El ala derecha de la YSL y la ‘crisis del estalinismo mundial’ (1957)
[Adaptada de la introducción a la edición en inglés, 8 de octubre de 1981. Esta versión en español fue impresa enSindicato patronal de Polonia al servicio de los banqueros y la CIA — ¡Alto a la contrarrevolución de Solidarnosc!]
A continuación reproducimos la traducción de extractos de The Hungarian Revolution, editado en 1959 por un precursor de nuestra tendencia. El autor, Shane Mage, fue uno de los jóvenes shachtmanistas de izquierda que pasaron al trotskismo, fusionándose con el Socialist Workers Party (SWP) norteamericano en 1958. “El ala derecha de la YSL y la ‘crisis del estalinismo mundial”, reproducido en el folleto de 1959, se originó como documento fraccional dentro de la Young Socialist League (YSL), la organización de la juventud de la tendencia encabezada por Max Shachtman que se separó del entonces revolucionario SWP al rechazar el principio fundamental del trotskismo de la defensa incondicional de la Union Soviética contra el imperialismo. La defensa por la mayoría de los shachtmanistas de las “metas democráticas generales” en la Revolución Húngara de 1956 representó un paso importante hacia su liquidación en la socialdemocracia oficial norteamericana. Fue el curso de los shachtmanistas hacia una unificación con el partido “socialista de Guerra Fría” de Norman Thomas (que en poco tiempo fue dominado por ellos) lo que empujó al ala izquierda de la YSL, formada por Mage, James Robertson, el execrable Wohlforth y otros, hacia el trotskismo y el SWP.
Estos jóvenes trotskistas, un sector importante de los cuadros fundadores del grupo de la juventud del SWP, se encontraron otra vez en un partido que estaba derechizándose a paso rápido. Mage fue uno de los camaradas que surgieron como la oposición de izquierda del SWP, fueron expulsados en 1964 y luego formaron la Spartacist League. La tendencia espartaquista es la expresión del programa trotskista abandonado por el SWP, hoy en día una formación reformista execrable. Mage, por su parte, se apartó de la política revolucionaria en los años 60.
Al analizar las bases sociales potenciales para la contrarrevolución en Europa del Este, Mage señaló en “El ala derecha de la YSL…” que no es necesario que los partidos contrarrevolucionarios se pronuncien por, o lleven a cabo de inmediato, la desnacionalización de la industria estatizada. Más bien preferirían subordinar la industria nacionalizada a los intereses de la pequeña burguesía nacional y el capital internacional. Con esto Mage no expresaba algún concepto particular sino que seguía a Trotsky, quien escribió en 1937: “En el caso del triunfo de una contrarrevolución burguesa en la URSS; el nuevo gobierno tendría que basarse durante un largo periodo en la economía nacionalizada” (“¿Un estado ni obrero ni burgués?”).
Al mismo tiempo, Mage insistía en que no fue contrarrevolución lo que estaba aconteciendo en Hungría en octubre-noviembre de 1956. Los órganos efectivos del poder eran los consejos obreros que expresaban una concienciasocialista confusa, aunque con desviaciones sindicalistas e ilusiones “neutralistas”, mientras las fuerzas clerical-reaccionarias agrupadas en torno al cardenal Mindszenty eran relativamente débiles y contrapuestas (a los obreros). Estos son factores importantes para los revolucionarios, dictando una orientación hacia los eventos de 1956 en Hungría como desarrollándose hacia una revolución política proletaria. La polémica de Mage destaca así tajantemente la línea de la tendencia espartaquista en la actual crisis polaca, donde la constelación de las fuerzas contrarrevolucionarias (que en Hungría representaban elementos decididamente subordinados) hoy manejan la fuerza dominante detrás del “sindicato” Solidarnosc. El que el enfoque teórico y los criterios programáticos utilizados por Mage en torno a Hungría en 1956 mantengan su validez, aunque necesitando conclusiones muy distintas, para Polonia en la actualidad, demuestra el poder del trotskismo como la guía leninista contemporánea para la acción revolucionaria.
La obra de Mage sobre Hungría no carece de debilidades. Como revolucionario subjetivo en transición del shachtmanismo, él mantuvo a esta altura una postura blanda hacia un “antiestalinismo” sin distinciones y el “neutralismo” defendidos por algunos de los disidentes húngaros. Más aun, al descartar el apoyo a una intervención rusa en cualquier circunstancia, Mage elevó en forma impermisible el derecho democrático-burgués a la autodeterminación nacional sobre la cuestión de clase de la defensa del poder estatal proletario en contra del capitalismo-imperialismo.
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Extractos de “El ala derecha de la YSL y la ‘crisis del estalinismo mundial” de Shane Mage
[Publicado por primera vez en Young Socialist Review, 1 de junio de 1957]
La cuestión clave es la siguiente: en términos teóricos, ¿era posible que las revoluciones polaca y húngara resultaran en la restauración del capitalismo? El proyecto de resolución del NAC [Comité Nacional de Acción — cuerpo directivo de la YSL] lo descarta, sosteniendo que la “democracia” es suficiente para definir “la revolución por el socialismo democrático”. Este punto de vista, a mi ver, sólo es posible sobre la base de una ignorancia extraordinaria, de las fuerzas sociales y económicas reales que determinan la evoluciFirst Printed in Young Socialist Reviewón de Polonia y Hungría, y del contexto mundial en el que ocurrían estas revoluciones…
Establecer la democracia formal, si ha de significar algo, quiere decir elecciones libres a un parlamento soberano. Las elecciones libres, por otro lado, significarían la instalación de un gobierno que refleje el sector numéricamente más importante de la población. En Polonia y Hungría esta mayoría no es la clase obrera. Es la pequeña burguesía rural y urbana, los campesinos, los pequeños comerciantes, los artesanos, la vieja clase media….
