DECLARACIÓN DE RELACIONES FRATERNALES entre la Organización Trotskista Revolucionaria de Chile y la tendencia espartaquista internacional
El 17 de mayo de 1976
I
Los acontecimientos de los años 1970 a 1973 en Chile plantearon, y siguen planteando, una prueba fundamental de la capacidad revolucionaria de todos aquellos que pretenden hablar en nombre de los intereses históricos de la clase obrera. Los autodenominados socialistas que a través de la coalición Unidad Popular (UP) ataron las masas explotadas a los oficiales “constitucionalistas” y a la burguesía “antiimperialista” se erigieron en obstáculo a la revolución, y por consiguiente en cómplices de la contrarrevolución. La primera tarea de aquellos que buscan preparar una insurrección proletaria que derrumbará al estado burgués, hoy día en manos de la sangrienta dictadura de Pinochet, es de trazar las lecciones del frente popular de Allende. Sólo de este modo será posible hacer romper a las masas con esos dirigentes traidores reformistas y centristas que abrieron la vía para el golpe del 11 de septiembre de 1973. En ese entonces el frente popular burgués fue reemplazado por otra forma de dominio capitalista, la junta militar bonapartista, que se balancea entre las fracciones y clanes de la mediana y alta burguesía, y refleja la presión de los mayores poderes imperialistas.
Ya a finales de 1970 la tendencia espartaquista advertía:
“Es el deber más elemental de los marxistas revolucionarios el oponerse irreconciliablemente al frente popular en las elecciones y no tener absolutamente ninguna confianza en él una vez en el poder. Cualquier ‘apoyo crítico’ a la coalición de Allende sería una traición a la clase, abriendo el camino para una derrota sangrienta de los trabajadores chilenos cuando la reacción criolla, auxiliada por el imperialismo internacional, esté lista.”
Trágicamente no había en Chile un partido trotskista para galvanizar los obreros alrededor del programa marxista de independencia de clase, y los subsecuentes acontecimientos gráficamente corroboraron esta advertencia deSpartacist (ver “Frente popular en Chile”, Cuadernos Marxistas No. 3).
II
Como dijo Trotsky en 1937: “En realidad, el Frente Popular es la cuestión principal de la estrategia de clase proletaria de esta época. También ofrece el mejor criterio para distinguir entre el bolchevismo y el menchevismo.”
La organización más grande pretendidamente revolucionaria que se encontraba formalmente fuera de la coalición UP, el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), fue incapaz de presentar una oposición de clase al frente popular. Aunque atrajo una capa de juventud militante, fundamentalmente de la pequeña burguesía, y pese a sus críticas periódicas contra el Partido Comunista (PC), el MIR nunca rompió con la Unidad Popular. Después de las elecciones de septiembre de 1970 llamó a las masas a apoyar a Allende; hoy día, el MIR forma parte del frente popular en el exilio, buscando “ampliar” esta coalición de colaboración de clases al integrar aún a demócratas cristianos. El heroísmo individual de muchos militantes del MIR no puede ocultar la bancarrota política de estos castristas chilenos, la máscara de izquierda del frente popular.
Los discípulos chilenos de las varias autoproclamadas “Cuartas Internacionales” tampoco presentaron una política trotskista de hostilidad irreconciliable al frente-populismo. Los partidarios del Secretariado “Unificado” (SU), por una parte, quedaron atascados en el “entrismo profundo” perpetuo dentro del Partido Socialista (el cementerio tradicional de los falsos trotskistas en Chile); y por otra seguían desvergonzadamente al MIR. (El SU jugó un papel central en la creación del MIR, pero esto no les impidió a los castristas de expulsarlos sumariamente dos años más tarde por presunto trotskismo. ¡Tal es la recompensa del oportunismo!) Los partidarios del SU consideraron a los elementos burgueses de la UP como sin relevancia, ocultando el carácter de clase del régimen de Allende detrás de la etiqueta “reformista”, y exigiéndole cumplir con el programa burgués de la UP.
