Enero de 2020.
Un llamamiento para ayudar a traducir artículos: este artículo fue traducido al español por hablantes no nativos y nos disculpamos por cualquier error ortográfico y otros errores que pueda contener. El Reagrupamiento Revolucionario tiene una perspectiva internacionalista y queremos que nuestra literatura política esté disponible en otros idiomas. Si desea ayudarnos en este objetivo internacionalista traduciendo nuestros artículos o brindando apoyo para mejorar nuestras traducciones, contáctenos en rr-4i@krutt.org. ¡Gracias!
El 2 de enero de 2020, los EEUU asesinaron, en Bagdad, el general de las Fuerzas Armadas Islámicas Revolucionarias del Irán, Qassim Suleimani. Suleimani había luchado en contra el Estado Islámico en Siria e Iraq y era uno de los más poderosos líderes de su país, abajo solamente del Ayatolá Khamenei. Conforme ha revelado el Primer Ministro iraquí, Abd al-Mahdi, Suleimani viajó a la capital iraquí en la condición de representante diplomático para presentar la respuesta de su gobierno a una propuesta de la Arabia Saudí, el enemigo irreconciliable de Irán y de los musulmanes chiítas, para reducir las tensiones en el Medio Oriente – propuesta esa supuestamente elaborada a pedido de Donald Trump.
Los revolucionarios no lamentamos la muerte del carnicero burgués Suleimani, el cual, en cuanto combatía el EI en Siria (en apoyo al brutal régimen de al-Assad) e Iraq, para impedir su entrada en el propio Irán, también lideraba las fuerzas Quds. Las fuerzas Quds oprimen activistas defensores de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres y de la democracia en Irán, y ayudaron a establecer milicias chiítas en Iraq, las cuales organizan ataques contras los suní. Con todo, su asesinato fue un acto de agresión imperialista y una provocación con la intención de llevar el Irán a una retaliación que justificaría el inicio de una guerra en la región.
Oficialmente, el asesinato de Suleimani fue una retribuicíon por la muerte de un trabajador civil del ejército de los EEUU, que ocurrió al fin de 2019, y también por cuenta de protestas en frente a la embajada estadunidense en Bagdad, contra la permanencia de las tropas yanquis en Iraq, las cuales terminaran con un ataque contra las instalaciones. Pero, con certeza, el factor determinante fue la aproximación de las elecciones presidenciales en EEUU y el proceso de impeachment que lo Partido Demócrata empiezó contra Trump, bajo la acusación de ser un “agente ruso” y de “traicionar los intereses de los EEUU” en Ucrania.
Trump amenazó bombardear 52 objetivos en Irán, incluyendo sitios culturales históricos, como respuesta al asesinato, en 1979, de 52 rehenes en la embajada estadunidense en Teherán. Esa amenaza y el asesinato de Suleimani hacen parte de una serie de provocaciones de los EEUU contra Irán, como la retirada del acuerdo nuclear, la imposición de nuevas sanciones económicas, una conferencia internacional contra el Irán, realizada en enero de 2019, en Varsovia, con el propósito de, de acuerdo con el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, “preparar la guerra contra Irán”, el posicionamiento de bombarderos B-52 con capacidad nuclear en el Catar, en mayo pasado, y la realización de ataques aéreos contra milicias chiítas en Iraq en la víspera del asesinato de Suleimani.
Tanto los Republicanos como los Demócratas tienen, por décadas, buscado mantener el dominio de los EEUU en el Medio Oriente, debido a sus riquezas en petróleo, y tienen también buscado mantener la alianza con el estado de apartheid de Israel y la teocracia wahabista de Arabia Saudí, los dos principales enemigos de Irán. Barack Obama es alabado a cuenta de su acuerdo de 2015, que limitó el programa nuclear iraní. Pero tal acuerdo significó, en realidad, una chantaje contra esa nación semicolonial, en cuanto EEUU e Israel mantienen un gran arsenal nuclear y son los que están prontos para usarlo primero.
Los revolucionarios no tenemos ninguna simpatía por la teocracia iraní, pero es nítido que no es Teherán que está a desestabilizar la región, más sí el imperialismo de los EEUU y sus aliados, los cuales invadieron el Afganistán en 2001 y el Iraq en 2003 (resultando en más de un millón de muertos) y hasta hoy se recusan a dejar tales países, que bombardearon a Libia y Siria, y que apoyaron la Arabia Saudí en su guerra contra el Yemen. ¡El verdadero “eje del mal” está en Washington, Londres, Varsovia, Riad y Tel-Aviv!
