante la guerra de Vietnam, los manifestantes [el 27 de marzo] se identificaron con los revolucionarios salvadoreños que Washington busca aplastar.”. Ni siquiera se menciona la exclusión de la Fila Antiimperialista de la SL por los policías y los matones. En un artículo muy distinto destinado al consumo interno, sin embargo, Suzanne Haig escribe en el Militant (9 de abril de 1982) del SWP sobre la misma manifestación en Washington sin mencionar una sola palabra sobre el apoyo por la “victoria de las fuerzas rebeldes”. En cambio denuncia una pancarta espartaquista que dice “¡No a las negociaciones con el carnicero Duarte!”
La principal estratagema de defensa de los reformistas, sin embargo, es de esconderse tras el FDR/FMLN. El artículo del Militant sobre la marcha del 27 de marzo culpa a la SL de haber organizado una “contramanifestación … en contra de la dirección de las fuerzas salvadoreñas de liberación y de su llamado por la paz y las negociaciones …” y el represéntante del FDR Arnaldo Ramos dijo en Washington el 27 de marzo:
“En el plano militar, durante los últimos dos años las fuerzas del FMLN han contenido con éxito cada ofensiva importante contra sus zonas de control. Sin embargo, no nos enorgullecemos de nuestro accionar militar. Hemos hecho hincapié, tanto con la administración estadounidense como con el pueblo norteamericano, en que queremos la paz. Que estamos listos hoy, mañana, a sentarnos a negociar, a intentar impedir que esta guerra centroamericana se lleve a cabo.”
Anteriormente Zamora había dicto a Newsweek (15 de febrero de 1982), “Una victoria militar de los [rebeldes] encontrará a los EE.UU. completamente hostiles … y la gente del mundo de negocios y de las profesiones buscarían salir [de El Salvador]. Bajo estas circunstancias, ¿qué chances tiene el pluralismo?”
¿Es ésta la voz de las “fuerzas de liberación” salvadoreñas? Un artículo en el Los Angeles Times (15 de marzo de 1982) señala diferencias crecientes al interior de la coalición FDR/FMLN de cinco grupos guerrilleros con varios partidos burgueses y pequeñoburgueses marginales:
“[El jefe del FDR Guillermo] Ungo habla de la moderación y de la justicia social y económica …
“[Las Fuerzas Popular de Liberación] de Salvador Cayetano Carpio, quien rompió con los comunistas de El Salvador hace 20 años por creerlos demasiado moderados, habla no de la negociación sino de una larga guerra encarnizada y de una victoria militar.”
Sin embargo, Cayetano Carpio llama por un “gobierno democrático revolucionario, y no por un gobierno socialista”, que abarcaría toda la gama desde “grandes hombres de negocios hasta pequeños campesinos y comerciantes” (New York Times, 9 de febrero de 1982). Y parece que están creciendo las tensiones entre los combatientes en el campo y los políticos frentepopulares que recorren los circuitos de cócteles de Ciudad de México y Washington, D.C. El articulo del Los Angeles Times informa:
“Los rebeldes en el campo no quieren un cese de fuego, creyendo que daría al gobierno un descanso mientras se entrenan nuevas tropas en los Estados Unidos. Pero la organización política rebelde basada en México dice ahora que aceptaría un cese de fuego si empezaran las pláticas.”
Además de los Ungo y los Zamora, los Mitterrand y los López Portillo, también los liberales imperialistas norte-americanos se preocupan por la amenaza al “pluralismo” (es decir, al capitalismo) si los guerrilleros izquierdistas ganan la guerra en El Salvador. Un ayudante al representante Demócrata Michael Barnes, uno de los principales partidarios en el Congreso norteamericano de una “solución política”, dijo al Los Angeles Times:
“‘Si la izquierda gana un triunfo militar, sería dominado por los guerrilleros casi por definición. Echen una mirada a Nicaragua, donde de hecho dejamos a la izquierda ganar un triunfo militar – es decir, la extrema izquierda armada …’
“Johnson cree que los Estados Unidos deberían haber buscado una solución política en Nicaragua antes de que la izquierda ganara un triunfo militar. Una vez que los guerrilleros tomaron Managua, dijo, las cosas se pusieron difíciles para los moderados.
“‘Estos tipos (los sandinistas de Nicaragua) creen que son revolucionarios. Combatieron por la revolución, ganaron la revolución, son la vanguardia de la revolución’, dijo. ‘Ahora, están en el poder y no van a entregarlo. Así son los revolucionarios.’ …
“En El Salvador, dijo, los Estados Unidos deberían fomentar las negociaciones con gente de la izquierda moderada y democrática, como Ungo, que los radicales necesitan como mediadores …
“‘Así que pienso que la izquierda moderada rápidamente perdería la partida si hubiese un triunfo militar, y la izquierda más extrema consolidaría su poder’.”
