Por el Trotskismo!
[El siguiente documento fue adaptado en noviembre de 1986 por la conferencia de fusión de la Tendencia Bolchevique y la Tendencia Trotskista de Izquierda, como una codificación del acuerdo programático, al cual llegaron ambas organizaciones.]
Copiado de http://www.bolshevik.org/espanol/TB/BOLETIN_TROTSKISTA_N3_PeT.html
1. Partido y programa
“Los intereses de la clase (obrera) no pueden ser formulados de otra manera que no sea en forma de programa; el programa no puede ser defendido de otra manera que no sea el de crear un partido.
“La clase, tomada por sí misma, es solamente material para la explotación. El proletariado asume unrol independiente solamente en aquel momento cuando pasa a ser de una clase en sí misma, a una clase por sí misma. Esto no puede suceder sino es a través de la existencia de un partido. El partido es aquel órgano histórico por el medio de la cual la clase se conscientiza sobre la clase.”
-L. D. Trotsky, “¿Después qué?” 1932
La clase obrera es la única clase completamente revolucionaria en la sociedad moderna, la única clase con la capacidad de terminar con la demencia del régimen capitalista internacional. La tarea fundamental de la vanguardia comunista es la de inculcar a la clase (sobre todo a su componente más importante, el proletariado industrial) la conciencia de su rol histórico. Nosotros rechazamos explícitamente toda estratagema que sea presentada por centristas y reformistas, y sectorialistas, que ven en una u otra sección de la población no proletaria, un vehículo más viable para el progreso social.
La liberación del proletariado, y con eso, la eliminación del material de base de todas las formas de opresión social, depende del liderato. El armazón de lideratos “socialistas” potenciales, se puede reducir, en su análisis final, a dos programas: reforma o revolución. Mientras pretende ofrecer una estrategia “práctica” para el mejoramiento gradual de las injusticias de las clases sociales, el reformismo trata de reconciliar a la clase obrera con los requisitos del capital. En contraste, el marxismo revolucionario está basado en el antagonismo entre capital y trabajo, y la consiguiente necesidad de la expropiación de la burguesía, por parte del proletariado, como la precondición de cualquier progreso social de importancia.
La hegemonía de la ideología burguesa en sus formas varias en el proletariado, representa el baluarte más poderoso del régimen capitalista. Como escribiera James P. Cannon, el líder histórico del Thotskismo Americano en su libro” Los primeros diez años del Comunismo Americano”:
“La fuerza del capitalismo no se encuentra en sí misma y en sus instituciones, sobrevive porque tiene bases de apoyo en las organizaciones de los trabajadores. Como lo vemos ahora nosotros, a la luz de lo que hemos aprendido de la Revolución Rusa y sus efectos, el noventa porciento de la lucha por el socialismo es la lucha contra la influencia de la burguesía en las organizaciones de los trabajadores, incluyendo al partido.”
La distinción clave entre una organización revolucionaria y una organización centrista o reformista se encuentra, no tanto en declaraciones de metas y objetivos finales, sino en las posiciones que presentan cada una en situaciones concretas planteadas por la lucha de clases. Los reformistas y centristas ajustan sus respuestas programáticas a cada nuevo evento, de acuerdo con las ilusiones y preconceptos de su audiencia. Pero el rol de un revolucionario es el de decirle a los obreros y a los oprimidos lo que no saben.
“El programa debe expresar las tareas objetivas de la clase obrera antes que el retraso de los trabajadores. Debe de reflejar a la sociedad tal cual es, y no el retraso de la clase obrera. Es una herramienta para superar y vencer este retraso. No podemos aplazar la modificación de condiciones objetivas que no dependen de nosotros. No podemos garantizar que las masas resuelvan la crisis, pero nosotros debemos expresar la situación, tal cual es, y esa es la tarea del programa.”
Trotsky, “El retraso político de los trabajadores Americanos,” 1938
Nosotros queremos arraigar el programa comunista en la clase obrera por medio de comités directivos en los sindicatos. Estas formaciones deben de participar activamente en las luchas por reformas y mejoras parciales de la situación del obrero. También deben de ser los defensores de las tradiciones militantes de la clase solidaria, por ejemplo, la proposición de que “Los piquetes son inviolables.” Al mismo tiempo deben de reclutar a los obreros de mayor conciencia política, y conscientizarlos a un punto de vista mundial que trascienda la militancia parroquial, y que aborde las preguntas políticas más importantes del día, de una manera tal que demuestre la necesidad de eliminar la anarquía de la producción con fines de lucro, y reemplazarla con una producción racional, planeada de acuerdo a la necesidad humana.
