Falla un golpe de las derechas en Chile
[Originalmente publicado en Workers Vanguard No. 26, 3 de agosto de 1973. Traducido en Cuadernos MarxistasNo. 3.]
La fotografía en esta página muestra el intento de golpe de estado por un sector del ejército chileno el pasado 29 de junio. Tropas del Segundo Regimiento Blindado rodearon el palacio presidencial y el ministerio de defensa, pero fueron derrotadas después de un tiroteo de tres horas con unidades leales. Durante la lucha murieron 22 personas, la mayoría civiles que habían sido atrapados en la línea de fuego.
La revuelta fue derrotada sobre todo porque la mayoría de la casta de oficiales todavía cree que Allende está jugando un papel útil de engañar a los obreros, y todavía no ha decidido echarle. Allende, por su parte, se rehusó de nuevo a movilizar a los obreros y contó con los generales leales para la defensa del gobierno. Acusó a Patria y Libertad, un grupo fascista con vínculos con sectores militares derechistas, de estar involucrado en la conspiración, pero no lo ilegalizó.
Aunque el mini-golpe fue derrotado fácilmente, la amenaza de un putsch reaccionario continúa en aumento a medida que el gobierno del frente popular se muestra cada vez más incapaz de desempeñar su papel de frenar a los obreros, como atestiguan la reciente huelga de mineros del cobre. La cuestión de quién manda se está planteando cada vez más agudamente, a medida que se suceden sin descanso las demostraciones pro-gobierno y anti-gobierno, huelgas y cierres patronales, asesinatos y descubrimientos de armas ocultas de los fascistas.
Un golpe militar de las derechas, aunque no necesariamente fascista, estaría dirigido (como el golpe de Banzer en Bolivia en agosto de 1971) a la supresión de la combatividad en auge de las masas y a la decapitación del movimiento obrero. El putsch estaba dirigido contra el gobierno de Allende en el sentido inmediato; su verdadero blanco es el movimiento obrero.
¡Obreros y campesinos de Chile! El gobierno de la Unidad Popular no es un gobierno obrero. Es una coalición de partidos obreros y capitalistas. No importa cuán pequeños sean los Partidos Radical y Demócrata Cristiano de izquierda, son en cierto sentido los partidos más importantes de la UP. Pues su presencia es la garantía de que Allende no sobrepasará los límites del capitalismo.
¡Militantes sindicales y amas de casa! El gobierno de la UP no respalda vuestros intereses, sino los de los patronos. Ha permitido una inflación galopante que hubiera podido ser frenada por un control de precios regido a su vez por el control de los sindicatos y los obreros sobre la producción y la distribución. Ha frenado el proceso de nacionalizaciones y deja sin tocar a los capitalistas industriales “nacionales”. Hace uso de las ametralladoras para sofocar las huelgas de los mineros.
El gobierno de Allende debe ser remplazado por una revolución obrera. Las masas trabajadoras deben luchar por un gobierno basado en la federación laboral CUT, los partidos obreros, y los “cordones industriales” y JAPs (incipientes comités populares) en los distritos obreros. Esta es la única defensa verdadera contra los reaccionarios.
Pero ahora nos vemos frente a la siguiente situación específica: la derecha se inclina cada vez más hacia un enfrentamiento con el gobierno. A causa de la fuerza del voto a favor de la UP en las elecciones de marzo y la creciente radicalización de los obreros, sectores cada vez más grandes de la burguesía están convencidos de que deben poner un límite. Así, hoy por hoy, los obreros y Allende tienen un mismo enemigo.
Frente a un intento de putsch, los revolucionarios deben dar apoyo militar al gobierno del frente popular: sin cesar por un segundo de oponérsele políticamente. Reclamamos que se distribuyan armas entre los obreros, que se formen milicias obreras basadas en los sindicatos, y la proscripción y desarme de todas las organizaciones fascistas. Así mismo reclamamos la abolición del ejército oficial y en particular del cuerpo de oficiales, y la organización de las tropas en comités de soldados, aliados a los sindicatos. La formación de un comité central de las milicias obreras, los consejos de soldados y las organizaciones obreras (sindicatos y partidos) para coordinar la defensa. Sólo de esta manera podemos garantizar que el potencial para una movilización revolucionaria y las ganancias ya exprimidas de la burguesía no dependerán de la buena voluntad de los generales “democráticos”.
La izquierda ostensiblemente revolucionaria en Chile se ha abstenido de proveer una clara oposición al frente popular, de luchar con firmeza dentro de las organizaciones de masa existentes contra la dirección reformista de los Partidos Socialista y Comunista. Intentos, como los del MIR, de crear artificialmente “asambleas populares” que ignorarán a los sindicatos y los partidos obreros de masa, están condenados al fracaso. Y también condenadas están las demandas de los grupos izquierdistas al gobierno para que incremente las nacionalizaciones y rompa con los partidos capitalistas.
Se está preparando un rio de sangre para las masas trabajadoras chilenas. Sólo a través de la lucha para construir un partido revolucionario de vanguardia basado en la política de Lenin y Trotsky se puede evitar esto y convertir en realidad el potencial revolucionario. En contraste a los centristas como el MIR que se rinden constantemente ante la popularidad de la UP con sus fórmulas de “apoyo crítico” y de presión desde la izquierda, un partido tal debe ser uno de oposición irreconciliable.
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Importante crítica:
¿Pedimos de la burguesía que proscriba al fascismo?
17 de agosto de 1973