Secuestro Schleyer
Cacería de brujas en Alemania Federal
Traducido de Workers Vanguard No. 178, 21 de octubre de 1977. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 6, julio de 1978.
Luego de los asesinatos del procurador general de la República Federal Alemana Siegfried Buback y del director del Dresdner Bank, Jürgen Ponto, los círculos gobernantes de Bonn están aprovechándose del secuestro del presidente de la asociación de fabricantes, el ex-oficial de la SS Hanns Martin Schleyer, como otro pretexto para la represión de la izquierda, así como para dictar medidas conducentes a “secar el pantano intelectual de los anarquistas: la universidad”. Con tal objeto, el gobierno ha creado un ambiente de guerra civil ―incluso con sacos de arena, alambradas y tanques de la policía fronteriza “protegiendo” los ministerios y las casas de políticos prominentes― como si se tratara de la defensa a ultranza del Palacio de Invierno o contra el asalto ruso a Berlín en 1945. Simultáneamente se intenta convencer al “Sr. ciudadano medio” de que él mismo podría ser la víctima del próximo ataque o secuestro, “igual que Schleyer”.
Mientras los propagandistas burgueses intentan inundar al país mediante la prensa escrita, la radio y la televisión con oleadas de la basura del moralismo burgués, el estado entra en acción: la mordaza parcial de las noticias sobre el secuestro de Schleyer, una forma de censura velada, no es sino el comienzo. El gobierno está preparado en efecto a declarar nulas y caducas sus propias leyes, cuando se trata de suprimir una posición a la izquierda (como dijo eufemísticamente el canciller federal Helmut Schmidt: “iremos hasta el límite de lo permitido y dictado por las normas legales”). La coalición gobernante Socialdemócrata/Demócrata Libre (SPD/FPD) intenta aumentar su popularidad presentándose como un pelo más “respetable” que las sugerencias más extremas de la oposición democristiana (CDU/CSU), cada día más descarada en sus demandas. Recientemente, la fracción de la CDU en el Bundestag (cámara baja del parlamento) introdujo una propuesta para declarar ilegales a las principales organizaciones maoístas de Alemania Federal.
A Schmidt le gusta claramente su rol de administrador de crisis “antiterrorista” (en vez de su rol de administrador de la crisis económica). Luego del secuestro de Schleyer, el estado ha prohibido todo contacto de los prisioneros pertenecientes a la Fracción Ejército Rojo (RAF ― identificada frecuentemente en la prensa burguesa como la “Banda Baader-Meinhof”) con sus abogados, y en el futuro pretende encarcelar a todo militante de izquierda sospechado de terrorista (“detención preventiva”). Ya está en discusión la detención preventiva de individuos condenados por una sola ofensa criminal y se está excluyendo a todo abogado con convicciones políticas declaradas de la defensa de prisioneros políticos de izquierda. El último éxito de la justicia de clase burguesa es la ley que prohíbe todo contacto de los prisioneros de izquierda entre sí y con el mundo exterior (abogados y parientes) a fin de aislarlos completamente. Como decía el titular del Spiegel: “El estado asume posiciones de batalla.”
La “insistencia de la ciudadanía en la seguridad corporal” (como pontificó el dirigente de la CDU Helmut Kohl ante el Bundestag el 6 de septiembre) se está cumpliendo mediante la expansión masiva de la red gubernamental de espionaje; el mejoramiento del arsenal de la policía y de la “Guardia Federal Fronteriza” (Bundesgrenzschutz), la cual lógicamente debía llamarse “Policía Federal”, ya que de otra forma toda Alemania Federal se ha convertido en una “región fronteriza”; mediante la legalización del tirar a matar; mediante centenares de Berufsverbote (las listas negras excluyen a “radicales” de puestos en la función pública); mediante la limitación drástica de los derechos de los abogados, defensores, y el fortalecimiento de las leyes de control de armas.
