Cuba y los estados obreros deformados
por Tim Wohlforth
20 de julio de 1961
[Originalmente publicado en Marxist Bulletin 8. Esta versión fue impresa en Cuadernos Marxistas No.2.– Cuba y la Teoría Marxista]
[Nota de introducción (Al documento “Cuba y los estados obreros deformados”) por James Robertson, 9 de junio de 1966]
Su método y el nuestro
Desde el momento en que empezamos a discutir sobre Cuba en el Partido, la mayoría ha intentado forzarnos a llegar a una posición inmediata sobre la naturaleza del estado cubano. Para la mayoría del Partido no era muy difícil el llegar a una posición. Su método era el de un impresionismo empiricista. Simplemente describían lo que Cuba parecía ser en el momento y llamaban á esta descripción ¡una teoría!
Apropiadamente, nosotros rechazamos este método en su totalidad. Decimos que los marxistas deben hacer algo más que describir las apariencias del momento. Es nuestro deber el ver los sucesos políticos y sociales como un proceso en movimiento. Debemos estudiarlos a medida que evolucionan y colocar esta evolución dentro del marco de la situación mundial total y de nuestro enfoque teórico en su conjunto. Así, nosotros decimos que es imposible entender lo que es en este momento, a menos que entendamos lo que ha sido y lo que será.
Apremiamos a los que nos reprochan “el no ver la nueva realidad con la suficiente rapidez” a estudiar la historia de nuestro movimiento mundial y ver lo que pasó con otros que antes comprendieron la “nueva realidad” tan rápidamente, que abrazaron regímenes burocráticos tan amorosamente. Estos camaradas abrazaron los nuevos regímenes burocráticos con la esperanza de que estas fuerzas ajenas, en vez de nosotros, llevasen a cabo la revolución socialista. No seremos forzados a descartar el método marxista. Nos tomaremos el tiempo necesario para estudiar la evolución de Cuba y para definir la naturaleza del estado sobre la base de una comprensión de este proceso evolutivo.
La evolución de Cuba
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la evolución de Cuba. Déjenme hacer un breve esquema de aquellos puntos pertinentes para un entendimiento de la naturaleza del estado cubano. La Revolución Cubana fue llevada a cabo por un grupo nacionalista radical pequeño-burgués, cuya base social primaria era una clase pequeño-burguesa – el campesinado. (De pasada es importante notar que Che Guevara ha repudiado específicamente la tesis de Hansen-Sweezy de que el Movimiento 2ó de Julio se basó, en sus primeros estadios, en el proletariado rural. Apuntó que en las montañas no existía tal proletariado y que la organización se basaba en el campesinado local.) Al organizarse de manera militar y al utilizar las técnicas de la guerrilla rural, Castro fue capaz de dar coherencia a esta fuerza campesina, de otro modo desorganizada, y con este grupo social hacer caer un régimen capitalista decadente.
Al llegar al poder, Castro destruyó casi inmediatamente el viejo aparato estatal de Batista y el ejército sobre el que descansaba. Creó un nuevo aparato administrativo compuesto de nuevos elementos pequeño-burgueses radicales y basado en el Ejército Rebelde. Desde el principio, las relaciones de este nuevo estado bonapartista con la propiedad capitalista fueron bastante contradictorias. Mientras este nuevo aparato estatal se basó por lo menos durante un año y medio en estas relaciones de propiedad capitalistas, la fuerza de la revolución y la oposición del imperialismo a las demandas democráticas de la revolución forzaron al gobierno a actuar contra las relaciones de propiedad capitalistas – aunque de una manera esporádica y empírica. Sin embargo, la habilidad del gobierno para actuar de esta manera se puede atribuir al menos en parte al hecho de que el nuevo gobierno habla roto con el antiguo aparato estatal y era por lo tanto capaz de actuar de una manera bonapartista parcialmente independiente de la clase capitalista en Cuba.
Este proceso, espoleado principalmente por la hostilidad del capitalismo estadounidense, culminó en las nacionalizaciones de septiembre-octubre de 1960 que pusieron bajo la propiedad directa del gobierno por lo menos al 80% de la industria, a toda la industria importante y al sistema bancario en su totalidad. La reforma agraria, llevada a cabo en la primavera anterior, no fue socialista pero fue mucho más extensa que la de la URSS o la de Europa Oriental. Esta serie de expropiaciones eliminaron claramente de Cuba a la burguesía nacional. Aún más, el gobierno estableció un monopolio completo del comercio exterior y comenzó una forma rudimentaria de planeamiento económico.
Las nacionalizaciones de septiembre-octubre plantearon la cuestión de si el aparato gubernamental bonapartista, al continuar estando libre del control por las masas obreras, se basarla firmemente sobre las nuevas formas de propiedad en Cuba o si trataría de volver a relaciones esencialmente capitalistas. Podemos decir que aunque las extensas nacionalizaciones del período septiembre-octubre sentaron las bases para la transformación de Cuba en un estado obrero deformado, no era automáticamente forzoso que el aparato estatal pequeño-burgués fuera a defender y a desarrollar estas formas de propiedad. Fue por lo tanto incorrecto, en mi opinión, caracterizar a Cuba en este momento como un estado obrero deformado.
Fue la invasión de17 de abril la que claramente reveló que el régimen de Castro, por muy débil que fuera, estaba definitivamente comprometido a la defensa de estas nuevas formas de propiedad. Ésto fue demostrado primeramente en la defensa de la revolución que Castro llevó a cabo tan eficazmente. Aún más importante, la invasión demostró claramente que el imperialismo no estaba interesado en llegar a un acomodo con Castro. Los imperialistas estaban buscando ante todo la derrota del régimen, si fuera posible. Y si no es posible, como estoy seguro que ellos reconocen ahora, los imperialistas desean forzar a Castro precisamente hacia los brazos de la URSS – a volverse un país estalinista. De esta manera los imperialistas son capaces de limitar el atractivo de Castro y contener la revolución. La línea de conducta del Departamento de Estado de los Estados Unidos sólo se puede explicar si se interpreta de esta manera (¡y créanlo o no, tienen un cierto método en su locura!).
