[Originalmente publicado en Workers Vanguard No. 39, 1 de marzo de 1974. Esta versión fue impresa en Cuadernos Marxistas No. 1.]
Una Conferencia interina consagrada a las perspectivas y al trabajo europeo de los marxistas revolucionarios tuvo lugar en Alemania en este mes de enero [1974]. Entre los participantes se contaron camaradas de (o trabajando en) siete países.
El fundamento programático de la Conferencia fue tomado de un acuerdo político por parte de los Bolcheviques-Leninistas Austriacos y la Spartacist League/U.S. trazando las bases para un trabajo común en Alemania. Este documento, que consta de ocho puntos específicos, se reproduce a continuación:
DECLARACIÓN DE LAS BASES POLÍTICAS PARA TRABAJO COMÚN EN ALEMANIA
“I. Los Bolcheviques-Leninistas Austriacos (Österreichische Bolschewiki-Leninisten — ÖBL) emprenderán trabajo político en Alemania junto con la Spartacist League/U.S. sobre la base de concordancia programática con la “Declaración de Principios” (1966) de la SL/U.S., adoptada posteriormente por la Spartacist League de Australia y Nueva Zelanda. Fundamental a esta Declaración de Principios son las decisiones de la Internacional Comunista durante el período de sus primeros cuatro congresos, y el Programa de Transición adoptado por la conferencia fundadora (1938) de la Cuarta Internacional.
“II. En particular, se destacan los siguientes puntos para darles especial énfasis o para amplificarlos en relación con nuestro trabajo común:
1) Reconocemos la necesidad del renacimiento de la Cuarta Internacional, destrozada por el revisionismo pablista. Rechazamos las pretensiones de todas las agrupaciones internacionales ostensiblemente trotskistas a representar programáticamente la continuidad de, o de ser, la Cuarta Internacional.
2) La defensa incondicional de los estados obreros degenerados o deformados contra el imperialismo capitalista tiene que ser unida al reconocimiento de la necesidad de una revolución política contra las burocracias de todos estos estados, de Moscú y Berlin del Este a Belgrado, Hanói, La Habana y Pekín.
3) Rechazamos la posición ultraizquierdista de que los partidos social demócratas son partidos burgueses de punto a cabo. Reconocemos la dualidad del carácter de los partidos obreros reformistas, tales como los partidos social demócratas en general, que son simultáneamente partidos burgueses y obreros o, en las palabras de Lenin, ‘partidos obreros burgueses’.
4) Reconocemos que la táctica trotskista de entrismo se deriva de la tarea histórica de los revolucionarios frente a partidos de masas socialdemócratas, laboristas o estalinistas, o sea, bajo condiciones maduras, de escisionar tales partidos en sus elementos esencialmente burgueses y proletarios. Esta tarea es decisiva para la creación de partidos proletarios revolucionarios de masas, y por eso para avanzar sobre el camino hacia la revolución proletaria.
5) Rechazamos la tradicional concepción pablista, del entrismo (‘sui generis’), que consiste en presionar a las burocracias reformistas, revisionistas o nacionalistas con el fin de que una sección de izquierda de estas sea asistida en volverse el ‘agente inconsciente’ de un proceso supuestamente automático de revolución permanente, o sea, la negación de la centralidad del proletariado y la sustitución de su partido revolucionario, programáticamente basado, en la lucha por el socialismo. Rechazamos el complemento pablista ultraizquierdista, reflejando frecuente mente un radicalismo pequeñoburgués, que niega la táctica del entrismo como tal.
6) Reconocemos la validez de la táctica de reagrupamiento revolucionario. Es una táctica que se aplica particularmente para profundizar la diferenciación y clarificación política mediante un proceso de escisiones y fusiones entre grupos ostensiblemente revolucionarios cuando las condiciones han causado una confusión entre las izquierdas. ‘Poner las bases contra la cumbre’ es la esencia de esta táctica, como también de otras tácticas leninistas-trotskistas, tales el frente unido y el entrismo.