En cuanto a los dos grupos chilenos pertenecientes al “Comité de Organización por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional” encabezado por la OCI francesa, ninguno caracterizó a la UP como frente popular hasta después del golpe de Pinochet. Finalmente, el minúsculo grupo pasadista consideró al régimen de Allende como “gobierno revolucionario”, una categoría en la cual también incluye las juntas militares del Perú y del Panamá.
III
Sin embargo, algunos militantes en Chile buscaban oponerse al colaboracionismo de clases de los dominantes partidos obreros reformistas – o como lo expresó Lenin, partidos obreros burgueses – el PC y el PS. A finales de 1972, elementos de la Tendencia Revolucionaria de Octubre (TRO, aliada con la minoría internacional reformista del SU) se rehusaron acceder a una fusión con el Frente Revolucionario Trotskista (FRT, liderado por L. Vitale y aliado con la mayoría centrista del SU) a causa de la no-resolución (y ni siquiera discusión) de diferencias sobre Cuba y el guerrillerismo, y de la ausencia de una política revolucionaria frente a la UP. Por consiguiente, esta agrupación fue inmediatamente expulsada por el comité central elegido en el congreso de fundación del Partido Socialista Revolucionario (PSR) con acusaciones de “ultra-izquierdismo”.
En la dirección central de la tendencia expulsada, que luego se transformó en la Organización Trotskista Revolucionaria (OTR), se encuentran dirigentes sindicales con muchos años de experiencia en la dirección de las luchas de los mineros chilenos, tanto contra los monopolios norteamericanos como las empresas estatales de la burguesía chilena. Habiendo roto con el PS, en las elecciones legislativas de marzo de 1973 se llamó a votar por la Unión Socialista Popular (USOPO), una escisión del PS, sin darle ninguna confianza política. Aunque los dirigentes de la USOPO eran reformistas, habían sido forzados a romper con el frente popular a causa de la oposición de izquierda a la UP entre los mineros del cobre, la base de la USOPO. Poco antes del golpe, dirigentes de la OTR encabezaron una marcha obrera en Santiago exigiendo “Romper con la burguesía”.
Más tarde, en un documento aprobado por su congreso de octubre de 1974, “Una derrota política y la necesidad de un balance”, la OTR escribió:
“Decir que el carácter de la UP es reformista, significa ser cómplice de la traición cometida… La UP se inscribe así en la lista de los viejos Frentes Populares, que fueron el modelo diseñado para traicionar a la clase obrera.”
IV
A la época del matrimonio a la fuerza que resultó en el PSR en noviembre de 1972, la tendencia que más tarde será la Organización Trotskista Revolucionaria de Chile ya tuvo experiencia con las maniobras sin principios de las fracciones competidoras del SU. En el exilio, la OTR tomó contacto directo con la dirección del Secretariado Unificado. Aunque invitada al “Décimo Congreso Mundial” del SU, ¡la OTR fue informada de que no habría discusión sobre Chile! Esto era de esperar lógicamente de esta falsa Internacional que había clasificado de frente popular al régimen de Allende en 1971, mientras que esta posición no fue compartida por sus grupos simpatizantes en Chile. Luego, después del golpe de 1973, rehabilitó la UP al rango de “reformista”. Evidentemente, cualquier balance honesto de los acontecimientos chilenos sólo puede condenar el propio oportunismo del SU y su falla de presentar una oposición revolucionaria al colaboracionismo de clases.
