La Independencia Catalana y la lucha por una Federación Socialista de la Península Ibérica
Originalmente publicado en portugués en noviembre del 2017
El día 1º de octubre, la Generalitat (gobierno regional) de Cataluña realizó un referendo de independencia que fue duramente reprimido por la policía española, además de declarado “ilegal” por el presidente Mariano Rajoy y por las Cortes. Los locales de votación fueron atacados por la policía, así como también fueron reprimidas manifestaciones favorables a la independencia. A pesar de eso, la participación expresiva en el referendo y el resultado (más del 90% favorables a la separación) dejó claro el deseo popular por la creación de una República Catalana.
A pesar de las vacilaciones del Partido Democrático Europeo Catalán – que dirige la Generalitat de Cataluña – y de su presidente, Carles Puidgemont, la independencia fue declarada algunos días después. En seguida, el gobierno catalán fue depuesto por medio del artículo constitucional 155, que afirma la inviolabilidad del territorio español. Luego de huir del país, Puidgemont, miembros de su gabinete y otras autoridades catalanas acabaron entregándose a la policía en Bélgica y ahora esperan el juicio en un proceso por “rebelión, insubordinación y desvío de dinero público”.
La victoria del PDECAT en las elecciones del 2016 y el resurgimiento del movimiento independentista tienen una relación íntima con la crisis económica capitalista. El impacto de la crisis sobre la región más industrializada del Estado español dio voz a los sectores independentistas, que afirman que la separación permitiría garantizar mejores condiciones de vida y el rechazo de los planos de austeridad. En el 2010, el Tribunal Constitucional eliminó una ley anteriormente aprobada por el parlamento catalán, que declaraba la región como una nación y que confería mayores autonomías para la Generalitat. Una de las razones de eso fue facilitar la imposición de políticas de austeridad a Cataluña.
La burguesía catalana dio un giro en la defensa abierta de la separación, y en eso contó con el amplio apoyo popular. Pasó a organizar marchas y consultas populares sobre la independencia, preparando el terreno para el referendo del 1º de octubre. De esa forma, quieren alzarse a una posición más autónoma en relación a las “soluciones” propuestas por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, aplicadas por el gobierno Rajoy. Esa es la razón por la cual Francia y Alemania, países centrales de la UE, declararon no aceptar la separación y dieron todo su apoyo a Madrid. Afirmaron también que caso ocurra la independencia catalana, el país será inmediatamente excluido de la UE. Los imperialismos alemán y francés no quieren ver debilitado su “fiel vasallo” español.
La posición de la burguesía catalana está repleta de engaños. Aunque teniendo en cuenta su potencial industrial, la Cataluña no sería capaz de concurrir de igual a igual con las grandes potencias imperialistas europeas. La necesidad de préstamos de los bancos imperialistas para la modernización de las fuerzas productivas, las consecuentes imposiciones exigidas por tales acreedores en la forma de políticas neoliberales, y el impacto de estas políticas sobre los derechos del proletariado rápidamente pondría al país – en un caso de alcanzar la independencia – en una posición subalterna, no muy diferente de Grecia o de Portugal. Las corrientes de opresión de Madrid pueden y deben ser quebradas por el pueblo Catalán, pero la continuidad del dominio imperialista (sobretodo de los capitalistas franceses y alemanes) impide una verdadera independencia y libertad.
Es por eso que el proletariado y su vanguardia revolucionaria no pueden seguir de forma acritica ante el discurso de la burguesía catalana. Deben desde ya alertar que los aliados burgueses circunstanciales de hoy en la lucha por el derecho de independencia son los que mañana irán, si ocurriera, a aplicar nuevos planos de austeridad contra los trabajadores y el pueblo, a servicio de una agencia imperialista o de otra.
Los marxistas deben apoyar el derecho de autodeterminación de los pueblos, que en ese caso implica defender la elección de Cataluña por la independencia. Se trata de la defensa de un derecho nacional-democrático y aquellos que quieren ver derrotado al gobierno de Madrid por una revolución obrera deben oponerse a la opresión que ejerce contra las nacionalidades. Es preciso defender igualmente la caída de los procesos contra los ciudadanos y políticos catalanes que abogan la independencia y exigir la retirada de todas las fuerzas policiales españolas de Cataluña. Eso no significa apoyo al gobierno burgués de Puidgemont.
La unidad de la clase trabajadora contra la explotación de los capitalistas, independiente de las barreras o diferencias nacionales, es un presupuesto básico para la victoria de un movimiento socialista revolucionario. Es necesaria la más fuerte unidad en las luchas políticas y solidaridad entre trabajadores catalanes, castellanos, vascos, gallegos etc., con o sin la realización de la independencia. Tal presupuesto solo puede ser mantenido si los trabajadores de todo el Estado español se opusieran, con sus métodos de lucha, a la represión que el pueblo catalán está sufriendo. Pero los marxistas no defienden una “balcanización” de la Península Ibérica en varios pequeños Estados, y sí a la creación de una federación socialista ibérica, un Estado operario en que las nacionalidades tengan una efectiva libertad y autonomía, y que defienda los intereses del conjunto de la clase trabajadora contra los capitalistas nacionales y extranjeros.
Ninguna “unidad” legítima, por otro lado, pude ser mantenida con base en la fuerza opresora del actual Estado burgués español. De ahí ser una posición traicionera y vergonzosa de los partidos como el “Unidos Podemos”, cuyo secretario general, Pablo Iglesias, se declara a favor de “garantizar democráticamente la unidad territorial” de España, haciendo coro con Rajoy al considerar “ilegal” la declaración de independencia catalana y proponiendo, en vez de eso, un referendo tutelado por la Unión Europea. Al contrario de este pretenso partido “democrático”, no reconocemos ninguna democracia encadenada a una nación oprimida que quiere separarse de un Estado opresor. Conforme apuntó Leon Trotsky:
“Los obreros y los campesinos de las diferentes partes de España, ¿están interesados en el desmembramiento económico del país? De ninguna manera. Precisamente por esto, es nefasto identificar la decisiva lucha por el derecho a la autodeterminación, con la propaganda separatista. Nuestro programa es la Federación Hispánica, con el elemento indispensable de unidad económica. No tenemos intención de imponer este programa a las nacionalidades oprimidas de la península con la ayuda de las armas burguesas. En este sentido, estamos sinceramente por el derecho a la autodeterminación. Si Cataluña se separa del resto de España, tanto la minoría comunista catalana como la española, deberán combatir por una Federación.”
— LA CUESTIÓN NACIONAL EN CATALUÑA, Carta al Secretariado Internacional, 13 de julio de 1931.
https://www.marxists.org/espanol/trotsky/rev-espan/1931julio13.htm