DELANO –
¿TRIUNFO O DERROTA?
Publicado en ESPARTACO Vol. 1 No. 1, por la Spartacist League de los EE.UU. en octubre de 1966.
“Cuando una huelga entra en la etapa del boycot, está perdida”, dijo el asesinado unionista Dow Wilson (de la unión de Pintores) comentando acerca de la huelga en Delano.
Desgraciadamente esto es generalmente cierto. Un boycot no va a ocasionar serios daños financieros a DiGiorgio. Pero existe otro camino, con más posibilidades de éxito que el del boycot. Este consiste en difundir la huelga; clausurar las numerosas plantas de DiGiorgio y S&W que continúan operando, además de las bodegas, plantas de conservas, destilerías y aún un aserradero. El hacerlo no es fácil, pero el clausurar siquiera la mitad dela producción total de DiGiorgio por dos semanas le causaría más daño a la corporación que dos años de boicot al consumo de sus productos.
Obtener un contrato escrito de DiGiorgio significaría unionizar [sindicalizar] uno de los pocos talleres “abiertos” existentes en los EE.UU. La mayoría de las otras grandes industrias han aceptado uniones [sindicatos] desde hace 30 años y han “aprendido” a vivir con ellas, además de subyugarlas en muchos casos. ¿Por qué, entonces, la resistencia de DiGiorgio y otros agricultores?
Aunque los costos laborales forman un pequeño porcentaje en los precios de los comestibles, la factura de los salarios es bastante grande en la industria total. Y una vez sólidamente organizados, los trabajadores agrícolas pedirían pronto artículos no comprendidos en su sueldo y que otros trabajadores reciben. Esto incluye seguro social, pólizas de seguro en caso de cesantía, primas de accidente, etc. Además, ganancias secundarias en renta de barriales y en contratación laboral serían eliminadas.
Pero la verdadera razón de la resistencia de los agricultores es política: la unión de los trabajadores agrícolas es una amenaza a muchos de sus intereses políticos en la región. Por ejemplo, en Delano se han visto obligados a hacer uso de la brutalidad policial para enfrentar y provocar directamente a la organización de los trabajadores agrícolas. Temen también la pérdida de los privilegios obtenidos a través de Sacramento y Washington tras robar a la clase obrera en la región. Estos privilegios excluyen, naturalmente, leyes que protegen al trabajador.
Otro factor que ha impedido el desarrollo de una unión de trabajadores agrícolas es el “pacto de caballeros” entre el liderato burocrático de las uniones de los trabajadores industriales y de las organizaciones de los agricultores. Ventajas para los trabajadores industriales han sido arregladas por los representantes agrícolas con la condición de que las uniones industriales sólo aparenten ayudar a los trabajadores agrícolas en su organización. La burocracia de las uniones industriales, entre ellas la de la unión de Camioneros, se ha limitado a aparentemente “defender” los sueldos de sus miembros en las plantas de conservas debido a la huelga de los trabajadores agrícolas. Un oficial de dicha unión se quejó: “Nadie autorizó a César Chávez para que organice a los trabajadores agrícolas.” Nadie, sino unos cuantos miles de trabajadores explotados.
Esto nos lleva a una importante conclusión: la Asociación de Trabajadores Campesinos [ATC] no pudo haberse creado excepto fuera de las existentes tradeuniones [sindicatos], pero asimismo no puede sobrevivir sin su apoyo material y el de la clase obrera en general. A Chávez esto no parece interesarle, pues prefiere apoyarse en sectores de la población que tienen intereses no paralelos a los de los trabajadores agrícolas. El oportunismo, sin duda alguna, parece augurar malos momentos para los trabajadores de Delano y otras regiones de California.
Consideremos, por ejemplo, la marcha a Sacramento. Parte básica de la política expresada durante la marcha consistió en asegurar que la marcha no era de protesta sino de “penitencia por los pecados cometidos por los huelguistas.” Los que repetían esta pía estupidez, sin considerar los pecados cometidos en contra de los huelguistas, buscaban congraciarse con sectores de la clase media en vez de dirigirse a los trabajadores.
Los boycots han sido otro ejemplo de esta política insegura y hueca: boicots del movimiento obrero son raros y, si victoriosos, desconocidos. Esta táctica tiene posibilidades si es que la firma y sus productos trafican en un mercado limitado en donde la clase obrera tiene influencia. Pero el fracaso es usual debido a que se castiga a la etapa de la distribución, en donde la influencia obrera es débil, en vez de la de la producción, en donde el poder obrero está concentrado.