La burguesía está organizando su terror con la ayuda de millones de marcos y miles de policías adicionales. Por ahora el gobierno Federal ha rechazado la introducción de la pena de muerte (exigida por los demócratas cristianos). También se prescindió del uso del ejército contra los “terroristas”, pero sólo porque se consideran adecuadas la policía y la guardia fronteriza para la cacería montada contra “criminales violentos”. En todo caso, los sacos de arena y las alambradas, las metralletas y los tanques no son un signo de que Schmidt y Cía. estén temblando ante la posibilidad de un ataque feroz por el puñado de la RAF. El verdadero propósito de tal despliegue de poder de parte del aparato represivo del estado burgués es de intimidar a sus verdaderos adversarios, el proletariado y aquellos que lo puedan conducir en la lucha contra el sistema capitalista.
Hasta ahora han tenido bastante éxito en lograr sus fines. A diferencia de 1966 cuando la izquierda y los sindicatos salieron a la calle para manifestar su oposición a las “leyes de emergencia” (legislación autorizando la suspensión de los derechos constitucionales durante un “estado de emergencia”), hoy día no se encuentra ninguna movilización contra este armamento del “estado fuerte”. Por el contrario, los corpulentos burócratas sindicales colaboran celosamente con las medidas represivas de “su” gobierno, y la izquierda de Alemania Occidental se está replegando en todo el frente. Los oportunistas de la izquierda, desde la DKP (pro-Moscú) y la KPD maoísta (que condena a la RAF por ser “gánsteres”) hasta el seudotrotskista GIM (“No son sólo las ‘masas engañadas’ quienes ya no entienden lo que está pasando ― nosotros tampoco”), se arrastran ante la ira de su burguesía. También ellos han dado su visto bueno a la cacería de la RAF, o en el mejor de los casos se han negado a defender a las víctimas de esta persecución reaccionaria.
Defender a la izquierda contra la represión burguesa
La tendencia espartaquista internacional (TEI) no vacila en su posición principista de defensa de la RAF contra la furia de la represión burguesa. Mientras rechazamos resueltamente el terror individual como lo que es: la estrategia política de desesperación, y lo combatimos como una de muchas manifestaciones de la frustración pequeño burguesa resultante de la crisis internacional de dirección del proletariado, al mismo tiempo, la TEI defiende a toda la izquierda contra los ataques del estado burgués.
El secuestro de Schleyer, así como los asesinatos de Ponto y Buback, no pueden ser aprobados por los revolucionarios marxistas y militantes conscientes en los sindicatos. Dichos actos de terror individual contra representantes de la burguesía no contribuyen al derrocamiento del sistema capitalista. Por el contrario, sirven de pretexto para el inicio de ataques contra la izquierda por parte del estado capitalista, y en lugar de incitar al proletariado a la lucha militante en defensa de sus intereses de clase, la política del terror individual relega a las masas, en el mejor de los casos, al papel de meros espectadores pasivos.
Declaramos claramente que la RAF no representa los intereses históricos del proletariado, y sin embargo no negamos nuestra solidaridad con el odio del imperialismo que profesan y que les induce a golpear a ciegas. En tanto buscan eliminar la opresión social engendrada por el capitalismo, nuestras aspiraciones son similares. Pero las acciones de la RAF no están en el camino al socialismo ― están contrapuestas al camino socialista proletario.
De hecho la RAF tiene más de una característica siniestra. Aun cuando es un producto de descomposición de la Nueva Izquierda, no es simplemente una copia al carbón de los Weathermen norteamericanos, cuyos lazos políticos eran con los cubanos y los norvietnamitas. Los estalinistas cubanos y norvietnamitas, por ejempló, no toleran los secuestros de aviones. Según informes, la RAF está políticamente enlazada con los nacionalistas pequeñoburgueses del PFLP [Frente Popular por la Liberación de Palestina] y el “Ejército Rojo Japonés” cuyos métodos espantosos para resolver diferencias internas (fusilamientos y tortura hasta la muerte de disidentes) son conocidos. Si estuviera en el poder esta corriente, sin duda dejaría una estela de sangre rivalizadora con la de Idi Amin. Y en un estado obrero revolucionario, serían reprimidos por su terrorismo criminal indiscriminado contra trabajadores inocentes.