Cualquiera que sea la interpretación del significado, de la invasión, fue evidente inmediatamente que Castro comprendió que significaba que él debería basarse definitivamente sobre las nuevas formas de propiedad y sobre sus relaciones con el bloque soviético si su régimen iba a tener alguna posibilidad de sobrevivir. Este es el verdadero significado de su declaración de que Cuba es un país “socialista”. Pronto se hizo absolutamente claro el que Castro iba en serio y que ésto no constituía una referencia de pasada. Desde el momento de esta declaración un profundo impulso hacia la estalinización del país ha sido fuertemente implementado. A este respecto, es importante notar que: a) la prensa cubana está ahora dedicada casi exclusivamente a alabar a los países estalinistas y a poner de manifiesto una línea política esencialmente estalinista; b) se han acelerado las relaciones económicas con los estados obreros deformados; c) la masa de arrestos a gran escala durante la invasión reveló una organización de policía secreta altamente desarrollada, lo que es un presagio de peligro para el futuro, porque no está bajo el control de la clase obrera; d) el impulso hacia “un partido único de la revolución” que, en el contexto de estos otros sucesos, parece ser la base del establecimiento del gobierno de partido único tradicionalmente estalinista, ha progresado a un ritmo febril; e) los ataques contra los trotskistas son el símbolo final de la naturaleza deformada del régimen.
Estados obreros y estados obreros deformados
Desde el principio de la discusión hemos insistido el reconocimiento de la diferencia cualitativa que existe entre los estados obreros y los estados obreros deformados, y esta insistencia fue tal vez la contribución más importante que hicimos a toda la discusión. Durante los últimos quince años se ha creado una increíble confusión teórica en todas las secciones de nuestro movimiento mundial por falta de clarificación sobre este punto central.
Los estados obreros [1] y los estados obreros deformados tienen dos sistemas políticos que son esencialmente diferentes y mutuamente contradictorios, aún cuando ambos descansan sobre las bases de la propiedad nacionalizada – formas de propiedad proletaria. El estado obrero deformado se caracteriza por el gobierno de una burocracia pequeño-burguesa incontrolable que oprime a la clase obrera y que tiene una perspectiva contrarrevolucionaria. Esta capa social se encuentra en todo momento en contradicción con las formas de propiedad mismas sobre las que debe basar su dominio. El verdadero, desarrollo de estas formas requiere la total destrucción de estas instituciones parasitarias y la creación de una estructura estatal completamente nueva basada sobre el dominio de la clase obrera. Por lo tanto hace falta una revolución política para transformar a un estado obrero deformado en un estado obrero.
Por el contrario en un estado obrero los obreros gobiernan directamente a través de sus propios órganos representativos y de su partido. El régimen político está en consonancia con las formas de propiedad sobre las cales se basa y por lo tanto se abre la posibilidad del avance de la sociedad en su totalidad hacia el comunismo. La transformación de un estado obrero en un estado obrero deformado (o, para ser más precisos, degenerado) es un proceso político tan profundo que para que esta transformación sea completa se necesita una contrarrevolución política, de tipo Termidor, lo que Trotsky llamó “una guerra preventiva”, que literalmente retira físicamente a la clase obrera de las posiciones gubernamentales y devuelve el poder a la burocracia contrarrevolucionaria pequeño-burguesa.
No todos los estados obreros son uniformemente sanos, ni todos los estados obreros deformados uniformemente enfermos. Dentro del marco general de cada tipo diferente de institución hay grados, variables de enfermedad y salud. Así, la URSS contuvo en sí misma enfermedades o deformaciones serias casi desde el principio, pero no fue un estado obrero deformado hasta que no pasó por una profunda revolución de tipo Termidor que finalmente aniquiló literalmente a los previos líderes obreros. Y también es posible tener un estado obrero deformado allí donde todavía no existe una casta burocrática privilegiada claramente definida. Aún reconociendo estas variaciones no debemos caer en la trampa de rehusar reconocer la diferencia cualitativa entre estas dos formas de gobierno político. Una de las características más marcadas del confuso pensamiento de los liberales es una tendencia a destruir las diferencias cualitativas y a transformarlo todo en lo que Marx solía llamar un “revoltijo”. Así, ya que hay algunos obreros que son bastante pobres y otros que son relativamente acomodados, y hay capitalistas que viven al día con sus pequeñas tiendas, etc., y otros que son muy ricos – por lo tanto no hay diferencias cualitativas entre obreros y capitalistas – no hay clases. De la misma manera, la misma metodología se aplica en ocasiones en nuestro movimiento a la teoría del estado. (Joe Hansen [ex-secretario de Trotsky y entonces líder da mayoría del SWP] es un experto en esto.) Veis, existen muchas formas diferentes de estados obreros – degenerados, deformados, peculiares, anormales y hasta sanos – todos los cuales se aproximan más o menos a la forma ideal del estado obrero concebido por Lenin. De pronto la diferencia cualitativa entre estados obreros y estados obreros deformados se disuelve en grados de diferenciascuantitativas. De pronto, toda la teoría trotskista es destruida y Joe Hansen se hunde confortablemente en ese fango maloliente en el cual los centristas se encuentran tan felices.
Un entendimiento completo de las diferencias cualitativas entre un estado obrero y un estado obrero deformado constituye precisamente la base de nuestro concepto teórico sobre Cuba y sobre los otros estados deformados. El resto de los conceptos teóricos expuestos en este articulo se derivan de este punto de vista básico. Si esta pasada lucha política en el Partido consiguiera solamente ésto – si grabar en las mentes de nuestros camaradas, este único concepto –entonces esta lucha agotadora habría valido la pena.