Estos son los “palomas” respecto a El Salvador, apoyados por el CISPES y el SWP: astutos voceros imperialistas cuyos llamados por una “solución política” tienen como propósito mantener a la “extrema izquierda” fuera del poder.
La “institucionalidad” del ejército
¿En qué consistiría un tal “acuerdo negociado”’? Un largo artículo en el New York Times del 18 de marzo [de 1982] puntualizó los planes de la oposición salvadoreña en detalle. Según el corresponsal Alan Riding, éstos incluyen: un “gobierno provisional amplio que incluiría a representantes del ejército, partidos políticos conservadores y el sector privado además del FMLN y del FDR, sin que ningún grupo en particular ejerza el control”; realización del plan de reforma agraria iniciado por la junta militar; “respeto de las inversiones extranjeras existentes”; una “política extranjera no alineada, con especial énfasis en el mantenimiento de relaciones amistosas con los Estados Unidos”.
Sobre todo la clave es la “preservación de la ‘institucionalidad’ del ejército, que ‘se depuraría’ de oficiales culpados de la actual represión y que posteriormente incorporaría a elementos de los guerrilleros”. Riding cita un dirigente rebelde no identificado que dice, “Los sandinistas [nicaragüenses] ganaron una victoria absoluta porque la Guardia Nacional de Somoza se desgarró. Estamos dispuestos a hacer concesiones en una solución negociada antes de que se desgarre el ejército salvadoreño.” Roberto Roca, uno de los cinco principales comandantes del FMLN, también es citado: “La mejor garantía [para los Estados Unidos] es de evitar una derrota total del ejército.” Y otro dirigente del FMLN, Fermán Cienfuegos: “Vemos a la ofensiva como consolidando nuestra posición; militar para las negociaciones.” Para los marxistas, quienes comprendemos que el centro del poder estatal capitalista son las fuerzas armadas, y en particular la oficialidad, que no pueden ser transformadas en su opuesto sino que deben seraplastadas, tales propuestas liberales señalan un desastre sangriento.
“Preservar la institucionalidad del ejército” – ¿recuerda la frase? Claro, ¡Chile! Para obtener la confirmación del Congreso chileno como presidente del país en 1970, Salvador Allende Gossens, dirigente del frente popular de la Unidad Popular (UP), consintió a una demanda de los Demócratas Cristianos de que “se respeten las estructuras orgánicas y jerárquicas de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, etc.” (Alain Labrousse, El experimento chileno [1973]). El Estatuto de Garantías Constitucionales votado por la UP y firmado por Allende hizo anticonstitucional la formación de milicias obreras o el nombramiento de oficiales policiales o militares no entrenados en las respectivas academias. Igual que el FDR/FMLN salvadoreño, que alaba oficiales “progresistas” como el coronel Majano, la UP de Allende pregonaba la confianza en oficiales “constitucionalistas” tales como … el general Pinochet. El resultado: 30.000 asesinados en el golpe de 1973, 100.000 arrestados, casi un millón forzados al exilio.
Una componenda con la junta militar salvadoreña, igual que el acuerdo de Allende de respetar la “institucionalidad” de las fuerzas armadas, no “acabará con el derrame de sangre”. Por el contrario, sentará las bases para un baño de sangre estilo chileno para los obreros desarmados. Recuerden la conocida escena cuando los dirigentes rebeldes firman un acuerdo con el tirano, los insurgentes entregan sus armas y entonces empieza la massacre. Hoy el PC acusa a los espartaquistas de “urgir al pueblo salvadoreño a seguir la lucha armada hasta la última gota de sangre campesina” (Daily World, 30 de marzo de 1982). En Chile durante los últimos meses antes del golpe los estalinistas en forma parecida enarbolaban la consigna traicionera “¡No a la Guerra Civil!”. Frente a la guerra civil los que levantan las consignas pacifistas de “terminar la guerra” en vez de ganarla son los enemigos más peligrosos de la clase obrera. La única vía para terminar con las masacres, para terminar el derrame de la sangre campesina, es de barrer a los verdugos y carniceros mediante la revolución obrera. Este es el programa de los trotskistas; los frentepopulistas harán lo imposible para enterrarlo.