Dado el carácter nefasto del estado burgués que persigue a la RAF, y el tratamiento horrible de los supuestos miembros de la RAF encarcelados, exigimos su libertad inmediata. Pero bajo condiciones de extrema terrorización e intimidación estatal de la población, gran parte de la izquierda alemana ha caído en la doble trampa de darles la espalda o de solidarizarse políticamente con ellos. Aun cuando no podemos considerar a la RAF como nuestros camaradas, no huimos de nuestra obligación de defenderlos contra el estado capitalista.
Es repugnante ver a casi toda la izquierda abandonar cualquier vestigio de defensa de la RAF en el asunto Schleyer (quien en 1938 escribió: “Soy un antiguo nacionalsocialista y líder de la SS”). Este no es un caso de terror ciego contra personas inocentes, como en el caso de la toma de rehenes por “Septiembre Negro” en las Olimpíadas de Múnich en 1972, o el último atraco de un avión por el “Ejército Rojo Japonés”. El rapto de Schleyer, no importa cuán insensato, políticamente equivocado y contraproducente, no fue un acto de terrorismo indiscriminado contra personas inocentes que merezca la condena por toda la izquierda y que ponga en duda el carácter de clase de la RAF.
No cabe duda que las acciones de la RAF son una expresión de oposición al sistema imperialista de explotación, miseria y represión. Opinar que la “nueva” RAF no tiene nada que ver con la “antigua” (una fórmula con la que juega actualmente el seudotrotskista GIM) a causa del hecho de que últimamente la RAF apenas se expresa políticamente, es una coartada demasiado transparente para ser tomada en serio. En respuesta a la afirmación de que la RAF ya no forma parte de la izquierda, el periódico conservador Neue Zürcher Zeitung (18-19 de septiembre) anota (naturalmente con el objeto de denunciar a la izquierda, pero a pesar de todo correctamente): “¿No son ellos realmente [parte de la izquierda] aun dado su origen?… ¿Cuándo fue, la ruptura?” En realidad no ha habido ninguna ruptura, aunque la RAF perdió a su dirigente político Ulrike Meinhof (quien murió en la cárcel de Stammheim bajo circunstancias sospechosas en agosto de 1976).
La posición leninista hacia dichos actos de desesperación fue elaborada por la Internacional Comunista en 1921 en el caso de Max Hölz, quien fue condenado a cadena perpetua por los tribunales capitalistas debido a su actividad de líder de las bandas guerrilleras proletarias en Alemania Central luego de la derrota de la malhadada “Acción de Marzo”:
“La Internacional Comunista se opone al terror individual y actos de sabotaje que no sirven, en forma directa, para alcanzar objetivos de batalla en una guerra civil. Se opone a la guerra irregular llevada a cabo por bandas guerrilleras independientes de la dirección política del proletariado revolucionario. Pero la Internacional Comunista ve en Max Hölz a un rebelde valiente en lucha contra la sociedad capitalista, donde la moralidad se enseña en las penitenciarías y el orden es impuesto por los desmanes de las bestias del orden. Sus acciones fueron inadecuadas para la obtención de su objetivo: el terror blanco sólo puede ser destruido por la sublevación de las masas, las únicas capaces de realizar el triunfo del proletariado. Pero sus actos nacieron de su amor por el proletariado y su odio a la burguesía.”
No el terrorismo pequeñoburgués sino revolución proletaria
Aunque los métodos de la RAF son similares a los del anarquismo clásico, su ideología es nuevo izquierdismo fosilizado ― un conglomerado de populismo bakuninista y concepciones maoístas basado en la falta de confianza en la capacidad revolucionaria del proletariado. Su política se deriva de la doctrina de Lin Piao de rodear las ciudades (los estados imperialistas) con el campo (el “Tercer Mundo”). La RAF se considera una fuerza auxiliar a uno u otro grupo estalinista/nacionalista en lucha contra el imperialismo en el “Tercer Mundo” ― como “guerrillas urbanas” y un “destacamento partisano tras las líneas enemigas” (de una entrevista con Andreas Baader, Ulrike Meinhof, Gudrun Ensslin y Jean Carl Raspe en Der Spiegel número 4 en 1975).