El estado en transición
Creo que esencialmente tuvimos razón cuando insistimos en la naturaleza transicional del nuevo aparato estatal cubano. Este concepto específicamente ha sido atacado con saña. Se dice que está en contradicción con el concepto marxista del estado como instrumento dominante en todo momento de la clase dirigente, de una sociedad determinada. Pero aquellos que han atacado nuestro concepto del estado cubano no han sido capaces de substituirlo por otro! Apropiadamente Shane desafió a la mayoría a que definiera la naturaleza del estado chino entre 1949 y 1952-1953 cuando el partido pretendió que era un estado obrero deformado. Joe Hansen en su artículo polémico, simplemente eludió la cuestión y hasta esta fecha ningún camarada de la mayoría ha contestado.
Comentaré algo más sobre este reto digo categóricamente: todos los estados obreros deformados que han surgido en Europa Oriental, Yugoeslavia, China, Corea del Norte, Vietnam del Norte, Cuba – pasaron por períodos transicionales de más o menos duración durante los cuales un aparato estatal bonapartista que administraba una economía capitalista se transformó en un aparato estatal todavía bonapartista, pero administrando una economía nacionalizada. Esta es la realidad pura y simple, y debemos afrontarla. El Plan Marshall forzó a la URSS a abolir completamente los últimos vestigios de propiedad capitalista en Europa Oriental, pero hizo ésto sin cambiar esencialmente el aparato estatal que originalmente había administrado una economía capitalista en estos países. La guerra de Corea forzó a China a llevar a cabo las últimas expropiaciones y a volverse definitivamente un estado obrero deformado, pero, una vez más, el aparato estatal no fue diferente de aquel que había tomado el poder en 1949. En Europa Oriental, en China y en Cuba, surge un patrón asombrosamente similar: la antigua estructura del estado y el ejército sobre el cual se basa son destruidos (en Europa Oriental por el ejército, soviético, en China y Cuba por la culminación de una guerra civil); un nuevo aparato pequeño-burgués surge libre de lazos directos con el antiguo sistema; finalmente el imperialismo fuerza al nuevo aparato estatal a consolidar su dominio sobre las bases de nuevas formas de propiedad (efectos de la guerra fría sobre Europa Oriental, de la guerra de Corea sobre China, del bloqueo económico y de la invasión del 17 de abril sobre Cuba).
¿Es que por el hecho de reconocer esta realidad debemos revisar las ideas esenciales del marxismo sobre la teoría del estado? Yo creo que no. Creo que el problema que los camaradas tienen para asimilar este proceso proviene de dos errores: (a) un enfoque formalista en vez de dialéctico del cambio social y (b) el no entender completamente la naturaleza contradictoria de un estado obrero deformado.
Debemos tomar nota del hecho de que el desarrollo de los estados obreros deformados en el período de la postguerra confirma el concepto marxista del estado de la siguiente importante manera. En todos estos países apareció un nuevo aparato estatal para remplazar el previo aparato estatal capitalista y se basó esencialmente sobre un ejército nuevo y diferente. En Europa Oriental el aparato de gobierno fue desde el principio completamente dependiente del ejército soviético y de ninguna otra fuerza social significativa [2]. En China, Yugoslavia y Cuba esta tendencia aparece todavía más clara. Aquí el nuevo aparato estatal se basa en un ejército esencialmente campesino que toma el poder después de derrotar físicamente al antiguo ejército capitalista. Desde el principio, en todos estos países el estado naciente tenía una base, al menos en parte, independiente de la vieja estructura capitalista del país. En ninguno de estos países el nuevo estado aparece sin romper realmente con el antiguo aparato estatal y con el antiguo ejército en el cual descansaba.
Es importante también notar que las relaciones del nuevo aparato estatal con los capitalistas del país fueron siempre forzadas y poco naturales. Mientras que por una parte los lideres pequeño-burgueses de estos nuevos estados buscaron la cooperación de los capitalistas, los capitalistas temían y desconfiaban del nuevo poder estatal – reconocían que no estaba enteramente en sus manos – que se podía poner decisivamente en contra de la clase capitalista como no habían podido hacerlo previos estados. Por lo tanto la huída de los capitalistas fue una parte integral del proceso revolucionario en todos estos países.
Sin embargo, aquí hay implicado algo nuevo que requiere una pequeña modificación de nuestro concepto del estado – una modificación que está conforme con la teoría en su totalidad, y con nuestro método esencialmente dialéctico. El estado que se estableció en estos países había remplazado al antiguo aparato estatal capitalista, pero su verdadera naturaleza sólo se pone de manifiesto después de haber pasado por un proceso de transformación. El cambio en la naturaleza del estado bajo estas circunstancias históricas específicas no es un suceso categórico formal del que se puede decir que acaeció en una semana determinada, en un día determinado, en un segundo determinado. Fue un proceso de naturaleza verdaderamente dialéctica. La dialéctica nos enseña que para llegar del punto A al punto B uno debe ao mismo tiempo estar en A y no estar en A; estar en B y no estar en B; etc. Los nuevos estados en estos países son y no son estados capitalistas; son y no son estados obreros. Pasaron por un estado de transición que, por circunstancias históricas especiales, duró más o menos. Pero debemos tener en cuenta en todo momento que es sólo la ruptura original con el antiguo aparato estatal capitalista lo que los libera para que puedan llevar a cabo esta transformación. (Es decir, que a través de la ruptura con el antiguo aparato estatal capitalista, el nuevo aparato estatal ha dejado parcialmente el punto A – ha llegado parcialmente al punto B.)
Debemos tomar en cuenta en todo momento las circunstancias históricas especiales que han producido estos fenómenos altamente contradictorios y el resultado contradictorio de este proceso – el estado obrero deformado mismo. La contradicción esencial que produce las condiciones efectivas que nutren estos estados obreros deformados es precisamente la contradicción entre la supermadurez de las condiciones para la derrota del capitalismo y la debilidad de la vanguardia revolucionaria. (La supermadurez del factor objetivo, la inmadurez del factor subjetivo.)
