La amenaza de la Guardia Civil
Intentona golpista en España
Traducido de Workers Vanguard No. 275, 27 de febrero de 1981. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 10 , febrero de 1982.
El siguiente artículo fue escrito al momento del golpe de Tejero. Informaciones posteriores revelaban que la extensión del complot era más grande aun, abarcando a grandes sectores de la alta oficialidad de las FF.AA. españolas. Esto no hace sino reforzar la importancia de la línea política aquí elaborada de movilización obrera contra los golpistas.
23 DE FEBRERO DE 1981 — La dramática intentona de anoche en Madrid está siendo pintada como la aventura de un “coronel loco”. Claro que la banda de 200 guardias civiles y ultrafranquistas sin uniforme que secuestraron a todo el parlamento español eran elementos marginales con mínimas posibilidades de instalar un gobierno castrense. Pero el coronel Tejero y su aliado golpista el general Milans de Bosch cuentan con influencia y protección. Tejero fue el organizador del complot de 1978 para secuestrar el gabinete; aunque condenado a la cárcel por sedición, fue puesto en libertad y retornado al servicio activo. Esta vez irrumpieron en las Cortes sin encontrar obstáculos, tomaron la RTVE (televisora nacional) con tanques del ejército y pusieron a Valencia bajo control militar. Esto no se pudo hacer sin cómplices a alto nivel. El “golpe del coronel loco” fue una advertencia de un verdadero golpe militar si las exigencias de los generales — franquistas empedernidos casi todos (aunque no locos) — no se satisfacen.
El rey Juan Carlos, nombrado por el difunto dictador, es aclamado como salvador de la “democracia española”. Pero el hecho de que el golpe no fue desmantelado sino hasta después de la intervención del monarca confirma que él no es una simple figura decorativa, sino el máximo comandante en jefe de las fuerzas armadas. Esta vez ordenó a los altos mandos acatar al gobierno civil. En el futuro la autoridad del monarca para imponer o avalar un régimen de “estado fuerte” se verá reforzada enormemente. Ya en repetidas ocasiones el ejército ha lanzado insinuaciones tenebrosas o amenazas abiertas de barrer el débil parlamento si aumenta la fuerza de la izquierda o siguen activos los terroristas nacionalistas vascos. La “democracia española” fácilmente podría experimentar una transformación bonapartista, porque las fuerzas siniestras e instituciones antidemocráticas de la dictadura franquista nunca fueron verdaderamente eliminadas de raíz. ¡Ojo con reyes que cancelan golpes!
Quizás el aspecto más peligroso del extraño intento de golpe a las Cortes es que la clase obrera no actuó. El ejército se acuarteló mientras que la policía nacional — los “grises”, tan peligrosos como la Guardia Civil — rodeó el edificio del parlamento. Los sindicatos y los partidos obreros de masas, especialmente el PCE eurocomunista de Santiago Carrillo y el PSOE socialdemócrata de Felipe González, mandaron a las masas quedarse en casa. Arguyendo que la intentona no era sino “un incidente aislado que aparentemente no contaba con el apoyo de las fuerzas armadas”. ¿Qué deberían haber hecho entonces los obreros?… ¿esperar hasta que ocurriera un intento de golpe en serio para entonces enfrentarse a una muralla de fuego militar unida y decidida? Esta política de cretinismo parlamentario es un programa para una derrota sangrienta. ¡Recordad el 36!
La responsabilidad de la peligrosa situación actual la tienen los González y los Carrillo, quienes por su repetida negativa a llamar a acciones de huelga general durante la agonía de la era de Franco, permitieron a los franquistas conservar el máximo posible de sus posiciones de fuerza. La resultante “democracia reforzada” ha dejado a los obreros en el vacío político al mismo tiempo que se enfrentan con el creciente paro y una inflación desenfrenada. Ya comienzan a escucharse voces dentro de la pequeña burguesía llamando por el “retorno de Franco”, mientras decenas de miles de obreros decepcionados abandonan al PCE y al PSOE. Esta crisis también ha afectado a la llamada “extrema izquierda”, quienes iban a la cola de los reformistas del PCE y el PSOE y no presentaron ninguna alternativa al parlamentarismo sin salida. Es una ironía profunda el que entre los rehenes tomados por los asesinos estaban los principales traidores reformistas responsables de haberles reanimado.
Los obreros españoles odian a la Guardia Civil con un ardor y ferocidad que podrían abrir las puertas de la revolución.Aun un grupo revolucionario de propaganda de mediano tamaño habría utilizado el momento crítico que representó este golpe de advertencia, buscando movilizar centenares de miles de proletarios para lanzar su propia advertencia a los criminales franquistas. Una dirección trotskista habría llamado a una acción de huelga general para frustrar el golpe; a la formación de milicias obreras de frente unido basadas en los sindicatos para tomar los cuarteles y bloquear los transportes del ejército; por comités de soldados para polarizar al ejército; por una marcha sobre las Cortes para dispersar a los fascistas y golpistas. Unos comités de defensa proletarios sentarían las bases para órganos soviéticos que podrían barrer con las instituciones armadas que constituyeron la espina dorsal del franquismo, movilizando por la revolución obrera. En la ausencia de tal acción, será mucho más difícil incluso encarcelar a los guardias civiles torturadores que aterrorizan a la población vasca y representan una amenaza continua a toda la clase obrera.
Recuerden el putsch Kapp en Alemania en 1921, cuando la clase obrera alemana se levantó en masa para cerrarle el paso a un pequeño grupo de militaristas ultraderechistas, abriendo el camino para una nueva crisis revolucionaria pocos meses después. De haber habido una movilización semejante en España en octubre de 1934 (cuando la ultraderecha entró al gabinete) en lugar de una insurrección aislada en Asturias, el curso de la historia española hubiera sido muy diferente y cientos de miles de vidas obreras habrían sido salvadas. Fue una falla clave que preparó el camino para el franquismo.
¡En guardia! La reacción sólo ha mostrado un diente roto, pero pronto mostrará otra vez sus colmillos. La formación de milicias obreras es una tarea urgente de autodefensa para el movimiento obrero español. La Guardia Civil y todos los cuerpos especiales de policía política bonapartista deben ser liquidados. Y esto no va a ser llevado a cabo por monarcas “democráticos” ni por parlamentos impotentes, sino mediante la lucha por la revolución proletaria.