Los revolucionarios y las elecciones burguesas: apuntes teóricos
Septiembre del 2016
[Este texto fue originalmente escrito como una colaboración a la discusión interna del Reagrupamiento Revolucionario sobre cuál posición tomar en las elecciones brasileñas del 2016. Posteriormente a la discusión, fue expandido y adaptado para publicación.]
En Brasil, la izquierda posee un fuerte enfoque en las elecciones burguesas, muchas veces priorizando el calendario electoral en detrimento del fortalecimiento de luchas populares y de los trabajadores. Eso fuerza a grupos pequeños como el nuestro, actualmente incapaces de tener algún impacto en el proceso electoral, a afirmar sus posiciones y a diferenciarse de la tendencia general de diseminación de ilusiones en las elecciones, como una vía para mudanzas decisivas para el proletariado.
1) Las elecciones de sufragio universal son actualmente uno de los principales mecanismos de las democracias burguesas. Ellas permiten el debate entre programas e individuos, actualizando el régimen burgués a cada cantidade de años (o siempre que es necesario, en el caso de los sistemas parlamentaristas) para la lucha de clase contra los trabajadores – o sea, el programa para dominar mejor. Ellas también pasan la falsa impresión de que los trabajadores tienen algún poder de decidir los rumbos del Estado, disfrazando el real sistema de dictadura de clase de la burguesía. Pues las elecciones son casi siempre un juego de cartas marcadas, sea por el pesado financiamiento empresarial y apoyo mediático a las candidaturas preferenciales de la burguesía, o sea por la posibilidad de innúmeras interferencias que cercenan la democracia cuando los pleitos no corren conforme lo esperado. Siempre que la mayoría de la burguesía ve la necesidad de cambiar el gobierno de su Estado, aunque sea pasando por encima de la legalidad, lo hace, como ocurrió en Brasil en el impeachment de Dilma Rousseff y en el de Fernando Lugo en Paraguay, en el 2012.
2) Por eso, los revolucionarios tienen como papel principal ante pleitos electorales, denunciar el papel ilusorio de las elecciones burguesas, como parte de una crítica más general al sistema capitalista y a su Estado, y no apenas al gobierno de turno. Las elecciones no pueden mudar la condición explotada y subalterna de la clase trabajadora. Las promesas de reformas y mejorías que vienen de los más diversos candidatos burgueses que chocan en el compromiso de estos con la manutención del orden capitalista, sus acuerdos públicos o bajo los paños con la gran burguesía.
3) Mas esa denuncia no significa necesariamente la abstención o boicot electoral. No nos oponemos a la participación en las elecciones burguesas como principio. A lo largo de su historia, el Partido Bolchevique ruso supo sacar provecho del espacio de debate político proporcionado por las elecciones a la Duma zarista, lanzando candidaturas revolucionarias en ciertas ocasiones. Ya en otras, llamó a los trabajadores a boicotear el pleito, cuando el clima político entre las masas era favorable para tal (en general, por tratarse de un momento de fuerte ascenso de las luchas). En el actual escenario brasilero, aunque algunos votos nulos sean dados por los trabajadores en repudio al sistema electoral en sentido progresivo, tantos otros son dados por una postura de rechazo a la política, o sea, una postura conservadora. Reconocemos que el voto nulo es una opción viable para los trabajadores frustrados con el sistema electoral y con los partidos de la burguesía, pero el enfoque de los revolucionarios debe ser la denuncia de todos los candidatos burgueses y de los oportunistas que cruzan la línea de clase. De esa forma, la posición por el voto nulo debe ser, en los casos en que no hay otra opción, mucho más una consecuencia de la ausencia de una candidatura da clase trabajadora de que algo a ser exaltado en si mismo. Por el mismo motivo, campañas de boicot o abstención electoral no deben ser un principio, mas sí una táctica aplicada apenas en momentos adecuados.