La falta de dirección proletaria produce unas distorsiones horrendas sobre este proceso revolucionario, distorsiones que bloquean el proceso a medio camino e impiden su extensión a escala mundial. Estas distorsiones toman la forma primeramente de la creación de un aparato estatal burocrático que está en contradicción con las formas de propiedad sobre las que se basa y que impide a la clase obrera el adoptar su posición de derecho a la cabeza del estado. El aparato gubernamental que rige el estado representa por lo tanto una fuerza contrarrevolucionaria. Por lo tanto este aparato estatal representa en ultimo término la influencia de la burguesía sobre el nuevo estado obrero deformado.
Por consiguiente es compre risible que dicho aparato estatal pueda sufrir la clase de transformación previamente descrita – básicamente, que pueda administrar tanto un estado capitalista como un estado obrero. Es precisamente esta similitud con el estado capitalista la que necesita de una revolución política para destruir este aparato y elegir en su lugar un verdadero aparato estatal soviético. Este es el punto central del problema teórico – precisamente porque una revolución política es esencial para transformar un estado obrero deformado en un estado obrero sano es por lo que una revolución política no es esencial durante este peculiar periodo transicional, durante el cual un aparato estatal administra primero un estado capitalista y después un estado, obrero deformado, hecho que es característico de todos los estados obreros deformados. Lo que es esencial para este último proceso es una revolución social que liquide las relaciones de propiedad capitalistas pero que no es completada precisamente en la esfera política o gubernamental y que por lo tanto debe ser completada más tarde por medio de una revolución política.
Así, el aparato estatal que puede administrar tanto las formas de propiedad capitalistas como las obreras es un aparato estatal que está en contradicción con ambas – que es por su misma naturaleza inestable, temporal y pasajero.
El papel de la clase obrera
Hasta el momento hemos hecho hincapié en lo que Cuba tiene en común con todos los otros estados obreros deformados. Podemos resumir estas características de la siguiente manera: (1) la revolución fue dirigida por una capa pequeño-burguesa que se vió forzada a ir más allá de los limites capitalistas; (2) al basarse sobre el nuevo ejército, el antiguo ejército y el antiguo aparato estatal son destruidos y remplazados por un nuevo aparato estatal libre, al menos en parte, de un control capitalista directo; (3) después de un período de cohabitación con el capitalismo, bajo la presión del imperialismo y de las masas, todos los haberes capitalistas realmente importantes son expropiados; (4) el nuevo aparato estatal se muestra determinado a defender estas nuevas formas, de propiedad contra el imperialismo pero al mismo tiempo gobierna de una manera bonapartista, libre del control de las masas; (5) el nuevo gobierno tiende a basar su política sobre una línea nacionalista en vez de una línea proletaria internacional.
Pero Cuba es claramente diferente de China en muchos aspectos importantes. Al entender estas diferencias podemos llegar a tácticas diferentes de las que aplicaríamos hoy en China. Aún más, creó que es a través de un entendimiento de estas diferencias como podemos llegar a tener una visión más profunda precisamente de laigualdad esencial de Cuba con los otros estados obreros deformados. Por encima de todo debemos evaluar el completo significado del hecho de que Cuba es el primer estado obrero deformado creado fuera de una dirección estalinista, al que le falta una casta burocrática completamente desarrollada y que no es contiguo geográficamente con la URSS o con ningún otro estado obrero deformado.
He notado cierta tendencia entre los trotskistas a atribuir una mayor importancia de la que tuvo en realidad al papel de la clase obrera en los sucesos políticos que condujeron a la formación de los estados obreros deformados. Déjenme exponer mi opinión con toda claridad, ya que en ésto creo que ha sido confirmada por los sucesos en Cuba. La fuerza motriz de la transformación de los países de Europa Oriental (excluyendo a Yugoslavia) en estados obreros deformados fue el ejercito soviético. La clase obrera jugó un papel esencialmente disgregado y pasivo en estos sucesos. La fuerza motriz detrás de la Revolución China que puso a Mao y Co. en el poder fue principalmente el campesinado. En los importantes sucesos que llevaron al partido comunista al poder, la clase obrera jugó un papel esencialmente pasivo al no haberse recuperado de las derrotas sufridas en el período de 1927. La transformación de China en un estado obrero deformado fue establecida, no por la clase obrera de China, ni siquiera principalmente bajo la presión de la clase obrera – fue llevada a cabo por la iniciativa de la burocracia maoista como un acto de defensa contra el imperialismo.
Ahora está totalmente claro que Cuba ha seguido de cerca el modelo Chino. Fue principalmente el apoyo del campesinado el que puso a Castro en el poder. Las extensas nacionalizaciones fueron primariamente iniciadas por el régimen en respuesta al desafio imperialista y no por la clase obrera que generalmente fue pasivamente a la zaga de estos sucesos.
Cuba hace que este proceso sea mucho más claro precisamente por la característica central sin par de la revolución cubana – el hecho de que su transformación en un estado obrero deformado ocurrió bajo la dirección de un partido que no era ni siquiera ostensiblemente “obrero”, por una formación pequeño-burguesa no estalinista.
Por lo tanto la experiencia cubana no sólo demuestra el pequeño papel que la clase obrera juega en estas transformaciones; también sugiere que se le ha dado demasiada importancia a la naturaleza llamada “obrera” de los partidos estalinistas en muchos de estos países coloniales. El hecho de que el Movimiento del 26 de Julio castrista pudiera llevar a cabo una transformación social de una manera casi idéntica al PCC de Mao refleja, en mi opinión, la naturaleza esencialmente idéntica del PCC y del M-26. Ambos. partidos eran esencialmente formaciones pequeño-burguesas por la naturaleza de clase de su dirección, de sus miembros, de su base social y de suideología.
Mientras la ideología de los estalinistas contiene ciertos elementos socialistas y a este respectó es diferente del M-26, es dudoso que estos elementos fueran capaces de transformar de una manera esencial la naturaleza del movimiento. Ésto es especialmente dudoso cuando uno se da cuenta de que la perversión estalinista de la ideología socialista es precisamente hacia el nacionalismo burgués. Por lo tanto estos partidos deben ser vistos esencialmente, en mi opinión, como instrumentos de las clases pequeño-burguesas en la sociedad – no como instrumentos distorsionados de la clase obrera.