La política de las guerrillas urbanas, desde los Tupamaros hasta la RAF, es substitucionista hasta la médula. Mientras proclama sus simpatías por los “desgraciados de la tierra” la RAF ve a la clase obrera de los países imperialistas como una aristocracia laboral vendida, irremediablemente atrapada en la “sociedad de consumo”. Consiguientemente sus acciones no son sino gestos moralizadores (incendio de un almacén, ataque a un club de oficiales del ejército norteamericano, secuestros, asesinatos de líderes burgueses prominentes). Por cada Buback, Ponto o Schleyer “ajusticiado”, otro tomará su lugar, sólo subirá el nivel de represión. Los leninistas, por el contrario, comprendemos que el imperialismo sólo será barrido por la clase obrera internacional bajo la dirección del partido revolucionario de vanguardia cuya actividad educa y prepara al proletariado para cumplir con su tarea histórica.
La RAF repite los errores de los populistas del Narodnaya Volya en la Rusia zarista: luchadores heroicos que buscaron derrocar al régimen de terror autocrático mediante actos de contraterror individual. Pero el punto máximo de la actividad de los narodniki ocurrió una generación antes de la aparición de un movimiento obrero organizado en Rusia, cuando las fuerzas capaces de liberar al país estaban todavía en su infancia. La RAF, en cambio, le da la espalda al poderoso movimiento obrero alemán (e internacional) porque son demasiado impacientes para participar en la lucha por educar a la clase. De esta manera rechazan toda la historia del movimiento marxista, y en particular la herencia de la Revolución de Octubre.
La izquierda alemana de rodillas ante la histeria burguesa
Durante los últimos cinco años, la izquierda alemana participó y/o organizó en numerosas ocasiones, manifestaciones de solidaridad con la RAF contra la represión brutal por el aparato estatal. Muchos grupos incluso extendieron su apoyo político a los terroristas de Nueva Izquierda. El año pasado, miles de personas marcharon en una manifestación en Berlín con motivo del entierro de Ulrike Meinhof; allí, “liberales” como el teólogo Helmut Gollwitzer y “socialistas” como el ex-líder de la Nueva Izquierda Rudi Dutschke dieron elogios. Pero ahora que la RAF ha disipado la última gota de su popularidad, ahora que ha desaparecido la “comprensión de sus motivos” por la “opinión pública liberal”, virtualmente toda la izquierda (y aquí chamos, una vez más, al malicioso Neue Zürcher Zeitung) “abandona a los terroristas como a una brasa ardiente, declarando no tener, ni haber tenido, relación alguna con ellos.” Quienes glorifican acciones como las de la RAF, en tanto se lleven a cabo en otra parte ―España, Argentina, Palestina― no pierden tiempo en declarar en voz alta su “respetabilidad” cuando se encuentran súbitamente enfrentados por su propia burguesía.
En 1974 fuimos la única organización de toda la izquierda que marchó junto con el partido pro-Pekín KPD (Kommunistische Partei Deutschlands) ―claro que bajo nuestras propias banderas― hasta la cárcel de Moabit en Berlín (donde estuvieron presos Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht durante la Primera Guerra Mundial) para protestar contra el terror de clase del estado burgués desplegado contra los miembros encarcelados de la RAF. Hoy día el KPD compite con el DKP (pro-Moscú) por el rol del lacayo ideológico más repugnante de la burguesía al interior del movimiento obrero. Comparando el ataque en Köln con las acciones de un Al Capone, el periódico del KPD, Rote Fahne (7 de septiembre), califica al secuestro de Schleyer como “Una guerra de gángsters en las filas de la burguesía”. Con el oído al suelo, el KPD nos informa que “el pueblo” considera el rapto del dirigente industrial como simplemente un “asunto de la burguesía”. La RAF está compuesta por “los mimados y aburridos hijos e hijas de los ricos.”
Si se aplicara tal criterio al mismo KPD, es decir, jugando en base al origen de clase de sus líderes Semler y Horlemann, ello tendría indudablemente consecuencias fatales en la evaluación de la organización. Lo decisivo para el análisis de una organización no es, en primera instancia, su composición social sino su programa y su política. De acuerdo con estos criterios el KPD se muestra totalmente traidor: hace tres años defendía, mínimamente, a los prisioneros de la RAF; hoy día se lava las manos respecto a estas víctimas de la justicia de clase burguesa. Sin embargo, no es la tendencia agrupada alrededor de la RAF la que ha cambiado en estos últimos tres años, sino el KPD. Claro que este cambio no ha sido cualitativo, puesto que aún en ese entonces el KPD ya era una organización de oportunistas estalinistas con un programa menchevique. Pero en términos cuantitativos es impresionante el movimiento hacia la derecha de estos maoístas. Estos loros de la burocracia de Pekín, que compiten con el líder revanchista de la CSU, Franz Josef Strauss como los mejores “defensores de la patria” contra el “imperialismo soviético”, ahora añaden su voz a la cacería reaccionaria “antiterrorista”.