7) Reconocemos la necesidad de luchar por una oposición de clase contra todos los frentes populares, desde la Unidad Popular de Allende a la Unión de la Gauche en Francia. No acordamos ningún apoyo electoral a cualquier de los partidos de un frente popular. En cambio proyectamos, cuando no haya un polo proletario revolucionario de masas, una política de ‘oposición condicional’ a los partidos reformistas, y revisionistas de tales frentes populares. En otras palabras, reivindicamos que estos partidos rompan su coalición con elementos burgueses como condición previa para el apoyo crítico a ellos por parte de los militantes obreros conscientes.
8) Aceptamos la concepción bolchevique-leninista del centralismo democrático: plena libertad de discusión interna, plena unidad de acción. Rechazamos la ‘libertad de crítica’ fuera del partido, siendo ésta una perversión del centralismo democrático leninista y una regresión a la etapa de la Segunda Internacional de antes de la Primera Guerra Mundial.
“III. Consideramos que los puntos mencionados constituyen un nivel de acuerdo programático relativamente alto, y por eso reconocemos nuestra responsabilidad de luchar por la constitución, tan pronto posible, de una tendencia internacional espartaquista, regida por el centralismo democrático y basada sobre una perspectiva programática común, por varias secciones nacionales. Por ahora necesariamente se requiere la más amplia consulta posible en cuanto a este acontecimiento.”
— Aprobada por el Buró Político de la SL/U.S., el 10 de septiembre de 1973; ratificada por el Pleno de la ÖBL, el 8 de diciembre de 1973. (Redactada con vistas a su publicación por el Departamento Internacional de la SL/U.S., el 14 de febrero de 1974.)
Después de una discusión el proyecto de esta Declaración fue endosada unánimemente con una abstención por la Conferencia interina.
Se aprobó también (unánimemente) un documento paralelo. Sus cláusulas políticas estipulan:
“[Nuestra] meta… es de constituir un grupo de propaganda luchador basado resueltamente en ‘las tareas históricas que se desprenden de [la] situación [objetiva] sin tener en cuenta si hoy los obreros son receptivos para ellas o no. Nuestras tareas no dependen de la mentalidad de los obreros. La tarea es de desarrollar la mentalidad de los obreros’ (Trotsky). Cualquier adaptación programática o claudicación ante la conciencia actual de las masas en nombre de ‘tácticas’ debe ser rechazada.
“El trabajo de los comunistas en los sindicatos debe apuntar a la construcción de un grupo de lucha de clases cuyos militantes se definen por: la participación en el grupo y la concordancia con el programa del grupo, un programa que constituye una aplicación del Programa de Transición a la situación sindical concreta y que trata de establecer el grupo de lucha de clases como una dirección alternativa revolucionaria del sindicato.
“La meta de la táctica del frente unido es de enraizar el programa revolucionario entre las masas. De ahí que el elemento decisivo de la acción de los revolucionarios dentro del frente unido es la lucha por el programa revolucionario y contra el de los reformistas o centristas. Sin una lucha por el programa revolucionario toda referencia al frente unido como un medio para lograr ‘la más amplia unidad de la clase’ significa llanamente, una adaptación al revisionismo kautskyano de antes de la Primera Guerra Mundial.”
Las preparaciones para la Conferencia interina incluyeron la producción de un primer número de la edición alemana de Spartacist.
Las labores de la Conferencia interina incluyeron, en particular, ratificar la publicación por nuestros compañeros en Berlin del periódico Kommunistische Korrespondenz, cuyo primer número está actualmente en preparación.
La Conferencia interina concluyó cantando “La Internacional” en una atmosfera de determinación por adelantar nuestro trabajo internacional común.
— Declaración del Departamento Internacional de la SL/U.S., el 16 de febrero de 1974.