Aquí debemos comprender la diferencia entre un partido obrero – un partido con una amplia base en la clase obrera – como el Partido Laboral en Gran Bretaña o el Partido Comunista en Francia, ambos de los cuales tienen una dirección y un programa pequeño-burgueses, y los partidos estalinistas en un país como China a los que les falta precisamente esta base proletaria. El primero es un partido obrero con un programa pequeño-burgués, el último es un partido radical pequeño-burgués que tal vez tiene un mínimo de ideología obrera. El mismo tipo de razonamiento debe ser usado para explicar los así llamados partidos social demócratas en zonas coloniales. Excepto en algunos casos en los que existe una clase obrera de cierta envergadura, sobre la cual se basa el partido, casi todos los llamados social demócratas en estos países son en realidad nacionalistas pequeño-burgueses radicales (y algunos ni siquiera son tan radicales). Reflexionemos sobre la naturaleza del partido de U Nu [Primero Ministro de Burma/Myanmar] o del Partido Socialista de Praja en la India. Como marxistas debemos tratar de determinar qué clase social representa en verdad un partido específico en un país determinado – y en el proceso debemos indagar más allá de sus manifestaciones ideo1ógicas superficiales. ¿Qué nacionalista burgués que se precie no es un “socialista” en estos días?
Resumiendo: debemos rechazar como una deformación de la realidad un punto de vista que da una importancia indebida en el proceso de formación de estados obreros deformados a la clase obrera o al “carácter obrero” de estos partidos estalinistas en países como China, Corea del Norte y Vietnam del Norte [3].
Tanto la Revolución China como la Revolución Cubana son esencialmente revoluciones dirigidas por movimientos pequeño-burgueses cuya base social es principalmente el campesinado y una sección de la clase media en vez de la clase obrera. Debido a la extremada crisis del capitalismo junto con la crisis de dirección de la clase obrera, estas clases sociales esencialmente intermedias han podido jugar un papel extremadamente radical que previamente el movimiento marxista no pudo prever – fueron capaces de romper con el capitalismo mismo. Sin embargo, sus radicales acciones demostraron la debilidad esencial de estas capas sociales – mientras que por un lado fueron capaces de aplastar el sistema capitalista, por otro fueron incapaces de substituir el gobierno capitalista por su propio gobierno. Por el contrario se vieron forzados a sentar las bases económicas para el gobierno de otra clase, la clase obrera – una clase en la que ellos en realidad no tienen confianza y a la que desprecian. Mientras que por una parte su misma debilidad histórica como clase social intermedia les fuerza a crear propiedad para otra clase, la crisis de dirección de la clase obrera les permite consolidar un gobierno político enemigo de la clase obrera. De ahí el desarrollo de una casta burocrática y la necesidad de una revolución política.
Todo lo que antecede concede abiertamente a las capas pequeño-burguesas de la sociedad mucha más independencia de la que los marxistas habían podido nunca concebir. Sin embargo, el rehusar atribuirles esta independencia o pretender que estas clases intermedias son en cierto modo “proletarias” nos lleva inmediatamente a cometer serios errores políticos. (Lógicamente nos lleva a adoptar las ideas ilusorias sobre China de Sweezy-Pablo-Swabeck.) Aún más, deforma la realidad y es políticamente insostenible. Trotsky dijo en algún sitio en sus escritos alemanes: “A la larga se paga por todos los errores cometidos en las cuestiones teóricas importantes.” Uno no puede mantener por largo tiempo un concepto teórico desordenado o incorrecto, porque si sus implicaciones políticas no son peligrosas al principio – pronto lo serán. Así, toda confusión sobre China debe ser aclarada antes de poder comprender a Cuba. El comprender a Cuba aclara retrospectivamente nuestras teorías sobre todos los estados obreros deformados.
Si se examinan bajo una perspectiva adecuada estos nuevos procesos sociales confirman dramáticamente el concepto marxista de la pequeña burguesía. Una serie de circunstancias extraordinarias en el período de la postguerra literalmente infunde poder en estas capas mientras que la clase capitalista prácticamente se disuelve frente a ellas. En el poder, libre de la dominación capitalista, sin ninguna clase de amenaza por parte de una clase obrera activa, la historia le dice a esta clase social: “Ahora es la ocasión. Aprovecha las oportunidades que te ofrezco y crea tu nueva sociedad”. Pero la pequeña burguesía ha fallado en esta última prueba decisiva simplemente no ha podido crear nuevas formas de propiedad. Las formas que ha creado son aquellas de sus verdugos, la clase obrera. Su gobierno es inestable y transaccional. Sólo el terror les mantiene en poder. La pequeña burguesía se muestra definitivamente como una clase social intermedia.
Está claro por lo tanto que debemos rechazar el entender estos estados obreros deformados como una etapa general en el desarrollo de la sociedad en su conjunto. Este concepto estaba implícito en la teoría de Pablo de “siglos de estados obreros deformados” y esta manera de pensar está también implícita en muchos de los conceptos que han sido formados a medias en la confusión política general que domina en nuestro partido. Estos estados obreros deformados sólo aparecen bajo circunstancias muy específicas: (a) en países económicamente atrasados con una burguesía nacional débil y con una vergonzosa explotación imperialista; (b) allí donde la clase obrera es relativamente atrasada y pequeña o donde ha sido aplastada y desmoralizada (es extremadamente importante advertir que el desarrollo de un estado obrero deformado requirió el aplastamiento de la clase obrera en China y en Vietnam); (c) allí donde la pequeña burguesía ha tomado el camino militar hacia la lucha, la guerra civil, y lleva esta lucha hasta destruir el antiguo ejército capitalista y el aparato estatal; (d) allí donde la intervención, militar directa del capitalismo no puede sino difícilmente llevarse a cabo. Suponiendo que todas estas circunstancias existiesen en un solo país, no es ni mucho menos segura que las fuerzas de la pequeña burguesía triunfasen.
