El Salvador: ¿Un nuevo Vietnam?
Traducido de Workers Vanguard No 276, 13 de marzo de 1981. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 9, julio 1981
Durante la conferencia auspiciada por la Spartacist League en Nueva York el 28 de febrero, uno de los asistentes hizo notar: “En la prensa burguesa ha habido gran ruido sobre las palabras de Reagan de que no habrá otro Vietnam, y muchos supuestos izquierdistas manifiestan que no quieren volver a Vietnam. ¿Podría Ud. comentar las diferencias que constata entre la situación centroamericana y la de Vietnam, y… la idea de que vamos a repetir Vietnam y el movimiento antiguerra?” El camarada Norden respondió:
En cuanto a Vietnam, hay varias diferencias importantes que deben ser subrayadas. Como ya dije, la coalición en El Salvador es un frente popular burgués. Ahora bien, igual que en España, llamamos por la victoria militar de las fuerzas del frente popular contra los reaccionarios derechistas, porque si la junta vence sobre los rebeldes de izquierda, esto llevará al aplastamiento de la clase obrera y todos sus elementos vivos. En España, por ejemplo, 100.000 proletarios fueron matados después de la victoria de Franco. Así que desde el punto de vista de la clase obrera, aun dado que ambas fuerzas son burguesas, ésa es una diferencia cualitativa y por lo tanto llamamos por la victoria militar de un lado.
En Vietnam la cosa es un poco distinta. El Frente de Liberación Nacional survietnamita y los norvietnamitas tenían un programa de frente popular e incluso montaban algo que parecía un frente popular. Pero en realidad, todo lo que había en este frente popular fantasma era un par de monjes budistas y un arquitecto. La verdad era que por un lado estaba el estado obrero deformado norvietnamita enfrentándose con el imperialismo norteamericano; y el FLN en el sur estaba ligado fundamentalmente a los norvietnamitas. Así que en términos de las fuerzas de clase en pugna, la naturaleza de la guerra civil era distinta.
Lo que pasa con muchos de los grupos de izquierda es que tratan de presentarse de una manera suave para evitar tomar posiciones firmes. Y con respecto a los movimientos de protesta en los EE.UU. sobre El Salvador y Vietnam esto conduce a una situación parecida. Así, por ejemplo, una camarada mencionaba el CISPES, el Comité en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador. Sus consignas son “Que decida el pueblo salvadoreño”, “Autodeterminación para el pueblo salvadoreño”, y “No intervención”. Ahora, la reacción natural ante tales afirmaciones sería “Nadie puede oponerse a eso.” Desde luego, ¿no debería permitírsele decidir al pueblo salvadoreño?
Pero presentar las cosas en esta forma, que “toda persona decente” defendería, no es sino liberalismo burgués. Por ejemplo, el CISPES y la gente que lo apoya como el Partido Comunista y el Socialist Workers Party apoyan un proyecto de ley, HR1509, que prohíbe la ayuda militar a la junta salvadoreña. “No a la ayuda militar a la junta” quiere decir que ellos están a favor de la ayuda económica a la junta militar, que es lo que sustenta el funcionamiento del régimen castrense en El Salvador. Ese país está en bancarrota — su economía ha sido destrozada desde hace varios meses. Pero ellos proponen este proyecto que esencialmente aprueba la ayuda económica porque los liberales no se oponen a ella. Tan sólo no quieren darles armas a unos carniceros malos. Y como consecuencia defienden una política que en realidad está manteniendo a la junta a flote.
Y su programa global es por la “autodeterminación”. Había algo de eso también al principio de la guerra en Vietnam. Ellos decían: “No a las tropas extranjeras en Vietnam.” ¿Se acuerdan? “Autodeterminación para los survietnamitas.” Bien, ¿y qué querían decir? Querían decir no a las tropas norvietnamitas en Vietnam. Pero nosotros estábamos afavor de las tropas norvietnamitas en el Vietnam del Sur. En los últimos días de la guerra lanzábamos la consigna, “¡Adelante Viet Cong a tomar Saigón!” Ahora bien, al mismo tiempo nosotros advertíamos que éstos son los representantes de un estado obrero deformado, que si ellos ganan van a suprimir la democracia obrera. Pero llevarán a cabo una transformación social fundamental, la expropiación de la burguesía, y es deber de todo trotskista y proletario consciente apoyarles militarmente.
Dijimos que había que tomar partido, y la consigna que nos hizo más notorios en el movimiento antiguerra de Vietnam fue “¡Toda Indochina debe ser comunista!” Es decir, tomamos una posición de clase. Hoy abogamos por el triunfo militar de los insurgentes de izquierda en El Salvador. Pero también decimos de la situación en Nicaragua que es necesario ir más allá de su programa y expropiar a la burguesía, que no hay un camino intermedio. Todo el istmo centroamericano debe estallar en una erupción del volcán de la revolución obrera, para que arda el continente entero. Es especialmente importante en este caso. Y les voy a decir por qué.
En Vietnam, el SWP buscaba y lograba conectarse con el derrotismo burgués. Y una característica del derrotismo burgués es que no aparece a menos que la burguesía está siendo derrotada. Ahora, en Vietnam tenían ayuda soviética. Vino a través del Vietnam del Norte. Pero en las circunstancias actuales es bien cierto que Fidel Castro ha estado aconsejando “moderación” y una “solución política” y cosas por el estilo. Es evidente que reciben armamento de algún lado, pero la fuente principal, desgraciadamente, es el Departamento de Defensa de los EE.UU. porque la mayoría de esas armas parecen haber sido capturadas de las fuerzas gubernamentales salvadoreñas. Puede que [el Kremlin] les dé algunas armas, pero fundamentalmente los están privando de armas, igual que Stalin hizo con los obreros y campesinos españoles en los años 30. Y es debido a su programa político general.
Así que en términos globales, con respecto a la confrontación con Cuba y la Unión Soviética, a nivel de la política interna de El Salvador y Nicaragua, y a nivel de la lucha en los EE.UU., este tipo de programa frentepopulista, de colaboración de clases, es un programa para la derrota.