La OCI, como el SU, había calificado al régimen de Allende de frente popular (aunque no tomó el paso decisivo de llamar a la oposición electoral a todos los partidos de la coalición UP) mientras sus partidarios chilenos se negaron a hacer esta caracterización. En discusiones con la OCI, la OTR rechazó terminantemente la llamada de la OCI a votar por Mitterrand (el candidato del frente popular Unión de la Izquierda en las elecciones presidenciales francesas de 1974) y se opusieron a la política de la OCI seguidista al Partido Socialista portugués. En 1971, después de haber desempeñado un papel fundamental en la frustración de las oportunidades para una revolución boliviana por su claudicación centrista, el principal aliado latinoamericano de la OCI, el POR de G. Lora, firmó un pacto político con el desalojado ex-presidente boliviano, el general Torres. Más tarde, la OCI llamó por la extensión de esta alianza con la burguesía “antiimperialista” a la escala continental – un súper-Kuomintang latinoamericano. Tal política traidora demuestra los apetitos de estos pretendidos trotskistas a cometer traiciones igualmente monstruosas que aquellas del PS y del PC chilenos.
Al tomar contacto con la tendencia espartaquista internacional (TEI), la OTR estuvo fundamentalmente de acuerdo con la consecuente oposición de clase de la TEI al frente popular chileno, planteado en posiciones tomadas incluso a la altura de la popularidad de Allende y expresadas en los artículos recolectados en Cuadernos Marxistas No. 3. El acuerdo inicial fue extendido al incluir la comprensión de la naturaleza de Cuba como estado obrero burocráticamente deformado. Los oportunistas del Secretariado Unificado formaron su falsa Internacional sobre la base de la claudicación frente a la popularidad de Castro entre los radicales pequeñoburgueses, calificando a Cuba de estado obrero sano que meramente “carecía de las formas” de la democracia proletaria. Al contrario, el precursor de la Spartacist League/EE.UU., la Tendencia Revolucionaria (TR) del Socialist Workers Party (SWP) de los EE.UU., insistió que Cuba era un estado obrero deformado y la democracia obrera sólo se lograría a través de una revolución política bajo la dirección de un partido trotskista. Fue justamente por la defensa de este programa marxista que la TR era expulsada del SWP, como parte de la degeneración del SWP en su paso rápido por el centrismo en camino hacia el reformismo socialdemócrata servil. A través de una discusión de la historia del movimiento trotskista internacional, la claudicación del SU frente al castrismo fue remontada hasta sus orígenes en el liquidacionismo pablista que había destruido a la Cuarta Internacional en 1951-53.
V
Entre sus antiguas posiciones políticas, heredadas del pablismo, que la OTR tuvo que revisar, la cuestión del guerrillerismo fue la más dificultosa. Dentro-de la TRO, la tendencia que después sería la OTR había sido marcado por un guerrillerismo fuerte; acusó la dirección de la TRO de no haber cumplido con la decisión sobre la “lucha armada” en América Latina aprobada por el “Noveno Congreso” del SU. Mientras la OTR rechazaba la guerra de guerrillas foquista, basada sobre el campesinado, planteaba la guerrilla obrera.
Durante las discusiones con la TEI, la OTR llegó a la conclusión de que los marxistas deben oponerse al guerrillerismo. Como declaró la Tendencia Revolucionaria en 1963, “La experiencia después de la Segunda Guerra Mundial ha demostrado que la guerra de guerrillas basada en los campesinos bajo una dirección pequeñoburguesa no puede llevar más allá de un régimen burocrático antiobrero” (“Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional”). Además, sea en su forma rural o urbana (Tupamaros), sea como guevarismo, la “guerra del pueblo” maoísta o bajo un disfraz “trotskista” (como en el caso del PRT/ERP argentino), el guerrillerismo es hostil a la revolución proletaria y conduce inevitablemente a – o es el reflejo de – concepciones estalinistas de “dos etapas” o hasta el abierto nacionalismo pequeñoburgués.
El proletariado no puede sostener una guerra de guerrillas, por lo que el mismo concepto implica la ausencia de una situación revolucionaria y la lucha irregular que requiere una capacidad de repliegue rápido. Además de su claro interés de clase, es la organización del proletariado la que le da una superioridad política sobre el campesinado atomizado. Pero esta organización resulta de la posición de la clase obrera en la estructura de la sociedad capitalista; replegarse a las montañas en el fin destruiría la clase o el carácter de clase de su vanguardia.