Es posible por lo tanto que aparezcan estados Obreros deformados en más países. Sí, ésto es posible – de hecho es bastante probable durante el período de espera antes de que el proletariado mundial tome de nuevo la iniciativa revolucionaria. Ésto es precisamente por lo que es tan importante para nosotros entender la experiencia de Cuba.
Es extremadamente importante, sin embargo, para nuestro movimiento poner especial atención en el factor principal que contribuyó a estas revoluciones deformadas – la debilidad general de la clase obrera. Siempre que la clase obrera existe como una fuerza consciente organizada, tales formaciones pequeño-burguesas simplemente sedeshacen si no son primero capaces de aplastar a la clase obrera. (A este último respecto es especialmente importante la experiencia vietnamita: aquí las fuerzas dirigidas por los estalinistás literalmente exterminaron el movimiento obrero en las Ciudades del Vietnam, incluyendo a nuestros camaradas. Esta era una condición previa necesaria para el desarrollo más tarde de un estado obrero deformado en Vietnam. Este es el significado de los ataques actuales contra el POR en Cuba. Si la vanguardia de la clase obrera na es aplastada, entonces la intervención de la clase obrera podría destrozar el movimiento de la pequeña burguesía – planteando inmediatamente la posibilidad de una dirección proletaria de la lucha y el desarrollo de un verdadero estado obrero – al que nosotros podríamos verdaderamente abrazar y sentirnos unidos.).
Debe quedar por lo tanto absolutamente claro que estas revoluciones deformadas no son enteramente nuestras. Ésto es simplemente otra manera de decir que no pertenecen enteramente a la clase obrera. Estas capas pequeño-burguesas llevan a cabo sólo las más mínimas transformaciones sociales, consistentes con la continuación de su propio gobierno. En cada momento en el proceso de transformación buscan disminuir y controlar la intervención del proletariado. Se ven forzados a exterminar la vanguardia de la clase obrera o cualquier vanguardia en potencia; buscan limitar el desarrollo revolucionario dentro de las fronteras de su país; y producen una sociedad tan desfigurada por deformaciones burocráticas que llega a ser repelente para las clases obreras. (¿Qué atractivo tiene Alemania Oriental para los obreros de Alemania Occidental? ¿Por qué el partido estalinista en el Japón, que está tan cerca de China, es tan pequeño?). De hecho, debemos admitir francamente como Trotsky lo hizo antes que nosotros, que estos estados obreros deformados dan a la clase obrera menos libertad para desempeñar sus tareas y desarrollar su vanguardia que muchas de las sociedades capitalistas. La razón está clara – es precisamente porque la casta burocrática es menos estable y más vulnerable ante la posibilidad de ser derrocada por el proletariado que la clase capitalista, por lo que necesita con mayor apremio suprimir el proletariado.
Hay ahora una cierta tendencia entre aquellos que se llaman trotskistas a interpretar la experiencia cubana como una prueba de que nosotros también debemos marchar a las montañas y construir un movimiento basado sobre el campesinado. De hecho, los pablistas han formulado esta proposición en los documentos de su Sexto Congreso Mundial, hasta llegando a sugerir que sus camaradas organicen escuelas de guerra de guerrillas. Nosotrosrechazamos rotunda y completamente esta posición. Sólo podemos llegar al poder basados sobre una clase – la clase obrera – y ninguna otra. Las derrotas de la clase obrera son nuestras derrotas, los triunfos de la clase obrera son nuestros triunfos. Sólo con ésto nos identificamos, sólo ésta es nuestra razón de ser. Si llegáramos a construir un movimiento basado sobre las capas pequeño-burguesas, también nos transformaríamos en un partido pequeño-burgués y la revolución estarla así mismo deformada desde un principio. No – nuestro lugar está antes que nada en las ciudades, en las fábricas. Entonces, con la clase obrera, como su sección más avanzada, nos extenderemos a movilizar también al campesinado – precisamente para romper cualquier formación independiente de la pequeña-burguesía y para ganar a nuestra bandera a la sección más radical de la clase intermedia.
La revolución política en Cuba
Debemos reconocer que precisamente porque Cuba se desarrolló en su periodo inicial sin el control directo de un partido estalinista, él régimen revolucionario fue mucho más abierto a la influencia de la clase obrera, y las posibilidades de desarrollar un verdadero partido obrero en Cuba fueron mucho más grandes. Ésto se demuestra gráficamente por el hecho de que Cuba es el único estado obrero deformado en formación que ha permitido, hasta hace poco, la existencia legal de un partido trotskista.
Por otra parte, debemos reconocer que el crecimiento del estalinismo en Cuba, como ideología y a la vez como movimiento organizado, es una expresión del proceso de burocratización – del principio del desarrollo en Cuba de una casta dirigente burocrática separada. El estalinismo es todavía la ideología del gobierno burocrático, y la propagación de este sistema de pensamiento, no sólo por el PSP, sino dentro del grupo castrista mismo, es simplemente una expresión ideológica del profundo proceso de burocratización. El hecho de que el estalinismo esté hoy surgiendo tan fuerte en Cuba es la prueba final de que Cuba es un estado obrero deformado [4].
De hecho el desarrollo de una ideología estalinista en Cuba hoy nos ayuda a entender más profundamente lo que es exactamente la ideología estalinista. No es simplemente una cuestión de la ideología de la URSS y de aquellos PCs directamente controlados por la URSS. Ésto es lo que sugiere [Arne] Swabeck [miembro fundador del SWP e posteriormente un maoísta] cuando pretende que si Mao rompiese con la URSS sería lo mismo que si rompiese con el estalinismo. Repito que se pueden encontrar elementos de esta manera de pensar en el pensamiento de gran parte de los camaradas de la mayoría. El estalinismo es la ideología de gobierno burocrático basado en formas de propiedad proletarias – es ésto y nada más. Así, la transformación de Cuba en un estado obrero deformado impuso sobre el grupo dirigente de Castro la necesidad de transformar su ideología para defender estas nuevas formas de propiedad y para defender su propio gobierno independiente. Castro no creó una ideología de la nada – simplemente está adoptando en su totalidad la ideología de gobierno burocrático ya existente – el estalinismo.