El Sozialistisches Büro (SB), socialdemócratas de izquierda, reaccionó “con horror” al “asesinato a sangre fría” de los policías protectores de Schleyer en una declaración publicada en la segunda página del Frankfurter Rundschau(13 de septiembre). A causa de este “asesinato colectivo” permanente, dice el SB, la “‘Fracción Ejército Rojo’ ha abandonado sus pretensiones socialistas.” “Con sólo unos cuantos tiros”, continúa el SB, “ellos [la RAF] han destruido mucho por lo que hemos luchado laboriosamente durante años.” ¿Les agradecerá la burguesía por estas apologéticas tan efusivas y engrandecedoras del terror estatal capitalista? Quizás el canciller Schmidt y el jefe del SPD Willy Brandt, las encarnaciones modernas de Noske y Ebert, encontrarán, algunos puestos de consejeros burocráticos para estos propagandistas contra el “fascismo rojo”.
Debe reconocerse, sin embargo, que el KPD manifiesta cierta consecuencia en sus difamaciones. Su rival principal maoísta, el KBW (Kommunistische Bund Westdeutschlands) pro-Pekín, no puede decir lo mismo. En 1974, el KBW polemizaba contra el KPD, que caracterizó de “contrarrevolucionario” el asesinato a tiros del juez Drenckman en Berlín. Citas de Lenin podrían mostrar, decía el KBW, que el asesinato de Drenckman fue “una acción totalmente incorrecta, basada en una estrategia y táctica falsas” pero no “contrarrevolucionaria” (Kommunistische Volkszeitung, 5 de diciembre de 1974). Hoy el KBW repite las mismas tonterías que el KPD sobre la supuesta “guerra de gángsters”.
Hace unos meses, el Kommunistische Volkszeitung (5 de mayo de 1977) denunciaba en forma totalmente repugnante “la vida lujosa de los miembros de la RAF” (¿se referían quizás a Holger Meins y a Ulrike Meinhof, quienes murieron en la cárcel?). El KBW pontificaba: “La RAF nunca se dedicó al terrorismo para conseguir una meta determinada. La RAF explotó bombas con el fin de llamar la atención. Era como si una parte de la burguesía quisiera convencer a la otra de que algo debía hacerse” (subrayado nuestro). Pero extrañamente resulta que la clase capitalista se rehúsa a reconocer como uno de los suyos a la RAF, que se especializa en secuestros y asesinatos de representantes destacados de la burguesía. Por alguna “razón inexplicable” el gobierno alemán persiste en su intento de eliminar a esta organización y a sus “simpatizantes”, así como de usar las acciones espectaculares de la RAF como un pretexto para la represión de todo comunista declarado (los así llamados “grupos-K”).
El SB, DKP, KPD Y KBW simplemente declararon a la RAF fuera de la izquierda, con el fin de huir de su obligación de llamar por la defensa del grupo ante la represión criminal por el estado alemán. El grupo maoísta “crítico” Kommunistische Bund (KB), en cambio, anuncia en el primer párrafo de una declaración en la primera plana de su periódico que no participará “en la histeria dentro de la izquierda por distanciarse [de la RAF], siguiendo las órdenes de Strauss, Schmidt y Cía.” Lamenta “la posición tomada por varias personalidades y organizaciones de la izquierda, que buscan insinuarse en las columnas de la prensa progubernamental con sus infames protestas de no estar involucrados” (Arbeiterkampf, 3 de octubre).