Las ultimas acciones de Washington tiene el potencial de intensificar las rivalidades con sus antiguos aliados imperialistas. El Primer Ministro del Japón, Shinzo Abe, ha adiado su visita al Medio Oriente. Ursula von der Leyen, de la Comisión Europea, llamó ambos los lados del conflicto a “cesaren de una vez” el uso de las armas, lo que supuestamente “abriría espacio para el diálogo”. El Ministro de las Relaciones Extranjeras de la Alemania, Heiko Maas, a pesar de ter condenado el contra-ataque iraní, que lanzó miseles contra bases yanquis en Iraq en la noche del 7 para 8 de enero, evitó una declaración de apoyo a los EEUU y a la OTAN (las empresas alemanes, al contrario de las estadunidenses, mantienen negocios con el Irán).
Los revolucionarios somos pela expulsión de todas las tropas imperialistas del Medio Oriente – se necesario, a través de la fuerza. En un confronto entre los EEUU y sus aliados contra el Irán (o cualquier otro país neocolonial), los trabajadores con consciencia de clase deben estar al lado del segundo, defendiendo su derecho de neutralizar y atacar objetivos militares yanquis (como Irán ha hecho ahora). Una vitoria militar estadunidense dejaría Irán en ruinas – como ocurrió con Libia y Siria, onde cualquier lucha obrera parece ahora imposible – e instalaría un régimen muy más sumiso a las ordenes imperialistas, imponiendo una mayor explotación a las clases trabajadores iranís, además de fortalecer el reaccionario gobierno Trump en casa, facilitando, así, ataques contra el proprio proletariado de los EEUU. Pero eso no significa apoyo al asesino régimen teocrático de los ayatolas, que los revolucionaren deben ver con odio, no atribuyéndolos ninguna credencial “antiimperialista” – lo que seria una mentira, dado que las fuerzas aliadas del Irán participaron de los criminosos ataques aéreos de los EEUU durante el cerco de Mosul y que Teherán aplicó de forma obediente las “reformas” de austeridad del FMI, generando protestas que abalaron el país en el curso del último año.
Acreditamos que las masas del Medio Oriente, bajo el liderazgo de la clase trabajadora y sus partidos revolucionarios, en alianza con el proletariado de las metrópolis imperialistas, debería luchar para derribar los régimen burgueses de la región – sea el régimen autocrático de Erdogan en Turquía, el régimen baath de al-Assad en Siria, la junta militar en Egipto, los racistas y militaristas en control de Israel, la monarquía de Arabia Saudí o la teocracia chiíta de Irán –, expulsar los imperialistas, y organizar un Federación Socialista del Medio Oriente. En los EEUU y cualquier otros países que se coloquen al su lado en búsqueda de un baño de sangre, como los gobiernos lacayos de Polonia, Australia o Brasil, llamamos a los trabajadores a realizar huelgas y protestas contra la guerra, que deben estar ligados a la lucha por la construcción de un partido revolucionario leninista-trotskista comprometido con el derrumbe del sistema capitalista e imperialista mundial.
“En Brasil reina actualmente un régimen semifascista al que cualquier revolucionario sólo puede considerar con odio. Supongamos, empero, que el día de mañana Inglaterra entra en un conflicto militar con Brasil. ¿De qué lado se ubicará la clase obrera en este conflicto? En este caso, yo personalmente estaría junto al Brasil “fascista” contra la “democrática” Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque no se trataría de un conflicto entre la democracia y el fascismo. Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. Si por el contrario saliera triunfante Brasil, la conciencia nacional y democrática de este país cobraría un poderoso impulso que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas. Al mismo tiempo, la derrota de Inglaterra asestaría un buen golpe al imperialismo británico y daría un impulso al movimiento revolucionario del proletariado inglés. Realmente, hay que ser muy cabeza hueca para reducir los antagonismos y conflictos militares mundiales a la lucha entre fascismo y democracia. ¡Hay que saber descubrir a todos los explotadores, esclavistas y ladrones bajo las máscaras con que se ocultan!”
— Leon Trotsky, La Lucha Antimperialista es la Clave De La Liberación (Entrevista Con Mateo Fossa), septiembre de 1938.