La posición geográfica de Cuba le ayudará a mantener un cierto grado de independencia respecto de la URSS. De hecho es muy posible que ésto sea necesario para poder mantener la economía cubana que necesita de relaciones comerciales con los capitalistas mucho más que los otros estados obreros deformados. Sin embargo, está claro qué cualquiera que sean las relaciones económicas que Cuba mantenga en el futuro previsible, estarán basadas en el mantenimiento de su economía planificada y en el monopolio del comercio exterior. Una vez más la debilidad del imperialismo fuerza a éste a hacer tratos con estos estados obreros deformados ya que es incapaz de derrotarlos sin liberar fuerzas sociales que pudieran a su vez destruirlo a él.
¿Es correcto caracterizar a Cuba como un estado obrero deformado cuando todavía no tiene una clara y definida casta burocrática, y, si lo hacemos, es correcto el pedir una revolución política en Cuba? Si, creo que es correcto caracterizar así a Cuba, porque Cuba posee las características esenciales de un estado obrero deformado: (a) una económica nacionalizada; (b) una capa dirigente que no está bajo el control de la clase obrera. Sin embargo, es extremadamente importante entender que Cuba es una revolución en desarrollo y, que la casta burocrática está envías de formación en este mismo momento. El reconocer esta realidad nos permite elaborar una estrategia y una táctica considerablemente diferentes de las que aplicaríamos a un estado obrero deformado (relativamente) más estable, como China. A causa de esta cambiante situación, la intervención de la clase obrera en contraposición de este proceso burocrático no es solamente posible, sino esencial. En Cuba, la posibilidad de establecer un gobierno directo de la clase obrera es mucho mayor que en cualquier otro de los estados obreros deformados y los trotskistas en Cuba deben lucnar enérgicamente para llegar a este fin a pesar de las persecuciones llevadas a cabo en contra de ellos. Debemos aconsejar a los trotskistas cubanos que no descarten la revolución cubana y actúen como si el proceso de burocratización se hubiera completado, ni confíen en que los mismos burócratas lo combatan. Sólo la intervención consciente de la clase obrera en la política cubana puede salvar esta situación. El lograr esta intervención debe ser la meta estratégica central de nuestro movimiento en Cuba. Todos los problemas tácticos, tales como nuestra actitud hacia los conflictos entre Castro y el PSP, deben ser juzgados según ayuden o no a conseguir esta finalidad estratégica.
Ya que no hay una casta burocrática claramente definida en Cuba, ¿es apropiado el que nosotros, propugnemos una revolución política en Cuba hoy? Mi respuesta a ésto es también un enfático ¡sí! El establecimiento de un gobierno obrero en Cuba hoy sería un profundo cambio político. Necesitaría de la creación de un partido revolucionario marxista con base en las masas y la formación de instituciones representativas de las masas. Estas instituciones deberán remplazar el actual aparato administrativo cubano, infiltrando todos los niveles de gobierno con elementos de la clase obrera. El partido marxista tendrá que remplazar la presente dirección pequeño-burguesa de Castro en Cuba. Estos cambios sólo pueden ser descritos como cambios revolucionarios en la estructura política del país. Ésto quiere decir que lo que está implicado son mucho más que meros cambioscuantitativos (la cantidad de democracia obrera como implican los camaradas de la mayoría) lo que es esencial es un cambio cualitativo en la estructura política del país. Es una cuestión de remplazar el gobierno del aparato pequeño-burgués por el gobierno de la clase obrera misma. Los cambios en la estructura económica no serán tan profundos, por eso es por lo que nosotros caracterizamos a tal cambio como político en oposición a una revoluciónsocial.
Es posible que alguien sugiera que en vez de aplicar el concepto de revolución política a Cuba deberíamos seguir el método de Trotsky respecto a la URSS antes de 1933, y luchar por una reforma política. Yo creo que ésto sería incorrecto y reflejaría una falta de entendimiento de la única y verdadera diferencia entre el estado obrerodegenerado en la URSS y los estados obreros deformados de la postguerra – ésto es, su evolución política singular.
La URSS fue establecida como el primer estado obrero dirigido por un genuino partido de la clase obrera. La evolución de la URSS fue la evolución de la decadencia de este partido obrero, bajo circunstancias de aislamiento, etc. Así los revolucionarios deben tomar una actitud diferente hacia el proceso de decadencia dentro de un partido obrero de la que tomarían hacia un partido pequeño-burgués que nunca fue un partido obrero en el verdadero sentido de la palabra. No debemos nunca descartar la posibilidad de reforma desde dentro del primero, ni contar con la posibilidad de reforma desde dentro del segundo.
Se puede entender todavía más claramente la importante distinción teórica entre el proceso de revolución política y el proceso de reforma política si nos referimos a la distinción hecha previamente entre un estado obrero y un estado obrero deformado. Es posible discutir sobre reforma, ésto es, un cambio cuantitativo, dentro de un estado obrero que está seriamente enfermo; en un estado obrero deformado, independientemente de cuan inestable sea, sólo larevolución, un cambio cualitativo, puede llevar a cabo el salto de la sociedad a una nueva forma de gobierno – el de la clase obrera misma. El plantear la cuestión de reforma en un estado obrero deformado, aún como Cuba, es eliminar la diferencia cualitativa entre un estado obrero deformado y un estado obrero – ésto es, pone en duda el concepto mismo de un estado obrero deformado. Así, el plantear el problema de reforma presenta automáticamente el problema de si la sociedad en cuestión es un estado obrero deformado o no. Pero hay una cosa que si es cierta – Cuba no es ahora ni ha sido nunca un estado obrero, enfermo o no, ya que la clase obrera no ha gobernado nunca en Cuba!