Sin embargo, los mal disimulados oportunistas del KB ya comienzan a presentar sus verdaderos rostros. Mientras que considera a la RAF como “camaradas”, no exige la libertad de los miembros encarcelados de la RAF. Tampoco explica por qué dejó de lanzar esta consigna. (Anteriormente había llamado por su libertad, aunque bajo la consigna liberal errónea de “libertad a todos los prisioneros políticos”, la cual habría incluido también a presos derechistas como Rudolf Hess.) La única explicación ofrecida por el KB de ésta omisión cobarde es que “en estos momentos” la izquierda no puede “sugerir nada respecto a la ‘liberación’ de los prisioneros políticos que sea moderadamente creíble con alguna posibilidad de éxito”. Esta excusa descaradamente objetivista (Kautsky y Bauer la hubieran aprobado de todo corazón) es presentada como una “expresión del balance de las fuerzas de clases” en Alemania Federal.
Por otro lado el KB se preocupa por el “aumento del número de ‘ataques armados’ individuales desesperados llevados a cabo por camaradas que, careciendo de confianza en el poder histórico del movimiento obrero, no son capaces de ver otra ‘salida’.” Esto es debido a que “la debilidad relativa de la izquierda alemana empeora la situación, ya que no puede ofrecer una alternativa real a corto plazo a los futuros ‘terroristas’.” Pero tal alternativa, a corto o largo plazo, sólo puede ser proporcionada por una perspectiva política, un programa político; y el KB le teme al programa como el diablo al agua bendita. “En realidad, es una tradición nuestra tratar muy poco de las llamadas ‘cuestiones programáticas’,” declaran con satisfacción. “y en cambio concentrarnos primariamente en cuestionesconcretas, prácticas de la lucha política” (Arbeiterkampf, 5 de septiembre). Así el KB demuestra que no proporcionará nunca esa alternativa, sea para los individuos desesperados o para la clase obrera en su conjunto.
La llamada por la libertad de las víctimas del terror reaccionario de la burguesía es sólo un elemento en nuestro programa revolucionario, aunque un elemento indispensable. Plantearla sólo cuando tiene posibilidades de éxito es simplemente capitular ante la presión de la “opinión pública”. Particularmente, en el caso de camaradas proletarios en las fábricas, sometidos a tremendas presiones en períodos de histeria política, sólo serán capaces de resistir si su organización muestra la mayor claridad y dureza posibles. Aquellos que no aceptan la estratagema cínica de declarar a la RAF fuera de la izquierda, no pueden simplemente “olvidar” la demanda de su libertad. No importa cuán impopular, ésta debe ser proclamada incesantemente y a toda voz.
La capitulación cobarde del GIM
N o nos sorprendemos al ver a los burócratas aspirantes socialdemócratas ni a los maoístas defensores de la patria solidarizándose con la represión desatada por el estado burgués contra la “amenaza terrorista”. Pero aun cuando para estos reformistas desvergonzados su actitud rastrera ante el asunto Schleyer constituye un nuevo récord, la capitulación más asquerosa viene de parte del Gruppe Internationale Marxisten (GIM, sección alemana del Secretariado Unificado [SU] de Ernest Mandel). Estos oportunistas que hace algún tiempo alababan la “estrategia guerrillera” en América Latina, veneraban al “Che” Guevara y daban su apoyo “sin reservas” a la “ascensión imparable” del primer ministro español Carrero Blanco (como resultado de un ataque con bombas por los nacionalistas vascos), ahora corren a esconderse bajo la cama cuando se usan las mismas tácticas en casa y la burguesía amenaza con la represión.
Comenzando con su titular repugnante ―“¡El terror individual sólo ayuda a la derecha!”― el número del 15 de septiembre de Was Tun (No. 175) está lleno de retórica legalista, calumnias veladas contra las víctimas de la represión reaccionaria y excusas rastreras dirigidas al estado burgués. Y para coronar esta colección nauseabunda de evasiones socialdemocráticas, ¡el GIM presenta su propio programa antiterrorista! “Nuestro ‘programa contra el terror’ es un programa de acciones de masas contra el desempleo y la contaminación atómica, por la defensa conjunta de los derechos democráticos.”