No hay mejor ejemplo de la impotencia del guerrillerismo enfrentado por una ofensiva concertada por parte de la burguesía que el reciente fracaso en Argentina. Aunque el guerrillerismo (tanto urbano como rural) fue más extenso, mejor financiado y equipado, de más larga duración y con más variedades diferentes que en cualquier otra parte de América Latina, ningún grupo guerrillero podía ofrecer la más mínima resistencia al golpe de Videla, o aún detener las notorias escuadras de muerte de las AAA que han asesinado con impunidad a miles de militantes de izquierda y dirigentes obreros durante tos últimos tres años.
El partido revolucionario debe, por supuesto, tomar un papel activo en organizar la autodefensa de las masas trabajadoras, y en muchas ocasiones es vital el uso de tácticas guerrilleras como un elemento subordinado de guerra civil. No obstante, para el proletariado el camino al poder es por medio de una insurrección de masas contra el estado burgués; la organización militar central del levantamiento debe ser un brazo de, y dirigido por, las organizaciones de masas de la clase obrera, dirigidas por el partido de vanguardia leninista.
VI
En América Latina el guerrillerismo de inspiración castrista ha llevado una generación de militantes subjetivamente revolucionarios a una derrota tras otra, resultando en una carnecería sin sentido de muchos de los más dedicados y valientes luchadores. En numerosos países, miles de militantes han sido vilmente engañados por las pretensiones trotskistas de los pablistas y demás revisionistas, llevándoles a la capitulación frente a las direcciones no-proletarias.
Rechazamos las pretensiones de las varias agrupaciones internacionales que tratan de presentarse como la Cuarta Internacional, de ser la continuidad, sea organizacional o política, de la organización revolucionaria fundada por León Trotsky en 1938. La experiencia chilena ha demostrado una vez más la bancarrota de estos impostores falso-trotskistas. Aquellos que durante los años 1970 a 1973 proveyeron una máscara de izquierda a la Unidad Popular de Allende, solo un año después estaban sembrando ilusiones en el Movimiento de las Fuerzas Armadas portugués y/o en sus colaboradores del PC y del PS. Después de desempañar un papel central en la creación del MIR, para verse expulsado de su propio engendro poco después, el SU repitió este curso desastroso con el fracaso del PRT/ERP guerrillerista, sosteniendo al mismo tiempo al PST socialdemócrata, que apoyó políticamente al gobierno peronista. Sólo una Internacional auténticamente trotskista, basándose firmemente en la teoría de la revolución permanente y dedicada a la destrucción de la autoridad de todos los dirigentes reformistas y centristas de la clase obrera, puede resolver la crisis de la dirección proletaria.
Dado el gran número de militantes subjetivamente revolucionarios dentro de las filas de las varias organizaciones pretendidamente revolucionarias y la importancia central de destruir al pablismo a escala mundial, la Organización Trotskista Revolucionaria y la tendencia espartaquista internacional, en esta declaración de relaciones fraternales, se comprometen a emprender trabajo conjunto hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional. Buscamos reforjar la Cuarta Internacional al ganar los mejores cuadros y militantes a través de un proceso de reagrupamiento revolucionario. Sobre la base de los puntos arriba mencionados y de acuerdo con la declaración de principios de la Spartacist League/EE.UU., adoptada subsecuentemente por la TEI, los firmantes de la presente declaración expresan su intención de lograr la unificación de la Organización Trotskista Revolucionaria de Chile con la tendencia espartaquista internacional; a su vez, esto representará un gran paso hacia la formación de la Liga Trotskista Internacional, de envergadura mundial.
[Impreso en Spartacist No. 4, mayo de 1977]