Nuestra intervención en las organizaciones de masa del proletariado está basada en el Programa de Transición adoptado por la convención fundadora de la Cuarta Internacional en 1938. En cierto sentido no puede existir algo como un “programa terminado” para los Marxistas. Es importante tomar en cuenta los desarrollos políticos en las últimas cinco décadas, y la necesidad de abordar problemas causados por luchas específicas de sectores de la clase y/o de los oprimidos, que no hayan sido tratados en la versión de 1938. Sin embargo en sus fundamentos, el programa sobre el cual se fundara la Cuarta Internacional, retiene su pertinencia porque formula soluciones socialistas a los problemas objetivos que afectan hoy a la clase obrera en el contexto de una necesidad incambiable del poder del proletariado.
2. La revolución permanente
Durante los pasados quinientos años, el capitalismo ha creado un sólo orden económico mundial, con una división internacional de trabajo. Vivimos en la época del imperialismo-la época de la decadencia capitalista. La experiencia en este siglo ha demostrado que la burguesía nacional del mundo neocolonialista, es incapaz de terminar la tarea histórica de la revolución democrática- burguesa. En general no hay un camino de desarrollo capitalista independiente abierto a esos países.
En los países neocolonialistas se pueden reproducir los logros de las revoluciones burguesas clásicas deshaciendo las relaciones de bienes capitalistas, cercenando los tentáculos del mercado mundial imperialista y estableciendo bienes de la clase obrera (por ejemplo: colectivizar), Unicamente una revolución socialista una revolución ejecutada contra la burguesía nacional y los grandes latifundistas puede llevar a una expansión cualitativa de las fuerzas productivas.
Nosotros rechazamos la estrategia “en dos etapas” (Stalin/Menchevique) de la subordinación del proletariado a los supuestos sectores “progresistas” de la burguesía. Nosotros creemos en la independencia política completa e incondicional del proletariado en todos los países. Sin excepción, las burguesías nacionales del “Tercer Mundo” actúan como agentes de la dominación imperialista cuyos intereses están, en un sentido histórico, mucho más ligados a los banqueros e industrialistas de la metrópolis que a su propio pueblo explotado.
Los trotskistas ofrecen apoyo militar, pero no político a los movimientos nacionalistas pequeño burgueses (incluso a regímenes burgueses), que entra en conflicto con el imperialismo en defensa de la soberanía nacional. En 1935, por ejemplo, los trotskistas apoyaron militarmente en Etiopía contra los invasores italianos. Sin embargo, los leninistas no pueden determinar automáticamente su posición en una guerra entre dos regímenes burgueses, desde su nivel de desarrollo relativo o subdesarrollo En la mezquina guerra de las Malvinas/Falklands de 1982. donde la soberanía de Argentina no fue en ningún momento el problema, los leninistas requirieron que los obreros “dieran vuelta sus armas” para lograr una derrota revolucionaria para ambas partes.
3. Guerillerismo
Nuestra estrategia revolucionaria es el levantamiento de la masa proletaria. Nosotros rechazamos el guerrillerismo como una estrategia de orientación (aunque reconocemos de que a veces puede tener un valor táctico suplementario) porque relega a la clase obrera, organizada y conciente políticamente, a un rol de espectador pasivo. Un movimiento guerrillero campesino, encabezado por intelectuales de la pequeña burguesía, no puede establecer poder político de la clase obrera, no importa cual sea la intención subjetiva de su liderato.
En varias ocasiones desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se ha demostrado que, dadas circunstancias objetivas favorables, estos movimientos pueden extirpar bienes capitalistas exitosamente. Pero debido al hecho de que no están basadas en la movilización de la clase obrera organizada, el mejor resultado de esas luchas es el establecimiento de regímenes nacionalistas, burocráticos, cualitativamente idénticos al producto de la degeneración stalinista de la Revolución Rusa (por ej., Yugoslavia, Albania,Korea, Vietnam y Cuba). Estos “estados obreros deformados” requieren revoluciones políticas proletarias suplementarias, para abrir el camino al desarrollo socialista.
4. La opresión especial: el problema negro, el problema de la mujer
La clase obrera está profundamente dividida sobre temas como racismo, sexualidad, nacionalismo y otras líneas. Sin embargo racismo, chauvinismo nacional y sexismo son formas de comportamiento programados socialmente y no genéticamente. No importa cual sea su nivel de conciencia. Los trabajadores del mundo tienen una cosa crucial en común: no pueden mejorar fundamentalmente su situación, como clase, sin destruir la base social de toda opresión y explotacón de una vez por todas. Esta es la base material para la aserción marxista, de que el proletariado tiene como su misión histórica la eliminación de la sociedad de clases, y con eso, la extirpación de todas las formas de “especial.”