Antiimperialismo en el extranjero, lucha de clases en el propio país
La Spartacist League dice que El Salvador es el frente de la campaña de guerra antisoviética del imperialismo estadounidense. CISPES/PAM/SWP/PC/WWP y los pocos grupúsculos centristas saben y temen que las cosas son así. Esta comprensión alimenta la vehemencia hipócrita con que lo niegan. Arguyen que la intervención de Reagan no es justificada porque no intervienen los soviéticos. Por consiguiente, ¡una intervención soviética justificarla la intervención norteamericana! Esta es la premisa de los liberales estilo Kennedy que los radicales/liberales y reformistas también aceptan. Es por eso que levantan la consigna absurda “Alto a la guerra de EE.UU. en El Salvador” – pretendiendo que no hay una base interna para la contrarrevolución allá; pretendiendo que El Salvador no tiene nada que ver con la Guerra Fría.
Dicen los frentepopulistas, ¿con qué autoridad les decimos a “los salvadoreños” qué deben hacer? Preconizan la “autodeterminación mediante triunfo militar o negociaciones”, lo que quiera el profesor Ungo. Este es el sello del reformismo socialdemócrata. Los bolcheviques de Lenin no compartían, en ningún sentido, esta arrogancia liberal imperialista. He aquí las palabras de León Trotsky al respecto:
“Lo que caracteriza al bolchevismo en la cuestión nacional es que trata a las naciones oprimidas, incluso a las más atrasadas, no solamente como objetos, sino también como sujetos políticos. El bolchevismo no se limita a reconocerles ‘el derecho’ a la autodeterminación y a protestar en el parlamento contra la violación de este derecho. El bolchevismo penetra en las naciones oprimidas, las levanta contra sus opresores, liga su lucha a la del proletariado de los países capitalistas, enseña a los oprimidos, sean chinos, indios o árabes, el arte de la insurrección, y asume la plena responsabilidad de este trabajo ante los verdugos civilizados. Solamente ahí es donde comienza el bolchevismo, es decir, el marxismo revolucionario en acción.”
— León Trotsky, “Y ahora? Problemas vitalés del proletariado alemán” (enero de 1932), La lucha contra el fascismo(Editorial Fontamara).
El Salvador no es una excepción: Guatemala, 1954; Santo Domingo, 1965; Vietnam, 1945-1975 – en tanto persista el sistema imperialista habrán nuevos El Salvador, nuevos Vietnam. La fuerza clave para destruir al imperialismo es la clase obrera de los centros imperialistas. La SL lucha para que el movimiento obrero norteamericano boicotee todo cargamento militar a las dictaduras derechistas de América Central, para lanzar huelgas políticas en el caso de una intervención directa de los EE.UU. La solidaridad más concreta que se puede brindar a las revoluciones latinoamericanas es de construir un partido comunista para dirigir la revolución obrera “en las entrañas del monstruo”.
Un triunfo militar de la izquierda en El Salvador abre el camino a la revolución obrera en toda Centroamérica extendiéndose al poderoso proletariado de México. Plantea la necesidad urgente de una revolución socialista en los mismos Estados Unidos. Nosotros lo decimos. Ellos lo temen. Es por eso que quieren aplastar a los espartaquistas. Pero estas tareas se imponen implacablemente por la lucha contra Reagan y sus títeres. La única alternativa real es revolución o muerte, socialismo o barbarie a escala mundial. Aquellos que buscan evadir esta alternativa o son imbéciles o charlatanes, o ambos.
EEUU/DEA ¡Manos fuera de Centroamérica!
¡Defensa de Cuba y la URSS comienza en El Salvador!
¡Romper con el Partido Demócrata – Por acción obrera para derribar a Reagan!
(Importantes críticas adjunta)
“A lo largo de los años 80, la SL desarrolló una fuerte tendencia a reducir el trotskismo a la cuestión del defensismo soviético. Ese giro fue parcialmente reconocido en la época en que yo era miembro de la juventud de la Liga Espartaquista. Desde que pasó a ver la defensa de la URSS como la cuestión central en todos los lugares y ocasiones, desde Nicaragua hasta Alice Springs, Australia, surgió una tendencia para ver el mundo a partir del estrecho punto de vista de la pregunta ‘¿está bien así para Rusia?” “Frecuentemente se escribía y se afirmaba internamente que la defensa de la URSS era la ‘brújula política’ de la SL, que iría a prevenir su degeneración, un tipo de talismán mágico para espantar los espíritus del antitrotskismo. En contraste, el Programa de Transición declara que la Cuarta Internacional debe ‘basar su programa en la lógica de la lucha de clases’, lo cual es bien diferente a usar la defensa de la URSS como una brújula política.”
17 de agosto de 2010