He aquí uno de los elementos más escandalosos del proyecto de resolución del NAC. Los autores del proyecto, han hecho la omisión más estúpida posible en una resolución sobre Polonia y Hungría: ¡no hay mención alguna de la iglesia católica, sea como instituto religioso o como fuerza social!
Sin embargo, tanto en Polonia como en Hungría la iglesia es la única organización dejada intacta bajo el régimen estalinista, con un aparato estable y altamente articulado, una larga tradición de continuidad, y un gran prestigio popular….
¿Cuál es el papel anhelado de la iglesia en estas revoluciones? El Proyecto de Resolución sostiene que en Polonia y Hungría “las fuerzas que se declaran por una restauración del capitalismo… eran sumamente restringidas, sin peso alguno.” Es verdad que en Polonia y en Hungría la iglesia no expuso un programa abiertamente capitalista. Pero no le es necesario hacerlo. La iglesia católica, por su propia naturaleza como organismo internacional controlado totalmente desde el Vaticano, cumple un papel determinado en la política mundial — él de un aliado importante del imperialismo estadounidense y de la reacción capitalista en todos los países. Si se sintiera en condiciones para hacerlo, ¿qué razón hay para pensar que la iglesia encabezada por un Mindszenty se comportaría en manera diferente de la iglesia en Italia, España o Austria? Y si unas elecciones libres dieran como resultado un parlamento con mayoría católica, reflejando así la mayoría católica en el campo, ¿no se sentiría la iglesia en condiciones de hacerlo?
Me parece que es altamente probable que unas elecciones auténticamente libres, tanto en Polonia corno en Hungría, resultarían en una mayoría clerical pequeñoburguesa. No hubo elecciones libres en Polonia después de la guerra, pero si se hubieran celebrado, pocos (salvo los estalinistas) negarían que las hubiera ganado el Partido Campesino de Mikolajczyk. Pero sí hubo elecciones libres en Hungría, y de estas salió una mayoría considerable para el Partido de los Pequeños Propietarios, dirigido por los clerical reaccionarios Ferenc Nagy y Mons. (¡!) Bela Varga.
¿Es que un gobierno Mindszenty-Ferenc Nagy o Mikolajczyk-Wyszinski hubiera podido restablecer el capitalismo?…
Creo que un gobierno pequeñoburgués en Polonia o Hungría, si se le permite estabilizarse y apoderarse del país, bien podría llevar a cabo un retorno al capitalismo, y en muy poco tiempo. El primer paso sería absolutamente necesario, para cualquier gobierno no estalinista, restaurar las relaciones capitalistas en la agricultura, la pequeña producción y el comercio al por menor. La NEP [Nueva Política Económica] en Rusia producía en forma continua tendencias restauracionistas, simbolizadas por el auge de los nepistas y los kulaks. En efecto, la política de Bujarin de otorgar concesiones a estos elementos capitalistas habría llevado a este tipo de restauración del capitalismo a pesar del deseo subjetivo del ala derecha de los Bolcheviques de evitarlo. La NEP en un país atrasado y agobiado es una cosa peligrosa en el mejor de los casos. Si se la confía a los representantes políticos de los kulaks y los nepistas (y los partidos campesinos y pequeñoburgueses no pueden ser otra cosa), llevaría sin duda directamente al capitalismo.
Otro aspecto decisivo de un retorno al capitalismo bajo una dirección pequeñoburguesa democrática serían los lazos de Polonia y Hungría con el mercado capitalista mundial, especialmente, por supuesto, con la poderosa fuerza económica del imperialismo norteamericano. No tiene nada de secreto que el principal programa político afirmativo del imperialismo estadounidense con respecto a Europa del Este se basa en una ayuda económica masiva en la forma de “préstamos” o aun regalos. Esta “ayuda” tendría un efecto doble: sería un as de triunfo político en manos de los políticos burgueses, los únicos con acceso a la abundancia norteamericana, y muy pronto serviría para reorientar las economías de Polonia y Hungría hacia su tradicional dependencia del capitalismo occidental. Lenin alguna vez dijo que le preocupaban mucho menos los ejércitos de Guardias Blancos que las mercancías baratas del Occidente que éstos traían consigo. Las mercancías norteamericanas que entrarían a Europa Oriental bajo gobiernos pequeñoburgueses serían más que baratas — ¡serían gratuitas!
¿Y qué pasaría con las industrias nacionalizadas? Su suerte seria servir los intereses de los campesinos y la pequeñaburguesía y las necesidades de comercio con los capitalistas occidentales. Hungría y Polonia pueden convertirse en estados capitalistas sin desnacionalizar una sola fábrica industrial de importancia; sólo hay que convertir la industria —democráticamente, por supuesto— en un apéndice de la economía campesina y del mercado mundial.