En los Estados Unidos, la lucha por el poder de los trabajadores está ligada inextricablemente a la lucha por la liberación negra. La división racial entre los trabajadores negros y blancos, ha sido históricamente el obstáculo primario a la conciencia de clase. Los negros Americanos no son una nación pero una casta de raza color segregada a la parte más inferior de la sociedad, y se concentran sobretodo en la clase obrera, particularmente en sectores estratégicos del proletariado industrial. Brutalizados, abusados y sistemáticamente sufriendo discriminación en el “país de los libres,” la población negra ha sido históricamente inmune al patriotismo racial imperialista, que ha envenenado a muchos del proletariado blanco. Los trabajadores negros han probado generalmente ser la sección de la clase más militante y combativa. La lucha por la liberación de los negros-contra la brutalidad del racismo cotidiano en la vida capitalista de América es central a la construcción de la vanguardia revolucionaria en el continente de América del Norte. La lucha contra la opresión especial de las otras minorías nacionales, lingüísticas y raciales, particularmente la creciente población latina, es un problema que será la llave a la revolución Americana.
La opresión de las mujeres está encastrada en la existencia de la familia nuclear: la unidad básica e indispensable de la organización social burguesa. La lucha por la igualdad social completa para la mujer es de una importancia estratégica en cada país del globo. Una forma de opresión especial es la que viven los homosexuales, quienes son perseguidos por no pertenecer al molde del rol sexual dictado por la familia nuclear “normal.” El asunto sobre la homosexualidad no tiene la importancia estratégica del de la mujer, pero la vanguardia comunista debe de proteger los derechos democráticos de los homosexuales y oponerse a cualquier discriminación dirigida hacia ellos.
En los sindicatos, los comunistas hacen campañas para lograr igual acceso a todos los trabajos, programas patrocinados por los sindicatos para reclutar y mejorar la situación de las mujeres y minorías en campos de trabajo “no tradicionales,” con igualdad de sueldo para el mismo tipo de trabajo para todos, y trabajo para todos. Al mismo tiempo defendemos el sistema de antigüedad como una adquisición del movimiento sindical y nos oponemos a disposiciones anti-sindicalistas, de despidos preferenciales. Es la responsabilidad histórica de la vanguardia comunista, luchar para unir la clase trabajadora con sus intereses de clase en común, atravesando divisiones artificiales promovidas en sociedades capitalistas. Hacer esto significa avanzar los intereses de los más explotados y oprimidos, y luchar constantemente contra toda manifestación de discriminación e injusticia.
Los sectores oprimidos de la población no pueden liberarse por sí mismos independientemente del proletariado revolucionario, por ejemplo, dentro del cuadro social que originó y perpetuó su opresión. Como dijera Lenin en Estado y Revolución”:
” Solamente el proletariado por el rol económico que juega en la producción a gran escala-es capaz de ser el líder de todas las masas explotadas, a la cual la burguesía, explota, oprime y aplasta a veces más que al proletariado, pero que son incapaces de librar una lucha independiente por su emancipación. “
Vivimos en una sociedad de clases y el programa de cada movimiento social debe, en su análisis final, representar los intereses de una de las dos clases con el potencial de gobernar a la sociedad: el proletariado o la burguesía. En los sindicatos, la ideología burguesa toma la forma de un economicismo estrecho; en el movimiento de los oprimidos se manifiesta como sectorialismo. Lo que tienen en común el nacionalismo negro, el feminismo y otras formas de ideología sectorialista, es el hecho de que todos tienen las raíces de la opresión en algo otro que el sistema capitalista de propiedad privada.
La orientación estratégica de la vanguardia marxista hacia organizaciones sectorialistas “independientes” (multi-clase) de los oprimidos, debe ser la de asistir en su diferenciación interna en sus componentes de clase. Esto implica la lucha de ganar la mayor cantidad de individuos posible a la perspectiva de la revolución proletaria y la necesidad consiguiente de un partido de vanguardia integrado.
5. La cuestión nacional y “Pueblos interpenetrados”
“EI marxismo no puede ser reconciliado con el nacionalismo, ni siquiera en su forma “más justa,” “pura”, refinada y civilizada. En vez de hacer avanzar el nacionalismo, el marxismo avanza al internacionalismo.”