Aunque es posible que algunos camaradas no estén de acuerdo con este punto de vista general, es indudablemente correcto en mi opinión, una vez que enfoquemos el problema en el marco de la realidad total de Cuba. Castro gobierna solo con un aparato gubernamental mientras que los estalinistas siempre gobiernan atreves de un partido disciplinado. Por lo tanto el problema aquí no es preconizar la reforma de un partido – sino del aparato gubernamental mismo. Así nos empezamos a orientar inmediatamente hacia tal o cual sección del aparato gubernamental y perdemos de vista a la clase obrera. Ya que el aparato gubernamental lo tiene prácticamente ningún elemento de la clase obrera dentro de sí, no puede ser reformado desde dentro. Solamente la movi1ización independiente de la clase obrera puede llevar hacia delante el proceso revolucionario en Cuba. Nosotros, por supuesto, esperamos que tal intervención independiente atraiga al lado de la clase obrera aúna sección de aquellos que apoyan a Castro, incluyendo a gente dentro del gobierno. Pero ésto es un producto secundario de la lucha independiente, no el eje central de nuestra estrategia.
¿Quiere ésto decir que enfocamos la revolución política en Cuba como lo hacemos en otros estados obreros deformados – ésto es, que organizaríamos en verdad una insurrección armada? Ni mucho menos. Es precisamente a causa del estado fluido actual de las cosas en Cuba – el hecho de que la burocratización todavía no ha finalizado – por lo que podemos tener esperanzas de que exista la posibilidad de una revolución política no violenta (o más precisamente una de limitada violencia, ya que creo firmemente que nuestras relaciones con los estalinistas serán resueltas de una u otra manera, pero siempre con violencia). Marx mantuvo abierta la posibilidad de una revolución no violenta en los Estados Unidos porque pensaba que el aparato burocrático y el ejército profesional no se hablan desarrollado a la misma escala que aquellos de los países capitalistas europeos. Lenin descarto esta posibilidad basándose en la evolución posterior de los Estados Unidos. Hoy, si hay algún gobierno que esté de acuerdo con la descripción de Marx de ser uno al que es posible derrotar sin una insurrección armada, es el régimen de Castro en Cuba.
Sin embargo, como muestran los recientes ataques contra el POR, se está acabando rápidamente el tiempo en el que se puede hacer la revolución política con poca disrupción violenta. La mayoría del Partido, por supuesto, no se interesa por nada de ésto. Ha abandonado completamente la metodología del marxismo en su afán segundón de lamerle el trasero a Castro. El desarrollo del pensamiento marxista en nuestro movimiento aquí descansa ahora en nosotros. Nosotros al menos daremos a estos problemas la atención que merecen.
NOTAS
[1] Ha habido cierta tendencia a referirse a los estados obreros per se como a “estados obreros sanos”. Esto es así porque el término “estado obrero” ha sido liberalmente aplicado lo mismo a estados obreros que a estados obreros deformados. Sin embargo, creo que ésto es una pobre selección de términos, porque muchos estados obreros no son perfectamente sanos pero tampoco son estados obreros deformados. Por lo tanto, prefiero continuar usando el término “estado obrero” para referirme a lo que Lenin llamaba “el estado de tipo soviético o parecido al de la Comuna” y nunca usar este término para referirme también a los estados obreros deformados.
[2] Mientras que en esta sección he hecho resaltar las similitudes entre todos los estados obreros deformados que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, quisiera señalar de pasada las diferencias en el origen histórico de los regímenes de Europa Oriental (excluyendo a Yugoeslavia) con China, Corea del Norte, Vietnam del Norte, Cuba y en gran parte Yugoeslavia. En los citados regímenes la transformación en estados obreros deformados fue llevada a cabo, no sobre las bases de un proceso revolucionario intrínseco, sino que fue impuesta por el Ejército Rojo. Por lo tanto el carácter del régimen gubernamental fue menos importante en estos países, ya que el verdadero gobierno fue la URSS a través del Ejército Rojo. Los estados obreros deformados nacientes tendieron (y todavía tienden) a tener menos base en las masas y a expresar más profundamente las contradicciones inmanentes en todos los estados obreros deformados. Los otros estados obreros deformados nacieron de guerras civiles con cierta base en las masas. Por lo tanto la naturaleza del partido dirigente y del aparato estatal, así como del ejército, son importantes para entender la evolución de estos países.
[3] Por supuesto, una vez que se completa la transformación social de estos partidos se vuelven los portavoces de una nueva capa social que se basa sobre formas de propiedad proletarias. Ya que esta nueva capa social debe, en parte, defender estas formas de propiedad y por consiguiente defender, en parte, los intereses de la clase obrera, es correcto considerar que el poder político de este grupo está dentro del campo proletario. Ésto se puede aplicartanto al partido que Castro está formando como al Partido Comunista. Sin embargo, el carácter proletario no está tanto en el partido mismo como en la base social que debe defender. Esta es una importante distinción política. Hemos estado discutiendo solamente la naturaleza de estos partidos antes de, y durante, el proceso de formación de estos estados obreros deformados, no después de que éstos se hayan formado. En otras palabras, no es que los partidos obreros deformados cambien las formas de propriedad sino que las formas de propiedad transforman a los partidos pequeño-burgueses. Cualesquiera que sean los problemas teóricos que estas transformaciones provocan se derivan simplemente de aquellos planteados por la transformación del estado.
[4] Ésto no quiere decir que predigamos que los agentes rusos que manejan el PSP estén destinados a tomar el poder en Cuba. Es posible que el régimen de Castro pueda mantener cierta independencia respecto de la URSS, comparable a Yugoeslavia o a China, en cuyo caso no debemos descartar una confrontación de cierta envergadura entre los agentes rusos de Blas Roca [dirigente del PSP] y los estalinistas “independientes” que rodean a Castro. Si Castro iniciara dicha lucha, ésto no le libraría del estalinismo más que lo que se libró Tito cuando tomó un paso similar.