Aunque circula la idea de que fue primordialmente el boicot lo que obligó a la Schenley a firmar el contrato con la ATC, no han aparecido datos, como figuras de ventas, que lo prueben. Es más, la Schenley no es una corporación agrícola típica de California, sino única. Su principal negocio es destilar y distribuir licor. Opera 26 destilerías en el medioeste. Por lo tanto, las destilerías y viñas que posee en California son sólo una pequeña porción de sus operaciones. Así, no le sería beneficioso el luchar largo por mantener su taller abierto en el negocio agrícola de California.
Pero con los otros agricultores la situación es la contraria. El confiar que solamente un boicot contra DiGiorgio va a resultar en otro contrato es vivir en sueños. Sueños que sólo preludian derrota.
Los agricultores, usando esquiroles, han recogido parte de la cosecha y la han enviado por camiones, trenes y barcos a las plantas de conservas, destilerías y bodegas. Esto ha sucedido aún bajo la vigorosa resistencia y piqueteo de los huelguistas.
La estrategia adecuada en la presente situación sería la de extender la huelga a la etapa de procesamiento o producción industrial. Las dificultades son numerosas: problemas legales y desavenencias en las tradeuniones son lo primero. Pero los obstáculos no son insuperables.
Una condición para la victoria seria la existencia de militantes socialistas en ciertas tradeuniones claves. Pero la creación de semejantes núcleos implica un elemento de consciencia clasista en la clase obrera. Esta consciencia obrera es negada repetidamente por los oportunistas de la “New Left” [“Nueva Izquierda”].
Para dar un ejemplo específico de lo que un pequeño grupo (sin ser socialista) puede hacer en una unión clave, recordemos la actuación de un grupo de militantes dentro de la local de Camioneros en San Francisco. Trabajadores de la Unión Tipográfica Internacional piqueteaban las plantas que seguían operando con esquiroles durante un paro. Un grupo de camioneros sintió que la presencia de esquiroles en su ciudad era perniciosa para todos los trabajadores y llevaron su protesta a su local y a otras uniones. Después de algunos meses contaban con muchos compañeros en la local y aún con miembros de otras dos uniones, la de los Longshoremen y los Sailors [Estibadores e Marineros].
Una mañana, al ir al trabajo, los esquiroles se enfrentaron con 500 trabajadores rodeando la fábrica decididos a enseñarles una lección acerca de los peligros de esquirolear. Y lo hicieron. Uno de los esquiroles fue depositado, en calzoncillos, en un tren con rumbo desconocido.
El alcalde Jack Shelley decidió no arriesgar enemistad con los trabajadores de la ciudad (y sus votos) saliendo a la defensa de los esquiroles. Por eso la policía no actuó contra los trabajadores.
De haber los trabajadores procedido en forma pacífica (como en huelgas sentadas) la policía los hubiese arrestado y anulado la acción con multas y otros impedimentos legales. Esto fue lo que pasó con el movimiento “sentado” (sit-ins) en San Francisco.
Tal vez DiGiorgio considere firmar con la ATC si es que ésta consigue clausurar la planta de conservas de la S&W (bajo contrato de los camioneros) en Redwood, la bodega de la S&W en San Francisco (bajo contrato de la ILWU) y otros negocios más de DiGiorgio.
Si es que la actual falta de solidaridad obrera no permite este plan de acción, es dudoso que la presente huelga obligue a los más grandes agricultores a firmar contratos.
La presencia o ausencia de fuertes núcleos socialistas en muchas de las uniones tiene bastante que ver con la victoria o la derrota en la presente lucha. Y extendiendo esto, en todas las luchas obreras de California. Solamente tales núcleos permiten una perspectiva de cambio social en nuestra sociedad. Con movimientos de “masas” no se puede hacer mucho a menos que entendamos qué clases forman estos movimientos.
La diferencia entre estas dos tácticas ilustra una vez más en práctica la bancarrota de la “Nueva Izquierda” o “New Left” en contraste a la verdadera acción revolucionaria. En vez de referirnos a términos vagos como “los pobres”, “la comunidad” o “el público” debemos de ver donde hay serias posibilidades de cambio social: la clase obrera.
En vez de referirse a la clase obrera, la única clase que es capaz de ofrecer reales posibilidades de cambio social, los “nuevos izquierdistas” se dirigen a segmentos de la población que no existen sino en sus mentes. Por eso hablan acerca de “los pobres”, “la comunidad” o “el público”, términos por demás vagos. Los nuevos oportunistas siempre se oponen a la lucha clasista y traicionan a la clase obrera que muchas veces se encuentra incluida en “las masas” que dirigen los oportunistas.