-V.I. Lenin, “Comentarios críticos sobre la cuestión nacional”
Marxismo y nacionalismo son dos puntos de vista mundiales opuestos. Nosotros mantenemos el principio de la igualdad de las naciones, y nos oponemos a cualquier privilegio para cualquier nación. Al mismo tiempo los marxistas rechazan toda forma de ideología nacionalista, y en las palabras de Lenin, aceptamos “cualquier tipo de asimilación de naciones, excepto a la que está fundada en la fuerza y el privilegio.” El programa leninista sobre la cuestión nacional es primeramente negativa, diseñada a quitar la cuestión nacional del orden del día y disminuir el interés de los nacionalistas de la pequeña burguesía, a fin de proponer la cuestión de clase de una manera más rígida.
En casos “clásicos” de opresión nacional (Quebec, nosotros abogamos el derecho a la auto-determinación sin defender necesariamente su ejercicio. En los casos más complejos de dos pueblos entremezclados, o “interpenetrados” por medio de un territorio geográfico único (Chipre, Irlanda del Norte, Palestina/lsrael), el derecho abstracto de cada uno a la auto-deterterminación no puede realizarse equitativamente dentro del cuadro de relaciones de propiedad capitalista. Sin embargo en ninguno de estos casos se pueden equiparar al pueblo opresor con los blancos en Afrecha del Sur o las colonias francesas en Algeria, por ej. la clase colonizadora, la aristocracia dependiente de la sobre-explotación de la mano de obra indígena para mantener un nivel de vida cualitativo más alto que el de la población oprimida.
Ambos, los irlandeses protestantes y la población de habla hebrea en Israel son pueblos con diferencias de clase. Cada uno tiene una burguesía, una pequeña burguesía y una clase trabajadora. Contrariamente a moralistas de clase media, los leninistas no apoyan simplemente el nacionalismo de los oprimidos (o las formaciones pequeñas burguesas que la abrazan). Hacerlo simultáneamente excluye la posibilidad de las contradicciones de clase reales en los rangos de los pueblos opresores y cementa la dominación de los nacionalistas sobre los oprimidos. Los proletarios de los pueblos predominantes no pueden nunca ser convertidos a una perspectiva nacionalista simplemente invertiendo la relación de desigualdad corriente. Una sección importante de ellos puede ser convertida a un punto de vista anti-sectario, clase-contra-clase porque es en su interés objetivo.
La lógica de la capitulación al nacionalismo de la pequeña burguesía, llevó a una parte de la izquierda a apoyar los gobernantes árabes (la personificación de la así llamada “Revolución Árabe”) contra los israelíes en las guerras del Medio Oriente en 1948, 1967 Y 1973. Esencialmente, estas fueron guerras inter-capitalistas en las cuales los trabajadores y oprimidos de la región no tenían nada que ganar por la victoria de cualquiera de ambas partes. La posición leninista fue por lo tanto una de derrota en ambos lados. Tanto para los obreros árabes como hebreos, el principal enemigo se encontraba en su propio país. La guerra de 1956 fue distinta; en ella la clase obrera tenía una posición: con Nasser luchando contra los intentos de parte del imperialismo francés y británico (ayudado por los israelíes) de volverse a apropiar del Canal de Suez, recientemente nacionalizado.
Aunque opuestos al nacionalismo como principio, los leninistas no son neutrales en conflictos entre los pueblos oprimidos y la maquinaria opresora del estado. En Irlanda del Norte exigimos el retiro inmediato e incondicional de las tropas británicas y defendemos los ataques del Ejercito Republicano Irlandés, a objetivos imperialistas como a la Guardia Civil Real de Ulster, la armada británica o el hotel lleno de ministros del partido conservador en la ciudad de Brighton. De manera similar, nos ponemos militarmente del lado de la Organización de Liberación Palestina contra las fuerzas del Estado Israelita. No defendemos en ningún caso los actos terroristas contra las poblaciones de civiles, a pesar de que el terrorismo criminal sionista contra los palestinos, y el terrorismo de la armada británica y sus aliados protestantes.. contra los católicos de Irlanda del norte. son actos de terrorismo mucho mayores que los actos públicos de terrorismo por parte de los oprimidos.