¡Qué tergiversación del marxismo! El GIM no sólo se niega a defender a la RAF contra la cacería iniciada por el estado alemán occidental; no sólo se pliegan estos seudotrotskistas a la histeria “antiterrorista” gubernamental; no sólo rehúsan hacer la distinción elemental de clase entre el terror del estado capitalista y el de la RAF; sino además, estos aterrados oportunistas en plena huida a la derecha, declaran (tal como Schmidt le dice a Strauss) tener un programa mejor para combatir el terrorismo de izquierda. ¡Es una vergüenza! ¿Acaso ha “olvidado” el GIM el principio de la solidaridad de clase contra la represión burguesa? ¿Se ha olvidado del carácter de clase del estado?
Aparentemente sí, pues el notorio No. 175 de Was Tun declara:
“Los secuestradores de Schleyer, que proporcionan una excusa [para la represión estatal contra la izquierda], dan pruebas así de su actitud apolítica: simplemente siguen la lógica ‘militar’ de una guerra privada que carece totalmente de justificación. Sus demandas por la libertad de prisioneros tienen el único objetivo de [aumentar] su propia capacidad de acción. Sus métodos incluyen la muerte de la escolta de Schleyer.”
Luego de esta condena de la RAF que podría haber aparecido en cualquier periódico del SPD y es digna del SB, el GIM concluye:
“En el caso de grupos contemporáneos que siguen una política de terror individual, su pertenencia al movimiento obrero es altamente cuestionable… Actualmente estamos discutiendo al interior de nuestra organización las conclusiones políticas de largo alcance que se deben sacar de la reciente oleada del terrorismo individual.”
Es una denuncia poderosa de los pablistas, quienes cambian de posiciones con cada nueva brisa de la opinión pequeñoburguesa, el hecho de que la gente que durante el apogeo del furor guevarista llamaban a una estrategia de “guerra de guerrillas prolongada” en América Latina, ahora quieran declarar ajeno a la izquierda a todo grupo que emplee métodos terroristas.
De hecho, no hace mucho que la tendencia mayoritaria centrista del SU disculpaba incidentes de terror indiscriminado por grupos nacionalistas cuyas víctimas no eran representantes de la burguesía sino individuos inocentes. La masacre criminal de unos turistas baptistas puertorriqueños en el aeropuerto Lod de Israel, llevado a cabo por el “Ejército Rojo Japonés” en colaboración con el PFLP palestino, se calificó sólo como un error grave en el No. 6 de Was Tun. Y no nos olvidemos de la masacre de Múnich, cuando se asesinaron atletas israelíes como resultado de su secuestro insensato por nacionalistas palestinos del grupo Septiembre Negro; en ese entonces, el buró político de la sección francesa del SU escribió que “la acción de Septiembre Negro debe ser apoyada incondicionalmente” (Rouge, 30 de septiembre de 1972). Pero dejen que unos terroristas caseros ―y no los héroes exóticos “tercermundistas” que son dotados de un aura romántica y animados por los aplausos entusiastas de los guerrilleros de salón― rapten a un prominente industrial y ex-Nazi conocido, y el voluble GIM súbitamente se pregunta si la RAF pertenece a la izquierda.
Pero no termina aquí el descaro de los pablistas. ¡La primera reacción del GIM al atraco de Köln fue el lamentar la muerte de los policías! “No nos alegra el secuestro de Schleyer, no sólo porque resultó en la muerte de cuatro policías que no son, por supuesto, del todo ajenos al problema, pero que al menos no son personalmente culpables…” (Was Tun, 8 de septiembre). ¿No son los policías los pistoleros profesionales, el puño de hierro del estado burgués? Y sin embargo esta infamia no debería de sorprendernos en las bocas de adherentes de una “Internacional” cuya sección española llama al estado franquista a disolver a las bandas fascistas, cuyos partidarios “fraternales” norteamericanos llaman al ejército imperialista estadounidense a proteger a la población negra en Boston, y cuya sección francesa apoya la sindicalización de los policías. Quizás siguiendo la tradición del SWP norteamericano, que le envió un telegrama de condolencia a la viuda Kennedy en 1963, el GIM pronto publicará declaraciones de condolencia para con los deudos de los Buback, Ponto, Schleyer y sus “escoltas”.
¡Abajo la cacería “antiterrorista”!