4) Mientras los sectores expresivos de la clase trabajadora todavía nutran ilusiones en las elecciones burguesas, pueden ser usadas por los revolucionarios para propósitos tácticos de aliar consigo sectores descontentos con el capitalismo y su sistema electoral. Una candidatura proletaria podría servir para ese propósito de demostrarle a la clase su fuerza creciente, además de usar el momento electoral, cuando todos están discutiendo política más ávidamente, para divulgar las ideas socialistas revolucionarias. De la misma forma, un parlamentar revolucionario podría cuestionar el parlamento burgués desde adentro, utilizando su cargo como tribuna para los intereses de los trabajadores, lo que atrae más atención para el programa revolucionario y las luchas proletarias. El papel principal de una candidatura revolucionaria sería, por lo tanto, el de usar la oportunidad de las elecciones para defender la necesidad de la clase trabajadora organizar su propio poder político, rompiendo con la burguesía a través de una revolución socialista. Conforme sintetizan las teses del II Congreso de la Internacional Comunista sobre el parlamentarismo del 1920 (pagina 190):
“La tribuna del parlamento burgués es uno de esos puntos de apoyo secundarios. No es posible invocar contra la acción parlamentaria la condición burguesa de esa institución. El partido comunista entra en ella no para dedicarse a una acción orgánica sino para sabotear desde adentro la maquinaria gubernamental y el parlamento (…) Esta acción parlamentaria, que consiste sobre todo en usar la tribuna parlamentaria con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del adversario, en agrupar alrededor de ciertas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe ser totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de las masas. (…) La campaña electoral debe ser llevada a cabo no en el sentido de la obtención del máximo de mandatos parlamentarios sino en el de la movilización de las masas bajo las consignas de la revolución proletaria.”
5) Va contra los principios de los comunistas apoyar cualquier candidato de la burguesía. Una posición como esa revela algo sobre los “comunistas” que apoyan esas candidaturas: o que tienen ilusiones en las promesas supuestamente “progresivas” de la clase dominante, o que capitulan a la histeria para votar en lo “menos peor” dentro de las opciones que ella ofrece. Los revolucionarios no deben apoyar ninguna candidatura de partidos burgueses, lo que incluye a aquellas de “izquierda” que son financiadas o coligadas con la burguesía y sus partidos (a veces llamadas “frentes populares”). Apoyar o participar de candidaturas burguesas o de colaboración de clases es ponerse al servicio de la manutención del orden burgués, por más que tal apoyo pueda ser hecho bajo el manto de propuestas “radicales”.
6) Aunque estén sabiendo que no alteran decisivamente su condición de clase explotada, los trabajadores deben ser favorables a reglas más democráticas para las elecciones, pues eso facilita el trabajo de la promoción de ideas socialistas. Las reglas para concurrir en las elecciones del Brasil son extremamente antidemocráticas, pues no permiten la participación de un candidato independiente (sin partido) y también dificultan mucho el registro de nuevos partidos. Los candidatos de los pequeños partidos de izquierda reciben poquísimo espacio de propaganda en la televisión y en la radio y son frecuentemente excluidos de los debates. Denunciar eso también se hace necesario para desenmascarar el proceso electoral.
7) Siempre que sea posible y oportuno, los revolucionarios deben participar en las elecciones burguesas con sus propias candidaturas. Mas, para una organización pequeña, las elecciones no permiten muchas posibilidades. Por eso, cuando existe una candidatura de la clase trabajadora que tiene apoyo de masas, la táctica del “voto crítico” es una alternativa viable. Significa apoyar una candidatura socialista e independiente de la clase trabajadora, de carácter reformista o centrista, haciendo campaña crítica hacia ella entre los trabajadores, con el objetivo de romper las ilusiones de sus apoyadores, exponiendo sus contradicciones y, posiblemente, colocándolas a prueba en el parlamento o poder Ejecutivo. Lenin describió esa táctica como sustentar a los reformistas “de la misma forma como una cuerda sustenta al ahorcado”. Trotsky propuso su aplicación a los líderes de la sección americana de la Cuarta Internacional (SWP), siendo direccionada a los stalinistas; así como le sugirió al Partido Laborista Independiente (ILP) británico, aconsejando que votase en el Partido Laborista (entonces un partido obrero reformista) donde el ILP no tuviera candidatos propios.
8) La táctica de “voto crítico” es poco útil si no fuera posible presentar de manera amplia la crítica y, por lo tanto, “hacer la experiencia junto a las masas”. Tampoco ante candidaturas pequeñas de los reformistas y centristas, que es el caso frecuente en el actual escenario brasilero. Pues ante el poco reconocimiento de las candidaturas independientes de la clase trabajadora y de la imposibilidad de práctica de tornar este apoyo un “ahorcamiento”, parecería a los ojos de la vanguardia como una inclinación política a los grupos por tras de esas candidaturas. Así, resta como alternativa un “voto de protesta”. Eso significa una declaración de voto, y la defensa para que la vanguardia haga lo mismo, como forma de expresar electoralmente una línea de independencia de clase. Mas, en esa misma declaración de voto, es necesario explicar a la vanguardia que, a pesar de que esas candidaturas tengan el mérito de no cruzar la línea de clase, ellas poseen una serie de deficiencias derivadas del programa reformista o centrista de sus respectivas organizaciones.