6.inmigración / emigración
Los leninistas apoyan los derechos básicos democráticos de cualquier individuo de emigrar a cualquier país del mundo. Como en el caso de otros derechos democráticos, esto no es un tipo de imperativo categórico. Nosotros no favoreceríamos, por ejemplo, la emigración de cualquier individuo que pudiera causar peligro a la seguridad militar de un estado obrero degenerado o deforme. El derecho de la inmigración individual, si es ejercida a una escala suficientemente importante, puede entrar en conflicto con el derecho a la auto-determinación para una nación pequeña. Por 10 tanto los trotskistas no piden “fronteras abiertas” como una exigencia programática en general. En Palestina, durante los años 1930 Y 1940, por ejemplo, la inmigración masiva por parte de los sionistas estableció la base para una expulsión forzosa del pueblo palestino de su propio país. Nosotros no reconocemos el “derecho” de migraciones Han ilimitadas al Tibet, como tampoco de ciudadanos franceses a Nueva Caledonia.
La demanda de “fronteras abiertas” es generalmente abogada por atolondrados bien intencionados liberales/radicales, motivados por un deseo utópico de rectificar las desigualdades por el orden mundial imperialista. Pero una revolución socialista mundial-no migración masiva-es la solución marxista a la miseria Y destitución de la mayoría de la humanidad que sufre bajo el sistema capitalista.
En los Estados Unidos defendemos a los trabajadores mexicanos, aprehendidos por “La migra.” Nos oponemos a las cuotas de inmigración, a las redadas y a las deportaciones de los obreros inmigrantes. En los sindicatos peleamos por el derecho inmediato e incondicional de ciudadanía para todos los trabajadores nacidos en el extranjero.
7. Centralismo democrático
Una organización revolucionaria debe estar estrictamente centralizada, cuyas autoridades directivas deben de tener autoridad total para dirigir el trabajo de las distintas entidades y miembros. La organización debe de tener un monopolio político sobre las actividades políticas públicas de sus miembros. La membresía debe tener la garantía del derecho de una democracia faccionaria (el derecho de conducir luchas políticas internas para cambiar la línea y/o reemplazar a los dirigentes presentes). La democracia interna no es un adorno como tampoco una válvula de escape para aliviar las presiones-sino que es una necesidad indispensable y crítica para la vanguardia revolucionaria, si va a dominar los desarrollos complejos de la clase luchadora. Es también el medio más importante por el cual se crean los mandos revolucionarios. El derecho a una democracia faccionaria, el derecho a la lucha contra el revisionismo en la vanguardia, es, la única “garantía” contra la degeneración política de una organización revolucionaria.
Los intentos de quitar importancia a serios desacuerdos y confundir líneas de demarcación política internamente, solamente puede debilitar y desorientar a un partido revolucionario. Una organización adherida por diplomacia, el denominador común más bajo de consenso y la ambigüedad programática contrariamente solamente espera la primera prueba de la lucha de clases para deshacerse. También organizaciones en las cuales la expresión de diferencias es proscripta, ya sean formalmente como informalmente-están destinadas a osificarse en rígidas, jerárquicas sectas sin vida, divorciadas del movimiento vital de los trabajadores e incapaz de producir el mando necesario para ejecutar las tareas de la vanguardia revolucionaria.
8. Frentes populares
“La cuestión de las cuestiones es presentemente el Frente Popular. Los del centro izquierda intentan plantear esta pregunta como una maniobra táctica y técnica, con el fin de vender sus mercancías a la sombra del Frente Popular. En realidad, el Frente Popular es la cuestión más importante de la estrategia de la clase proletaria en esta época. También ofrece el mejor criterio para las diferencias entre bolchevismo y menchevismo. ‘
-Trotsky, “El POUM Y el Frente Popular,”1936
Frentismo popular (por ejemplo, bloques programáticos, generalmente para el poder del gobierno, entre organizaciones de trabajadores y representantes de la burguesía) es una traición de clase. Los revolucionarios no pueden apoyar a los participantes en los frentes populares, no importa cuan “crítica” sea la situación.
La táctica de apoyo electoral crítica, a partidos reformistas de trabajadores, tiene su premisa en la contradicción inherente en tales partidos, entre su programa burgués (reformista) y su base de clase obrera. Cuando un partido social-democrático o stalinista entra en una coalición o bloque electoral con formaciones burguesas o pequeño burguesas, esta contradicción pasa a ser efectivamente suprimida durante la vida de la coalición. Un miembro de un partido reformista que se presenta a elección con una plataforma de coalición de colaboración de clases (o frentes populares) se presenta en realidad como un representante de una formación política burguesa. Así se excluye la posibilidad de una aplicación de una táctica de apoyo crítico, porque la contradicción que intenta explotar, es suspendida. En vez, los revolucionarios deberían hacer como condición de apoyo electoral, el romper de las coaliciones: “¡Abajo con los Ministros Capitalistas!”