El GIM trata de reforzar su capitulación con una cita de Trotsky, publicada en 1911 en Kampf, el periódico de la socialdemocracia austriaca. El No. 175 de Was Tun reproduce un pasaje en el cual Trotsky muestra como los terroristas con sus “acciones heroicas” echan las masas al lado, empujándolas hacia la pasividad política. Pero estos renegados cobardes del trotskismo se cuidan de [no] reproducir el final del artículo, ya que éste refleja un fuego revolucionario demasiado ardiente para las páginas de su hoja economicista.
“No importa lo que digan los eunucos y fariseos del moralismo, el deseo de venganza tiene sus derechos legítimos y da testimonio del altísimo honor moral de la clase obrera que es incapaz de observar simplemente con aburrida indiferencia, lo que pasa en éste el mejor de todos los mundos. La tarea de la socialdemocracia no es el extinguir la sed del proletariado por la venganza, sino, por el contrario, soplar constantemente sus llamas, alimentarlas, a fin de profundizarla y dirigirla contra las verdaderas causas de toda injusticia y depravación humana.
“Si rechazamos, no obstante, los actos terroristas, no es debido a que no reconozcamos el derecho a la venganza, sino porque tal venganza individual es insuficiente. La cuenta por arreglar con el orden capitalista mundial es demasiado grande como para presentársela a un vulgar funcionario gubernamental con el título de ministro. El entender todos los crímenes contra la humanidad y todas las desgracias a la dignidad humana como productos del sistema social, a fin de unir todas nuestras fuerzas en la lucha colectiva contra el sistema ― ése es el camino por el cual el deseo más ardiente de venganza podrá encontrar su satisfacción moral más noble.”
A diferencia del SU, la tendencia espartaquista internacional siempre se ha opuesto políticamente al guerrillerismo (ya sea rural o urbano) y al terrorismo como estrategias sin salida, de aventurerismo pequeñoburgués, sustitucionismo y desesperación, que no pueden llevar nunca al estado obrero revolucionario, basado en una democracia soviética, que es nuestra meta. Más aún, hemos distinguido constantemente entre la política falsa y peligrosa del terror individual y la práctica criminal del terrorismo indiscriminado. Cuando la sección francesa del SU calificaba la acción de Septiembre Negro en Múnich “un acto de violencia legítima de un pueblo al cual la reacción internacional y la traición de las burguesías árabes han dejado sin otra alternativa”, la tendencia espartaquista escribía:
“El furor terrorista pequeñoburgués indefendible manifiesto en Múnich, se origina en la evidente consolidación israelí de las victorias arrancadas del cuerpo vivo de los pueblos árabes…. el clamor burgués apenas toca el tema de las represalias mucho más sangrientas desatadas por el estado israelí…. Pero mientras se puede comprender cómo la miseria del pueblo palestino lleva a grupos como el PFLP y Septiembre Negro a actos rabiosos y desesperados, no obstante, no se pueden defender en absoluto los actos de terror masivo indiscriminado como en Múnich y Lydda.”
― Workers Vanguard No. 13, noviembre de 1972
En el mismo artículo, mientras condenábamos al ataque criminal en Múnich, hicimos clara nuestra defensa consecuente de toda la izquierda contra el terror del estado capitalista: “El terror individual dirigido contra el enemigo de clase, no importa su sustitucionismo y contra productividad inevitables, es todavía un acto de odio de clase contra la opresión, y sus autores deben ser defendidos contra la represión burguesa.” A distinción de los inconstantes guerrilleristas de salón del SU, que ahora buscan cobardemente excusas para evitar la defensa de los prisioneros de la RAF, la tendencia espartaquista internacional no pide disculpas por su historia consecuente de defensa del movimiento obrero.
¡Libertad a los miembros encarcelados de la RAF!
¡Libertad a los militantes de izquierda en prisión!
¡Abajo la cacería “antiterrorista”! ¡Por la unidad de acción proletaria contra la amenazada proscripción de las “organizaciones comunistas”!
¡Abajo las leyes de emergencia! ¡Abajo la ley de “prohibición” de contacto! ¡Por la disolución de laBundesgrenzschutz y los comandos móviles de intervención!
¡Aplastar el Berufsverbote ― No a las listas negras en los sindicatos!
¡Por la justicia clasista proletaria de un gobierno obrero!