9. Frentes unidos y “la estrategia de los frentes unidos”
El frente unido es una táctica con la cual revolucionarios tratan de acceder a formadores reformistas o centristas en situaciones donde se siente una necesidad urgente para una acción unida de parte de los rangos. Es posible entrar en acuerdos de frentes unidos con la pequeña burguesía o formaciones burguesas donde hay un acuerdo episódico sobre un asunto en particular y cuando es en el interés de la clase obrera de actuar de esa manera (ej. el frente unido bolchevique con Kerensky contra Kornilov). El frente unido es una táctica que no está diseñada únicamente para cumplir un objetivo común pero también para demostrar en la práctica la superioridad del programa revolucionario y de esa manera ganar nueva influencia y adherentes para la organización de vanguardia.
Los revolucionarios nunca consignan la responsabilidad del liderato revolucionario a una alianza (o frente unido estratégico) con fuerzas centristas o reformistas. Los trotskistas nunca publican propaganda en común-declaraciones colectivas de perspectivas políticas–con revisionistas. Esta práctica es no solamente deshonesta sino que liquidacionista. El “frente unido estratégico” es uno de los favoritos de los oportunistas, quienes, desesperados por su poca influencia, tratan de compensar a través de una disolución a un bloque más amplio en un programa del menor denominador común. En “Centrismo y la Cuarta Internacional,” Trotsky explicaba que una organización revolucionaria se distingue de una centrista por sus “preocupaciones activas sobre la pureza de los principios, claridad de posición, consistencia política y perfección en su organización.” Es justamente esto que la estrategia del frente unido trata de destruir.
10. La democracia de los trabajadores
Los marxistas revolucionarios, que se distinguen por el hecho que les dicen a los obreros la verdad, solamente pueden beneficiar de confrontamientos políticos abiertos entre las distintas corrientes competitivas de la izquierda. Sucede de otra manera con los reformistas y centristas. Los stalinistas, social-demócratas, los burócratas gremiales y otros mentirosos de la clase trabajadora, se achican cuando se ven enfrentados a críticas revolucionarias e intentan anticiparse a la discusión y debate político con exclusiones y actitudes típicas de gangsters.
Nos oponemos a la violencia y exclusionismo que se encuentra en la izquierda y movimiento obrero. También nos oponemos al uso de la violencia del tipo de difamación, que va mano en mano con (o prepara el camino a) ataques físicos. Difamación y violencia dentro del movimiento obrero son completamente ajenos a las tradiciones del marxismo revolucionario, porque están deliberadamente diseñados para destruir la conscientización, que es la pre-condición para la liberación del proletariado.
11. El estado y la revolución
La cuestión del estado ocupa un lugar central en la teoría revolucionaria. El marxismo enseña que el estado capitalista (en su análisis final “cuerpos especiales de hombres armados” dedicados a defender la propiedad burguesa) no puede ser tomado en posesión y hacerlo servir a los intereses de la clase trabajadora. El mando de la clase obrera puede ser establecido únicamente a través de la destrucción de la maquinaria burguesa existente, y su reemplazo con instituciones comprometidas a la defensa de los bienes del proletariado.
Nos oponemos categóricamente a asimilar el estado burgués, no importa en que forma, a los asuntos del movimiento laboral. Los marxistas se oponen a todos aquellos sindicalistas “reformistas”, que traten de obtener compensación de la corrupción burocrática en las cortes capitalistas. Los laboristas deben limpiar su propia casa! También exigimos la expulsión de todos los policías y guardias de prisión del movimiento sindical.
El deber de los revolucionarios es el de enseñar a la clase obrera que el estado no es un árbitro imparcial entre intereses sociales que compiten, sino que es un arma empuñada contra ellos por los capitalistas. Los marxistas se oponen a los llamados reformistas/utópicos que dicen que el Estado burgués “prohíba” a los fascistas. Este tipo de leyes son usadas invariablemente con mucho mas agresión contra el movimiento obrero y la izquierda que contra la basura fascista, que constituye los tropas de choque de la reacción capitalista. La estrategia trotskista de luchar contra el fascismo, no es la de apelar al Estado burgués, pero la de movilizar el poder de la clase obrera y de los oprimidos, para una acción directa para aplastar los movimientos fascistas en su estado embrionario antes de que sean capaces de crecer. Como Trotsky observara en el “Programa de Transición,” “La lucha contra el fascismo no empieza en la oficina editorial liberal, sino en la fábrica-y termina en la calle.”
Los leninistas rechazan toda noción de que las tropas imperialistas tengan un rol progresivo en algún lugar: ya sea protegiendo” a niños negros es colares en el sur de los Estados Unidos, “protegiendo” la población católica en Irlanda del Norte o “manteniendo la paz” en el Medio Oriente. Tampoco presionamos a los imperialistas para que actúen de una forma “moral” despojando de o imponiendo sanciones en África del Sur. En vez, nosotros argumentamos que los poderes del “Mundo Libre” están fundamentalmente unidos con el régimen racista de apartheid, en defensa de la “derecha” para superexplotar a los obreros negros. Nuestra respuesta es movilizar el poder de la clase obrera internacional en actos de solidaridad de luchas de clase con los trabajadores negros de África del Sur.
12. La Cuestión Rusa
“¿Que es la Stalinofobia? Es el odio al stalinismo; miedo a la ‘sífilis de! movimiento laboral’ y un rechazo irreconciliable a tolerar cualquier manifestación de éste en e! partido? No, para nada…
“¿Es la opinión de que el stalinismo no es el líder de la revolución internacional, pero su enemigo mortal? No, eso no es Stalinofobia; eso es lo que Trotsky nos enseñó, lo que nosotros aprendimos de nuestra experiencia del stalinismo, y lo que sentimos en nuestros huesos.
“El sentimiento de odio y miedo al stalinismo; con sus estados policiales y sus esclavos en campos de trabajo, sus emboscadas y sus asesinatos de los adversarios de la clase obrera, es un sentimiento sano, natural, normal y progresista. Este sentimiento solamente se equivoca cuando nos lleva a una reconciliación con el imperialismo Americano, y a la tarea de luchar contra el stalinismo a ese mismo imperialismo. En el lenguaje de Trotsky, eso y nada más que eso es Stalinofobia.”
-James P. Cannon “Conciliacionismo Stalinista y Stalinofobia,” 1953
Nosotros creemos en la defensa incondicional de las economías colectivizadas del estado obrero degenerado soviético y los estados obreros deformados de Europa del Este, Vietnam, Laos, Camboya, China, Corea del Norte y Cuba, contra la restauración del capitalismo. Pero no perdemos de vista ni por un momento el hecho de que solamente revoluciones políticas proletarias, que derrocan a los burócratas traicioneros, contra la clase obrera, que gobiernan estos estados, pueden garantizar las ganancias logradas hasta la fecha y abrir el camino al socialismo.
La victoria de la facción stalinista en la Unión Soviética en los años 1920 bajo la bandera “Socialismo en un solo país” fue coronada con la exterminación física de los dirigentes del partido leninista una década más tarde. La perspectiva de una rebelión proletaria a fin de volver a establecer un mando político directo de la clase trabajadora, está por lo tanto inextricablemente ligada a la defensa de las economías colectivizadas.
La cuestión rusa ha sido planteada más agudamente en los últimos años en relación con dos eventos: la supresión de Solidaridad en Polonia y la intervención por parte de la armada soviética en Afganistán. Nosotros estamos del lado de los stalinistas en cuanto se refiere a lo militar, contra ambos, los capitalistas-restauracionistas de Solidaridad y los feudalistas islámicos que luchan para mantener la esclavitud de la mujer en Afganistán. Esto no significa que los burócratas stalinistas tengan algún rol progresista histórico que jugar. Por el contrario. De todas maneras, defendemos esas acciones (como la supresión en diciembre de 1981 de Solidaridad) que se vieron obligados a tornar en defensa de las formas de bienes de la clase obrera.
13. Para el re-nacimiento de la Cuarta Internacional!
“El trotskismo no es un movimiento nuevo, una nueva doctrina, pero la restauración, el renacimiento del marxismo genuino como fuera expuesto y practicado en la Revolución Rusa y en los primeros días de la Internacional Comunista.”
-James P. Cannon, “La Historia del Trotskismo Americano”
El trotskismo es el marxismo revolucionario de nuestro tiempo-la teoría política derivada de la experiencia destilada de más de unsiglo y medio de comunismo de la clase obrera. Fue verificado, en un sentido positivo durante la Revolución de Octubre en 1971, el evento más importante de la historia contemporánea, y desde entonces, negativamente.
Después de la estrangulación burocrática del partido bolchevique y el Comintem por los stalinistas, la tradición del leninismo, la práctica y el programa de la Revolución Rusa fue llevada adelante solamente por la Oposición de Izquierda.
El movimiento trotskista nació en una lucha por un internacionalismo revolucionario contra el concepto reaccionario/utópico de “Socialismo en Un País.” La necesidad de organización revolucionaria a nivel internacional está derivada de la misma organización de la producción capitalista. Revolucionarios en cada terreno nacional, deben de ser guiados por una estrategia que sea internacional en su dimensión-y que pueda ser elaborada por medio de la construcción de un liderato internacional de la clase obrera. Al patriotismo de la burguesía y a sus lacayos socio-democráticos y stalinistas, los trotskistas les contestan de esta manera con el slogan inmortal de Karl Liebnecht: “El peor enemigo está en casa.” Nosotros apoyamos las posiciones programáticas básicas adoptadas por la conferencia fundadora en 1938 de la Cuarta Internacional y las tradiciones revolucionarias de Marx, Engels, Lenin, Luxemburg y Trotsky.
Los mandos de la Cuarta Internacional fuera de América del Norte fueron aniquilados en gran parte o dispersados durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. La Internacional fue definitivamente destruida políticamente por el revisionismo Pablista en los años SO. Nosotros no somos neutrales en la división que ocurrió entre 1951-53-nosotros estamos del lado del Comité Internacional (CI) contra el Secretariado Internacional Pablista (SI). La lucha el CI tenía fallas profundas tanto en su estructura política y su ejecución. Sin embargo, en el análisis final, el impulso del CI a resistir la disolución del mando trotskista a los partidos stalinistas y socio-democráticos (como fueran propuestas por Pablo) y su defensa de la necesidad de un conciencia del factor histórico, lo hicieron cualitativamente superior a los liquidacionistas del IS.
Dentro del CIO la sección más importante fue la del Socialist Workers Party Americano (SWP). También era la sección más fuerte en la época de la fundación de la Internacional. Se había beneficiado de la directa colaboración de Trotsky y tenía mandos de liderazgo que tenían su origen en los primeros años del Comintern. El colapso político del SWP como organización revolucionaria, señalada por su entusiasmo sobre el Castrismo en los años 60, y culminando en su defección a los Pablistas en 1963, fue un golpe enorme para los trotskistas.
Nosotros somos solidarios con la lucha de la Tendencia Revolucionaria del Swp, que defiende el programa revolucionario contra el objetivismo centrista de la mayoría. Nosotros nos basamos sobre las posiciones trotskistas defendidas y elaboradas por la Liga Espartaquista revolucionaria en los años subsiguientes. Sin embargo, bajo la presión de dos décadas de aislamiento y frustración, el SL ha ido degenerándose cualitativamente en un grupo grotescamente burocrático y un grupo de bandidos políticos, quienes a pesar de tener una capacidad residual a una pose literaria “ortodoxa,” han demostrado un impulso consistente a achicarse bajo presión. La “tendencia internacional espartaquista” hoy no es políticamente superior, en un sentido importante, a cualquiera de las docenas de falsostrotskistas “internacionales” que dicen ser parte de la Cuarta Internacional.
El astillamiento de varios de los pretendientes históricos de la continuidad trotskista, y las dificultades y movimientos hacia la derecha del resto, abren un período fértil para la reevaluación y re-alineamiento entre aquellos que no creen que el camino al socialismo se halla en el Partido Laborista Británico, Solidaridad capitalista/restauracionista de Lech Walesa o el frente popular chileno. Nosotros queremos urgentemente participar en un proceso de reagrupamiento internacional de mandos revolucionarios con una base programática de un trotskismo auténtico, como un paso hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista.
“Basados en una larga experiencia histórica, se puede escribir como una ley, que los mandos revolucionarios que se rebelan contra su medio ambiente social y organizan partidos que llevan a una revolución, pueden-si la revolución es retrasada-degenerarse ellos mismos bajo la constante influencia y presiones de ese mismo medio ambiente…
“Pero la misma experiencia histórica también demuestra que también hay excepciones a esta ley. Las excepciones son los marxistas que continúan siendo marxistas, los revolucionarios que son fieles a su bandera. Las ideas básicas del marxismo, la única forma de crear un partido revolucionario, son de aplicación continua y lo han sido así por 100 años. Las ideas del marxismo, que crean partidos revolucionarios, son más fuertes que los partidos que crean, y nunca fallan en sobrevivir su derrumbe. Nunca dejan de encontrar representantes en viejas organizaciones que serán líderes en el trabajo de reconstrucción.
“Esto son los continuadores de la tradición, los defensores de la doctrina ortodoxa. La tarea de los revolucionarios no corruptos, obligados por circunstancias a trabajar en la reconstrucción de las organizaciones, nunca ha sido proclamada como una nueva revelación nunca han faltado estos mesías, y todos han sido perdidos en el barajamiento sino que el hecho de reinstalar el antiguo programa y ponerlo al día.”
-James P. Cannon, “Los Primeros Diez Años del Comunismo Americano”